Capítulo II.

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—Él es el doctor Sakusa —Patrick enciende un cigarrillo mientras habla, a pesar de la mirada de desaprobación que le da Omi—. Y es quien salvará tu culo herido.

—Puedes llamarme Kiyoomi —el pelinegro refuta mientras blanquea sus ojos ante el apodo de Patrick—. Me aseguraré de que estés bien, Sr. Miya —cuando Kiyoomi se dirige al boxeador, el entrenador del rubio se ríe mientras cruza sus brazos sobre su pecho. Sakusa lo mira con una ceja alzada, curioso por la risa.

—Nunca antes me habían llamado Sr. Miya —responde Atsumu—, creo que Osamu lo encuentra gracioso —una ligera risa escapa de los labios del rubio—. Puedes llamarme Atsumu, sólo Atsumu —Kiyoomi asiente con cabeza en respuesta y toma asiento a su lado para poder abrir el kit médico y colocarse sus guantes.

—¿Cómo te sientes?

—Bien —responde Atsumu con facilidad, pasando una de sus manos por su cabello húmedo—. Sano como un caballo —un resoplido deja la boca del peligris ante su comentario.

—Un caballo al que le dieron una paliza —dice Osamu—. Lo golpearon bastante fuerte en las...

—Las costillas, sí —Kiyoomi termina la frase por él cuando sus ojos ya estaban examinando los moretones que están comenzando a desarrollarse en el abdomen del boxeador—. Pensaba que estarías muerto —Atsumu se encoge de hombros como respuesta, aparentemente despreocupado por los golpes que recibió durante el partido.

—He estado en peores.

—¿Puedo? —el pelinegro pregunta extendiendo una de sus manos enguantadas. Cuando Atsumu asiente, Kiyoomi presiona alrededor de su abdomen con cuidado—. No puedo imaginar algo peor. Debes haber hecho enojar muchísimo a alguien, entonces —una risa retumba en el pecho del rubio ante el comentario, pero una mueca de dolor reemplaza rápidamente la expresión de alegría en su cara cuando sus músculos se contraen. Aunque la quita con disimulo, ante Kiyoomi no pasa desapercibido—. ¿Eso duele? —pregunta presionando sus músculos nuevamente para medir su reacción—. ¿Y aquí? —Atsumu se aclara la garganta en silencio, controlando cuidadosamente su expresión mientras Osamu se acerca.

—Uh, sí, un poco.

—Patrick —le mira por encima del hombro antes de buscar en su kit un pequeño estetoscopio que creía haber guardado allí cuando lo revisó—. ¿Podrías traerme una compresa fría?

Su jefe sale del vestuario mientras que el pelinegro presiona el estetoscopio en el pecho y espalda de Atsumu, escuchando sus latidos y su respiración.

—¿Algún dolor abdominal? ¿Mareos? ¿Falta de aliento? —el rubio niega lentamente con su cabeza.

—Nada de nada, solo dolor en general —Sakusa se quita el estetoscopio para examinar su mandíbula con suavidad, a lo que frunce el ceño cuando ve el moretón púrpura que ha florecido bajo su piel sonrojada—. Te golpearon bastante fuerte aquí —la mandíbula del rubio se flexiona bajo su toque mientras ríe.

—Lo sé, estuve allí.

—No te hagas el listo, Tsumu —le reprende Osamu con el ceño fruncido.

—No lo hago, sólo digo...

—Él está tratando de ayudarte —el peligris corta la discusión mientras Kiyoomi vuelve a guardar el estetoscopio, haciendo nota de qué cosas podrían ser útiles para añadir al improvisado bolso médico, quizá algún aparato manual para tomar la presión, mejores kits de sutura, o más vendas...

—¿Kiyoomi?

—¿Mh? —la voz de Osamu saca al pelinegro de sus pensamientos justo cuando Patrick entra de nuevo al vestuario con la compresa fría en la mano. Sakusa lo acepta antes de volver su atención al rubio— Lo siento, ¿qué decías?

Nothing fucks with my baby; sakuatsu (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora