Capitulo 36. Conocernos

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Entramos al hotel, y mi alegre, cariñoso y un tanto ruidoso copiloto entra tambaleándose, una mezcla de risas y desequilibrio.

- Carlos, es tarde, intenta no hacer ruido - le aconsejo mientras tropieza con una maceta y su risa llena el lugar.

- ¡Ay! Eso dolió - se queja, aunque su risa no se detiene.

- No te preocupes, mañana ni siquiera recordarás que te golpeaste, a menos que te salga un moretón. ¡Vamos, Lobito, camina! - lo empujo suavemente de la espalda para ayudarlo a avanzar.

- ¿No te pareció genial? - pregunta, con los ojos brillando.

- Sí, fue increíble. Ahora, entra al ascensor - le digo mientras las puertas del elevador se abren.

Dentro del ascensor, nos encontramos con una pareja de alrededor de cincuenta años, que también parece estar de muy buen humor.

- ¡Buenas noches! - nos saludan.

- ¡Buenas noches! - respondemos.

- Qué guapo es tu chico, jovencita - la mujer le sonríe a Carlos.

- ¡Gracias! - respondo, un poco sorprendida.

- Déjalos, mujer, no te metas con estos niños - el hombre se disculpa. - Ya casi llega a los sesenta y le gustan los jovencitos.

- Es solo un piropo, holgazán - le dice a su marido - es un muchacho - sonrío y abrazo a mi chico. - Disfruten su juventud, se va más rápido de lo que uno imagina.

- ¡Ves! - me dice Carlos, inclinándose hacia la señora, quien lo toma del brazo. - Nos obliga a dormir en dos habitaciones, para que no la toque, se lo prometí a su abuelo, pero ya es mi mujer. Ya qué, tenemos que disfrutar, la vida se va rápido.

- ¡Carlos! - exclamo golpeando suavemente su hombro.

- Bueno, jovencito, tienes razón - se ríe la señora - Disfruta de cada momento. Y tú, guapa, cuídalo mucho.

- Lo haré, ¡gracias! - le respondo mientras el ascensor se abre y ellos salen llegando a su piso.

- ¡Suerte chico! ¡Cómetelo hija! - Carlos se carcajea, y no puedo evitar sonrojarme.

- ¡No puedo creerlo! - lo reprendo.

- Por favor, hazle caso - dice mientras me acorrala en la esquina del elevador.

- ¡Carlos! Estás borracho - exclamo mientras siento su beso en mi cuello y su mano en mi cintura. La sensación me estremece. - ¡Lo ves! - añade, tocando mi trasero con ambas manos antes de que las puertas del elevador se abran nuevamente.

- ¡Inés! - respira frustrado y me safo.

Caminamos hacia nuestra habitación mientras, Carlos sigue riendo y comenta:

- ¡Ves, Inés, soy guapo! Eres muy afortunada.

- Eres un tonto, ya camina - le digo riendo - pero eres mi tonto, mío.

- ¡Cómeme!

- Carlos, controla eso - digo al observar el bulto en su pantalón. Agradezco que no haya nadie alrededor.

- Camina cerquita - dice mientras se coloca detrás de mí.

- Retírate - exclamo, y él se carcajea.

- Te quiero bonita, te tendrás que acostumbrar a esto. Tú eres quien lo provoca todo el tiempo, y si estamos en público, debes ayudarme a ocultarlo.

- ¡Loco! - le respondo riendo mientras finalmente llegamos a nuestra habitación. - Hablo en serio. Retírate un poco, ¿quieres? Déjame abrir la puerta.

Te Quiero a Ti: En un mundo lleno de opciones, mi elección siempre serás tú."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora