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Ari se encontraba acostada en su cama, viendo sus zapatos apoyados en la pared, pensando en cómo y por qué todo se había vuelto tan extraño entre Sam y Ella.

Suspiró con tristeza mientras sacaba una de las lindas galletas que su madre le había comprado a Sam esa misma tarde, las había tomado a escondidas y empezó a comerlas, sintiéndose demasiado deprimido para poner atención al hecho de que estaba comiendo algo que creyó odiar durante mucho tiempo.

Hasta que una linda chica apareció en su vida ofreciéndole las mejores galletas.

- ¡Spreen!

Estúpida mala costumbre de sus amigos de entrar a su habitación como si nada.

- ¡Toquen la puerta! - exclamó asustada y molesta, metiendo las evidencias de su gran secreto bajo su almohada con rapidez.

- Lo siento, tu mamá dijo que podíamos pasar-rió Juan antes de mirarla de manera sospechosa por sus acciones.

- Si, a la casa, no a mi habitación- rodó los ojos -¿Qué hacen aquí a esta hora? ¿No tienen casa?

-Duh, claro que si - dijo Filis, acostándose en la cama

-De ahí vengo, pero quiero pasar tiempo con mi mejor amiga que últimamente está más amargada de lo normal-acomodó la almohada bajo su cabeza, pero un
peculiar ruido lo hizo prestar atención.

-Mejor habla con nosotros, ¿por qué estás tan amargada?-se sentó en la cama el más bajo de todos.

- ¡Son galletas! ¡Estabas comiendo galletas! - interrumpió Filis al sacar todos los envoltorios y la galleta a medio comer debajo de la almohada de la Rubia.

- ¡Ari, te gustan las galletas! - exclamó ahora, Juan - Esto es demasiado para procesar - puso su mano derecha en su frente, fingiendo que estaba por desmayarse de manera dramática - Sucio mentiroso, me das asco.

Ari tapó su rostro, había sido descubierta.

- Ni una sola palabra, a nadie-dijo de manera amenazante, tomó los envoltorios y los dejó en su escritorio - Es que estoy deprimida, es eso.

-Lo sabía, no puedes odiar las galletas de Samy -sonrió Juan mientras movía sus cejas con picardía

- Están hechizadas o algo así, por eso estás tan loquita por élla.

- Ya, si, me gusta mucho élla y sus galletas, ¿felices?

-Ladróna, de seguro se las quitas a tu madre en lugar de pagar por las tuyas - señaló Filis.

-¡No es cierto! Siempre le dejo dinero en compensación de la desaparición de sus galletas - se encogió de hombros -

-Pero ya, si me gustan, dejen el tema.

Ambos chicos asintieron con una enorme sonrisa en sus bocas, pero sus expresiones cambiaron al verlo tan desanimada, y es que últimamente había estado así, todo lo irritaba, además, supieron por Spreen y Ama que Sam había estado muy diferente también, demasiado silenciosa y triste.

-¿Por qué estás tan desanimada?-preguntó directamente Filis -Y antes de que lo niegues o evites el tema, Sam está igual.

-No me habla - respondió sin darle vueltas al asunto, no tenía ni las energías para evadir el tema, era mejor enfrentarlo con sus amigos para desahogarse - No sé por qué, quizás porque lo besé, aunque no creo porque luego de eso todo siguió normal... A lo mejor se sintió mal después.

-Espera, ¿besaste a Samy?-preguntó Filis, poniendo su palma en su boca en señal de sorpresa.

- ¡Besaste a la niña!-exclamó Juan, abrazando con más fuerza la almohada que estaba a su lado.

☽ • 𝐂𝐎𝐎𝐊𝐈𝐄𝐒 || 𝐑𝐈𝐕𝐀𝐑𝐈 𝐀𝐔 • ☾ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora