"Capítulo 4: "Recuerdos del pasado".

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Mientras que caminábamos asía el local Pato Onírico, Raer empezó a recordar momentos de su pasado.
―Hace unos años, cuando aún estaba en mi mundo, todo era diferente. Yo era un joven que vivía solo, hasta que conocí al amor de mi vida. Se llamaba Natacha y era la mujer más hermosa que había visto en mi vida ―dijo Raer.
―Nos pasábamos los días hablando de sus sueños como si los hubiera vivido ya y de cómo sería cuando yo fuera a vivir con ella en ese mundo de sueños. Ella decía que venía de ese mundo, yo no le creía, solo le seguía el juego para no arruinar su forma de contar su sueño de su vida pasada en ese mundo. Solía sonreír mientras contaba su sueño.
―Hasta que un día desapareció de mi vida y solo dejó una carta diciendo "volví a casa. Búscame en el mundo de los sueños". Yo no sabía qué hacer ni por qué me había abandonado, pero sí sabía una cosa: aún la amaba. Y que no iba a dejar las cosas como estaban, así que la busqué en internet. Pero era como si se hubiera esfumado de la faz de la tierra, ya que no había rastro de ella en ningún lado. Era como si no existiera. Tampoco encontré el lugar de donde provenía ella, pero nunca dejé de buscar ―continuó Raer.
―Un día, después de volver de muchos lugares, volví a casa. Estaba tan agotado que me recosté en la cama un rato y quedé dormido. Desperté en una pesadilla, como últimamente había estado teniendo pesadillas, donde yo de alguna manera siempre tenía el control de las criaturas que aparecían en las pesadillas. No sé por qué las controlaba, solo empecé a pensar que tenía un don para hacerlo.
―Unas de las criaturas que aparecían en mis pesadillas siempre me guiaban a una puerta blanca, pero yo no me atrevía a pasar. Hasta esta vez, de alguna manera sentía que era el momento de tomar la decisión de atravesar la puerta. Así que lo hice. Del otro lado de la puerta había una aldea en los árboles, un lugar lleno de criaturas y seres que no pertenecían a ningún lugar de mi mundo. Solo había oído hablar de esas criaturas a través de los sueños que me contaba Natacha, el amor de mi vida. Ninguna era como las criaturas de las pesadillas del lugar de donde había venido.
―Ahora que se me había presentado la oportunidad de conocer el mundo de los sueños del que tanto me habían contado, era hora de decidir si seguir en busca de mi amada Natacha. Un extraño que me vio salir de la puerta se acercó a mí.
―Hola viajero de sueños ―dijo el extraño.
―Bienvenido al mundo onírico, viajero ―añadió.
―Muy pocos llegan al mundo onírico por esa puerta por donde entraste, viajero de sueños. Los que lo hacen es porque son especiales de alguna manera y porque tienen una misión importante que cumplir ―explicó el extraño dando la bienvenida al mundo onírico.
―Por cierto, ¿cómo te llamas, viajero? ―preguntó Edward Cros, el extraño.
―Me llamo Raebaldfrid pero puedes llamarme Raer ―respondió Raer.
―Perdón por no haberme presentado antes ―dijo Edward Cros disculpándose―. Soy Edward Cros y vivo aquí en los Paisajes de las Mil Maravillas, que es como se llama la dimensión en la que estamos del mundo onírico. Es un placer conocerte, viajero de los sueños... digo Raer ―añadió riendo―. Estoy medio loco, no me hagas caso.
―No te preocupes por eso Edward. ¿Por qué me llamaste viajero de los sueños?  ―preguntó Raer sorprendido.
"Te llamé viajero de los sueños porque llegaste por primera vez a través de la puerta por donde solo unos pocos han cruzado. Los que cruzan esa puerta son todos viajeros de sueños. Y la otra es que los viajeros de sueños viajan a través de sus sueños cruzando puertas a otros mundos, dimensiones y sueños de otros seres, criaturas y otros soñadores. Pero eso también depende de la habilidad de cada viajero de sueños. Por eso fue que te reconocí como viajero de sueños, Raer" ― explicó Edward Cros.
"Creo que ya entiendo algo, pero gracias Edward. Busco a una soñadora importante para mí en este mundo, se llama Natacha y es la mujer que amo. ¿Dónde puedo encontrarla? Si sabes de su paradero o dónde encontrarla, Edward, te lo agradecería enormemente" ― comentó Raer.
"Raer, yo conozco a muchos soñadores de estas tierras, pero a ninguna que se llame Natacha" ― respondió Edward. "Pero cuéntame cómo es esa chica a la que amas, dime su aspecto y quizás pueda preguntarles a algunos soñadores que conozco de por aquí cerca si han visto a esa chica".
"Ella es rubia, de ojos azules, muy hermosa y joven. Natacha me contó de sus aventuras en este mundo y por su forma de contar sus sueños parecía que era muy reconocida por sus hazañas en cada rincón de este mundo. Y ahora me vienes con que nadie la conoce como si se esfumó o se olvidaron de ella" ― respondió Raer muy afligido ya que no entendía el porqué de su desaparición también en este mundo.
"Raer, siento no ser de mucha ayuda. Lo único que puedo hacer por ti es que vayas a Las praderas de buscador de sueños, allí quizás te puedan ayudar como se debe" ― respondió Edward. "Pero en eso sí que no puedo ayudarte es algo que tienes que hacer solo".
"Okey, Edward no preguntaré más pero no sé por qué no puedes acompañarme en mi búsqueda" ― contestó Raer.
"Porque yo no soy el indicado para acompañarte en tu búsqueda Raer. Pero otros sí lo harán, solo tienes que tener fe y esperanza y tener paciencia" ― continuó Edward. "Casi lo olvido, Raer. Antes de que te vayas a tu siguiente parada, Las praderas del buscador de sueños son para buscar objetos perdidos. También hacen una excepción para buscar a otros soñadores que están desaparecidos. No dejes de pasarte por allí".
"Bueno, eso haré. Nos vemos, Edward. Aquí me despido" ― dijo Raer despidiéndose.
"Nos vemos" ― dijo Edward.
De camino a Las praderas del buscador de sueños vi muchas criaturas cotilleando. Parecía que ya se había extendido la noticia de que atravesé la puerta de los viajeros de sueños. Y de otras cosas que no entendí muy bien, pero sus miradas estaban encajadas en mí. Eso me hacía sentir como un extraño más del lugar. Hasta que por fin llegué a las praderas. Había una casa en el árbol donde decía en un cartel el nombre del local. Cuando entré, el lugar estaba lleno de soñadores por todos lados, puestos para sus cosas y ninguno de ellos me fijó la mirada. Parecía como si no les hubiera llegado la noticia aún.
"Hola, soy un miembro del equipo de búsqueda de las pradera del buscador de sueños. Nuestra misión es buscar objetos perdidos en mundo onírico. Venga por aquí, por favor" ―dijo el miembro del equipo de búsqueda.
―Hola, soy Raebaldfrid y busco a mi amada Natacha, que es de este mundo onírico. ¿Qué tengo que hacer para que me ayuden en mi búsqueda? ―dijo Raebaldfrid.
―Okey, Raebaldfrid, espera un momento, ahora te atiendo ―respondió el miembro del equipo. ―Puedes llamarme Rosalía.
―Está bien, Rosalía, aquí te espero ―respondió Raebaldfrid.
En lo que esperaba, vi como Rosalía pasaba el rato cotilleando con otros miembros de su equipo hasta que por fin vino hacia donde estaba.
―Perdón por hacerte esperar tanto. Llena este formulario de búsqueda de la soñadora que quieres encontrar ―dijo Rosalía con cara de sorprendida y confusa.
Llené el formulario en el que ponía el nombre, el aspecto y la personalidad, y otras dos preguntas que no entendí: cuánto me quería Natacha y cuánto era el amor que ella me tenía. No entendí mucho, pero las respondí.
―Toma el formulario, ya lo terminé, Rosalía ―dijo Raebaldfrid.
―En un momento te llamo para que pases a la sala donde encontrarás a las soñadoras que buscas ―contestó Rosalía como si ocultara algo importante.
―Aquí espero ―respondió Raebaldfrid confuso por la situación que no acababa de entender.
Unos minutos después...
―Raebaldfrid, pase por aquí a la sala segura donde podrán hablar con toda la seguridad y privacidad que les damos a nuestros clientes ―dijo Rosalía tratando de que no sospeche nada.
Pero no pudieron engañarme porque esa chica que me presentaron, por su forma de hablar, de mirarme y de llamarme, no era la Natacha que yo conocía. Era más un robot que una chica normal. Me enfurecí como una furia, rompí un montón de cosas y por eso me echaron del lugar. Quedé con tanto remordimiento por dentro, pero como siempre me había dicho que no me iba a rendir en su búsqueda, seguí adelante y volví al mismo lugar una y otra vez. En algunos momentos que me dejaban solo, me colaba en la compañía de la pradera del buscador de sueños y acabé averiguando que crearon a esa soñadora con la energía de los sueños. El que lo creó era alguien al que llamaban "creador de sueños".
Y por eso salí hecho otra furia diciendo todo el tiempo que eran unos mentirosos que lo único que hacían era engañar a todos. Pero nadie me creía y me volvieron a echar otra vez. Fue ahí donde nos encontramos por primera vez Gariel.

Un sueño en otro mundo. (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora