Capítulo 1

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A través de la amplia ventana de la oficina, de la exitosa empresaria tailandesa, Meena Chatamonchai, se puede apreciar casi toda la ciudad de Bangkok. Desde los santuarios ornamentados que recuerdan su legado cultural, pasando por los enormes rascacielos resultado de la modernización del país, hasta las tranquilas aguas del rio Chao Phraya. Sí, nadie puede negar que la señora Chatamonchai goza de una de las mejores vistas, sin embargo, ella pocas veces lo toma en cuenta ya que siempre está ocupada en su trabajo. Meena es dueña y administradora de una cadena de hoteles lujosos que su padre le heredó y que esta distribuidos por todo el país. Ella, motivada o más bien, casi obligada por su padre, había estudiado gestión de negocios en la Universidad. No puede decir que la pasa mal, a fin de cuentas, le gusta tener una posición de poder y resulta que es muy buena para los negocios. El único problema que tiene es que hace tres años, cuando heredó los negocios de su padre, luego de su muerte, también heredó sus problemas.

El teléfono suena en la silenciosa oficina de Meena. Ella detiene la escritura de un correo electrónico. Mira de forma furtiva el teléfono a la espera de que el sonido se detenga. La llamada cesa, pero segundos después vuelve a repetirse. Rueda los ojos hacia arriba, un gesto que devela cuando algo la fastidia demasiado. Levanta el auricular y contesta de mala gana.

— Te pedí que nadie me interrumpiera.

— Lo sé señora, pero hay unos caballeros que insisten en verla.

— ¿Tienen cita?

— No, les dije que sin cita no podía entrar, pero ellos se niegan a irse.

Se muerde el labio inferior en actitud preocupada. En el fondo sabe quiénes son, pero le sorprende que se hubieran atrevido a venir hasta a su oficina. Le dijo a su secretaria que los dejara pasar, pero que le diera unos minutos para estar lista.

Cierra su computadora y se levanta. Entra al baño privado que tenía en su oficina, un capricho ostentoso que su padre se había regalado y que ahora ella disfrutaba. El baño en sí parecía otro departamento, tenia una amplia tina de baño, un tocador con un espejo enorme y varios vestidos y trajes sastres guardados en un closet que abarcaba una de las paredes. Prende las luces del espejo y observa su aspecto. Lleva puesto un pantalón negro que le queda ligeramente holgado, un cinturón delgado, y una blusa blanca con cuello en V. Su cabello lo había recogido en una coleta alta. Le gusta cómo se ve, ni muy provocativa ni muy simplona, aun así, mira de nuevo su escote y decide agregar un saco del mismo color del pantalón. Después, abre uno de los cajones del tocador y saca una caja llena de labiales costosos, se retoca los labios con color rojo. El contraste entre su piel blanca es maravilloso.

Meena es la clase de chica que la gente siempre voltea a ver, ya sea por su personalidad tan segura e inteligente o por su belleza elegante y seductora. De pequeña, había usado frenos y eso la había hecho sentir insegura, pero a mitad de su adolescencia se reveló la belleza que la acompañaría. Poseía una boca pequeña, pero el labio inferior era grueso. Su rostro fino y delgado parecido al de las musas griegas aligeraba su personalidad dominante, sin embargo, lo que más impactaba de ella, eran sus ojos color avellana, ojos ligeros y rasgados cuya mirada transmitía ternura y al mismo tiempo seducción.

Se coloca un poco de color en las mejillas, no quiere verse demasiado pálida. No es que quiera impresionar a los hombres que la están esperando, definitivamente no es eso, solo no quiere verse inferior a ellos, quiere mostrar seguridad y fortaleza, aunque ahora mismo sienta que carece de ambas cosas. Antes de regresar a su escritorio y esperar la entrada de aquellas visitas inesperadas, apaga la televisión que suele tener prendida a esas horas. Minutos después, dos tipos vestidos con trajes color gris, de una marca bastante costosa, entran y se sientan frente a ella.

La Flama (MEENBABE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora