—Estoy cansado, hyung— suspira Seungmin tan suavemente que Minho se lo habría perdido si no hubiera estado sosteniendo su rostro a centímetros de los labios de Seungmin—Creo que me iré a dormir ahora.
En dónde Seungmin es el ángel de Minho, pero es hora de que se vaya.
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—No—murmura Minho, con voz lo suficientemente suave como para ser arrastrada por el viento —No no no— Su voz crece con cada repetición de la palabra, temblando cuando se quiebra al final. Minho siente las lágrimas brotar de sus ojos mientras acuna la cabeza de Seungmin con cuidado—Seungmin-ah, no. No puedes dejarme, ¿entiendes? No puedes irte...
—No llores hyung, eres demasiado bonito para llorar— jadea Seungmin suavemente, de alguna manera todavía esbozando una sonrisa mientras la sangre gotea por su barbilla. Sus ojos se arrugan delicadamente en las puntas, casi brillando mientras mira a Minho con el universo en sus iris.
No ayuda que Seungmin sea así. Siempre tan fuerte, siempre preocupado por Minho incluso cuando es él quien necesita ser salvado. Minho limpia cuidadosamente la sangre del labio de Seungmin con la yema de su pulgar, el corazón tartamudea por la forma en que el chico más joven abre la boca para tomar otra respiración entrecortada y laboriosa.
—La ayuda llegará pronto, Seungmin-ah, solo espera un poco más—ruega Minho, pasando sus dedos por los mechones rubios de Seungmin. Lo había decolorado hacía apenas dos días, planeando teñirlo de morado. Ahora Minho tal vez nunca lo vea suceder.
—Sabes que te amo, ¿verdad?—Seungmin resopla, con ojos implorantes mientras mira a Minho de la forma en que lo hace. Como si pudiera ver a través de Minho y ama todo lo que ve: cada uno de sus pensamientos, la misma sangre que corre por sus venas—Te amo mucho Minho-hyung, mucho.
Minho cree que parece un ángel. Un halo rubio, ojos brillantes, voz dulce y el corazón más bondadoso.
—Yo también te amo ángel, mucho—Minho se ahoga con un sollozo mientras recorre el arco del pómulo de Seungmin, sin perderse la forma en que su rostro se sonroja por el esfuerzo.
—Bien, eso es bueno— murmura Seungmin. Minho puede escuchar la humedad en la voz del menor, puede sentir que su concentración se pierde.
No sabe qué más hacer, así que se inclina y presiona suavemente sus labios contra la frente de Seungmin. Minho quiere llorar por el frío que hace. Su hermoso Seungmin volviéndose piedra ante él. Lee Minho no pierde, no puede perder. No Seungmin. Así no.
—Estoy cansado, hyung—suspira Seungmin tan suavemente que Minho se lo habría perdido si no hubiera estado sosteniendo su rostro a centímetros de los labios de Seungmin—Creo que me iré a dormir ahora.
La mirada que había estado fijada en Minho se vuelve vidriosa. Seungmin respira entrecortadamente una vez más y luego se relaja en los brazos de Minho.
Minho grita.
—Seungmin, no—solloza—Lo siento, lo siento muchísimo. Por favor, no te vayas. Haré lo que sea. Por favor, no se lo lleven, por favor...
La visión de Minho se vuelve borrosa, pero presiona sus labios contra los de Seungmin una vez más. Son suaves pero fríos. El sabor metálico de la sangre deja una amargura persistente en la boca de Minho, al igual que el amargo anhelo en su corazón.
