Capítulo 2

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Wooyoung estaba sentado en el patio posterior de la Sede y trataba de disfrutar del sol de la mañana. Sin embargo, por mucho que lo intentaba, seguía teniendo problemas para relajarse. Tal vez era porque el patio no era más que una pequeña parcela de césped enmarañado. O tal vez se debía a la falta de sueño. También podría deberse a que no podía evitar la sensación de que estaba siendo vigilado. Cualquiera que fuera la razón, lo tenía colgando de un hilo y se sentía listo para salirse de su piel.

Respiró hondo en un intento de calmarse. No tenía nada que temer, se recordó. No sólo la coalición le había ofrecido refugio, sino que por primera vez tenía amigos. Además, era realmente capaz de caminar a través de su nueva casa sin preocuparse de ser pateado, golpeado, o peor, ya no tenía que temer que se burlasen de él o lo llamaran por nombres asquerosos.

Eso no le impidió saltar cuando la puerta se abrió inesperadamente. Girándose sobre sus pies, se dio la vuelta para enfrentar a quien estaba allí. Al mismo tiempo, su corazón latió tan jodidamente que era un milagro que no lo oyeran todos en Flint.

Cuando vio caminando a San, el pulso se le aceleró por otra razón. Aunque el miedo persistía, se unió una nueva emoción, el deseo. Lo que era estúpido, porque sabía que a nadie le gustan las Arañas, o para el caso los enanos, y él tenía el honor de ser las dos cosas.

Bajando la cabeza en señal de sumisión, Wooyoung miró desde debajo del borde de su cabello para observar al cambiaformas halcón. En el corto tiempo que llevaba allí, había oído muchas palabras asociadas a San: idiota, imbécil, cruel, homicida, jodidamente loco y mezquino.

Sin embargo, mientras lo estudiaba, se encontró en apuros para ver a San como cualquiera de ellas. En su lugar, le pareció tal como lo había hecho desde el momento en el que lo vio: valiente y guapo.

Aunque San podía parecerse a su hermano, en opinión de Wooyoung, Hyunjin no se acercaba a ser tan deseable. Hyunjin siempre llevaba el ceño enojado, como si estuviera cabreado con el mundo. San, por otra parte, mostraba momentos de compasión y humor. Claro, podía tratar de ocultarlo, pero Wooyoung los había visto a pesar de lo breves que eran.

Todo lo que San llevaba era de un negro apagado, desde sus botas a la capa con capucha que cubría su ropa. Era el uniforme de un asesino, el color lo ayudaba a esconderse mejor en las sombras. Incluso su pelo era oscuro, los mechones cortos y sin la mínima preocupación por la moda.

El uniforme estaba diseñado para resultar intimidante, pero en San, solo lo hacía más sexi. Por una vez en su vida, Wooyoung se encontró queriendo conocer de cerca y personalmente a alguien. Algo a lo que solo aspiraba porque sabía que no estaba ni de cerca en la liga de San.

—Te he estado buscando por todos lados —dijo el halcón a modo de saludo.

—¿A mí?

Wooyoung se dio cuenta de que se estaba apuntando a sí mismo y rápidamente dejó caer la mano, el calor subiendo por su cara. Maldita sea, ¿podría ser más un perdedor? No era de extrañar que el resto del mundo pensara que era un inútil.

Una cálida sonrisa apareció en el rostro de San. —Sí, ati.

Una manada de mariposas salió en estampida a través de

su estómago. No todos los días le sonreía alguien, y mucho menos San. Sintió la necesidad de pellizcarse para ver si realmente estaba despierto.

—¿Qué es lo que necesitas? —preguntó Wooyoung, encogiéndose cuando su voz sonó tan alta.

—Oí a Kun decir que necesitabas algunas ropas nuevas, por lo que me ofrecí a llevarte.

—¿Por qué? —espetó Wooyoung.

Serie de los CP 20 - Cuando San Fue Mordido por la ArañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora