Resumen:
Un Big Bang creó el Universo. Creó las estrellas y las 79 lunas de Júpiter, pero creó solo una para la Tierra.
Seungmin suspira por chan, lo ha hecho antes.
Nota:
Esto está vagamente inspirado en SF8: Baby, it's over outside (Película)
Un Big Bang creó el Universo. Creó las estrellas y las 79 lunas de Júpiter. Seungmin cree que el chico sentado frente a él es capaz de crearlos todos y más. Si pudiera, le pondría su nombre a todas las estrellas para que cada vez que levanten sus cansadas cabezas hacia el cielo, su nombre haga eco en el pulso de Seungmin.
El niño lo atrapa mirando fijamente: Las estrellas están en los ojos de Seungmin, está mirando una culminación de cuerpos en llamas, constelaciones que su mente murmura pero no hay forma, no hay nombre que darles, y ofrece una sonrisa torcida, hoyuelos cavando en sus mejillas.
Así, el Universo encuentra su hogar en el centro de su núcleo, debajo de sus costillas incendiadas, los huesos y cartílagos teñidos de naranja, su sangre sangrando napalm y el interior de su boca manchado de gasolina.
Piensa en ello durante los próximos tres mediodías. Minho mueve la frente en señal de reprimenda cada vez que se relaja —se va a casa con harina en el pelo morado—, pero ni siquiera la presencia del mayor es suficiente para alejar su cerebro de la creación de múltiples metáforas sobre el chico de la biblioteca.
—Hyung—, llama Jeongin, el honorífico rara vez utilizado llama su atención.
—Lo siento, ¿necesitas algo?—pregunta, con la lengua entumecida y espesa en la boca, el cráneo relleno de algodón, el dulce regusto de los sueños diurnos se oscurece lentamente y se vuelve amargo.
—Minho hyung está tratando de llamarte— señala, con un dedo delgado señalando la pantalla iluminada de su teléfono.
Responde con el corazón bajo la lengua.
—Hyung—le repite a Jeongin de hace unos momentos y escucha que la respiración de Minho se calma, ahora que está seguro de que Seungmin no encontró una manera que lo condujera accidentalmente a su muerte.
—Kim Seungmin— dice su nombre como una amenaza y Seungmin tiene que tragar otro trago de café tibio para escuchar al hombre al otro lado de la llamada.
—Lee Minho hyung~—canta, su voz es un cuchillo que intenta cortar la tensión que flota en el aire metálico entre su oído y el altavoz.
—Tu turno comenzó hace quince minutos—se queja, pero hay un tono más suave, está preocupado por su bienestar.
Seungmin se quita el teléfono de la oreja y frota la pantalla grasienta contra la mezclilla de su chaqueta. Habrá otro rasguño por el que se preocupará antes de acostarse. El tiempo brilla y de hecho llega tarde.