Capítulo 7

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—¡Wooyoung, no! —gritó San.

Con el corazón desbocado por el miedo, San se abalanzó. Agarró a Wooyoung por la cintura y tiró de él hacia atrás en el último momento. El pitido del autobús sonó fuerte al mismo tiempo que el viento empujó fuerte sobre ellos.

Tirando de Wooyoung en un abrazo protector, San lo sujetó con fuerza. Estaba enfadado consigo mismo porque lo había salvado por los pelos, y triste porque Wooyoung hubiera tomado medidas tan drásticas.

Mierda, Paul no había exagerado. La vida de Wooyoung había sido un verdadero infierno hasta que escapó.

Dando un paso atrás en el callejón, San comenzó a acariciarle el cabello. Era consciente de lo fuertemente que su mano temblaba. Si la situación hubiera sido diferente, se habría reprendido a sí mismo. Le habían enseñado desde una edad temprana a ocultar sus emociones, sin embargo, la sola idea de perder a Wooyoung lo había dejado hecho un manojo de nervios.

Una vez que los sonidos del tráfico se apagaron, San le preguntó: —¿Por qué, cariño? ¿No te das cuenta de que no puedo vivir sin ti?

En lugar de sorprenderse por su propia revelación, San se preocupó más que nunca por Wooyoung. En vez de responder o saltar con un comentario tímido, la araña parecía ida. Tenía la piel fría y húmeda al tacto, los ojos muy abiertos, pero sin ver, y su piel más pálida que nunca.

—Tengo que morir. Entonces conoceré la paz —dijo Wooyoung con una voz casi inaudible.

Siguió repitiendo las palabras con voz apagada. Ante el miedo de que Wooyoung realmente se hubiera perdido, San dio un paso atrás y puso sus manos sobre los hombros de la araña. Dándole varios empujones, le dijo: —Wooyoung, vuelve. Por favor.

La cabeza de Wooyoung cayó hacia delante, pero esa fue la única reacción que obtuvo de la araña. Mierda, eso no era bueno. No era bueno en absoluto. Por primera vez en mucho tiempo, San sintió verdadero temor. No, más aún, una bola de horror lo adormecía.

Mirando alrededor, San vio que la acera estaba llena de seres humanos. Aunque odiaba llamar la atención sobre ellos, la necesidad de proteger a Wooyoung era más fuerte. Poniendo un brazo sobre sus hombros, comenzó a llevarlo hacia el coche.

Tuvieron algunas miradas curiosas a lo largo del camino, pero nadie dijo nada. San se habría sentido aliviado, pero su atención se centraba sólo en Wooyoung que seguía repitiendo su canto.

—Shhh... Vas a estar bien. Te lo prometo —susurró San.

Por toda la reacción que obtuvo podría haber estado hablando con el suelo. Trató de no dejar que eso lo desanimara. Llegaron al coche y metió a Wooyoung dentro antes de correr y sentarse en el asiento del conductor.

Puso en marcha el coche y condujo tan rápido como podía para llegar a la Sede. Probablemente rompió un par de docenas de leyes de tráfico a lo largo del camino, pero no le importaba un comino. Lo más importante era conseguir llevar a Wooyoung de nuevo a la Sede y a la enfermería.

Cuando finalmente llegaron a la fábrica de automóviles reconvertida, San ni siquiera se molestó aparcar. Se detuvo en la puerta y paró el coche. Al salir, se acercó y sacó a Wooyoung suavemente. Aunque las piernas del joven colaboraron y comenzaron a moverse, todavía seguía mirando hacia el espacio mientras repetía ese maldito cántico.

Una pareja de Halcones que estaban de guardia en el exterior, los miraban boquiabiertos. Decidiendo que necesitaban encontrar algo mejor que hacer, San les arrojó las llaves. —Aparcad mi coche, y mejor que no encuentre ni un rasguño en él.

Aunque los ojos de los Halcones se estrecharon como si quisieran argumentar, obedecieron. San introdujo el código para abrir la puerta y condujo a Wooyoung al interior. El primero en descubrirlos fue Hyunjin. Corriendo a su vez, Hyunjin puso su brazo alrededor de la cintura Wooyoung para ayudar a su hermano.

Serie de los CP 20 - Cuando San Fue Mordido por la ArañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora