Capítulo 10: "El grito de batalla".

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                          Tercera parte

Llegué al cementerio hecho una furia. No podía creer que después de tanto tiempo juntos, se separara de mí. Yo creía que nuestro amor era eterno, pero veo que no fue así. ¡Qué decepción! Aún no puedo creerlo, y más aún cuando conozco al que creí que era mi alma gemela, que era un ser de noble corazón y que no se atrevería a traicionarme. Tengo que seguir adelante. Voy a llevarles la peor de las guerras, los terrores más horripilantes al reino de los sueños y a los otros universos, y a cada soñador, para que sientan la furia de mis antepasados. Le conté todo esto que siento a Sangur.
—Ves, mi señor, en todos los lugares hay traiciones, matanzas y deslealtades. Desde ahora, con vuestro poder y con su carga, digo, con la nuestra, llevaremos el reino a un nuevo terror sobre sus habitantes. ¡Buuaajjaja! —respondió Sangur, tratando de levantarme el ánimo—. Ya nada se nos interpondrá en nuestro camino. Eso será un seguro de vida.
De repente, salimos del cementerio y atravesamos velos mentales entre el umbral. Como guardián, ya me era más fácil cruzarlo y llegar más rápido a donde quería ir. Sangur abrió las puertas del salón del guardián pesadillas, mostrando una postura firme ante el alto mando que lo regía.
—Ha llegado el momento que todos hemos estado esperando. Raer se ha convertido en quien debe ser. Es hora de reunir a los generales —dijo Sangur con un tono de autoridad.
—Por fin, Sangur. Ve a prepararte para la guerra y déjanos solos. Ah, y haz llamar a los otros para la guerra —se levantó el guardián pesadillas y respondió con una voz fuerte e inquebrantable.
—Haz lo que dice Sangur —dije.
Sangur fue caminando hacia atrás, inclinado hacia adelante, manteniéndose fuerte ante la presencia de ambos guardianes, que eran más fuertes que él mismo. Cuando llegó a la puerta, la cerró y se retiró.
—Bien, qué bien me siento estar presente ante ti y ver esa marca, Raer —dijo el guardián pesadillas con una sonrisa de lado a lado—. Dime, ¿cómo te sientes ahora al ser uno de los nuestros y haberte convertido en nuestro líder?
—Odio y tristeza profunda es lo que llevo clavado en el corazón con todo lo que me contaron —respondí, sentándome de un tirón, furioso como un terremoto—. Así es como me siento, si es que hay que sentir algo.
De repente, se abrieron las puertas de la sala y entró Luniervos como si fuera el mejor para recibir a sus líderes de alto rango.
—Luniervosss, ¿dónde estabas? Se suponía que acompañaras a Raer en todo momento y lugar sin separarte de él —dijo el guardián enfurecido.
—Perdón, perdón, pero no pude seguirles el ritmo a Sangur. Enseguida atravesaron el velo. Usted sabe que para poder estar con ellos tiene que ser uno de ellos quien me transporte al lugar donde van —respondió Luniervos, aterrado.
—Es lamentable que uno de mis generales sea un idiota medio cobarde para no decirle más. Que tenga miedo de estar ante mi presencia —pensó el guardián pesadillas—. Por lo menos mis otros generales son más sobresalientes.
Empezamos a oír una melodía sádica, sedienta de sangre.
—Llegó Estronlon, general de las tierras sin fin. Jajaja, ya era hora de que llegara —dijo el guardián pesadillas con buena autoestima.
Era un general con armadura, con la cabeza emplumada de color verde y con un pico amarillo, como si fuera un ave. De repente, se arrodilló.
—Yo Estronlon, general de la música del terror y de las tierras sin fin, juro eterna lealtad al gran líder y guardián del umbral —dijo con firmeza el segundo general de las pesadillas—. Que la fuerza divina te proteja para siempre. Esto se merece un ritual del grito de batalla antes de la gran guerra.
—Ahí vamos otra vez —dijo el guardián pesadillas.
Y así comenzó el ritual de pesadillas. Según cuenta Estronlon, el grito de batalla se hace siempre antes de una batalla para recordar antiguas guerras y reunir tanto a los generales como a sus ancestros, a los que conocí a través de su historia.
Muchas criaturas llegaban de todos lados, incluso sombras. Todas daban un grito oscuro y tenebroso que a mí no me aterraba, más bien lo disfrutaba. Luego pasaban y se formaban grupos enormes alrededor mío, sin temor ante mi poder que solo convertiría a las criaturas en seres de nobleza y legendarios si la balanza se inclinara hacia la paz y el amor. Pero como no era así y estaba en odio y una gran tristeza, las criaturas se transformaban en seres monstruosos de grandes proporciones y temibles.
Luego llegaron los dos últimos generales, hermanos de batalla y grandes leyendas contadas alrededor de ellos dos. Uno era el gobernante de las tierras de las penumbras llamado Crontor, y el otro era el gobernante de las tierras de los oscuros espías del submundo lleno de cavernas oscuras, donde se crean a los más incuestionables conocidos como los Umbras.
Crontor era una criatura titánica de poca edad pero ya se le consideraba uno de los generales más notables. Tiene una cabeza parecida a la de un zorro, pero con ojos inquietantes y una sonrisa siniestra. Su cuerpo alargado y delgado está provisto de dos brazos y cuatro patas retorcidas. Su cola es larga y ancha, similar a la de una ardilla, y en su extremo se encuentra un rostro macabro. Su pelaje es negro y grisáceo, con destellos rojizos en sus ojos inquietantes y la sonrisa tenebrosa. Esta combinación de colores acentúa su naturaleza siniestra y aterradora. Algún día quiere ser como sus ancestros, ser de grandes proporciones y volverse el máximo gobernante de la dimensión pesadillas.
Broswol era una sombra mutante con tres orificios en la cara que representaban los ojos y la boca, y un largo pico con otra boca más también de grandes proporciones en tamaño. Tenía dos brazos y cuatro patas, así como una cola. Ambos me juraron lealtad eterna y confiaban en su bisabuelo sin chistar, la criatura técnica que me eligió como su elegido para gobernar.
Crontor y Broswol empezaron a reír con una sonrisa que se oía así: "Jii jii ah ah ooh!, Jii jii ah ah ooh!", se oía como una especie de canto rítmico.
— Raer, veo que no nos temes. Eso nos agrada, es por eso que nos reímos. Esa es la risa que nos enseñó nuestro bisabuelo y queríamos compartirla contigo —dijo Crontor, aún riendo, esa risa rítmica como música.
— Al menos se pudieron despedir de él —dije y me uní con ellos a reír así como ellos—. Era algo que no debía dejar pasar, no sabría hacia dónde nos llevaría el futuro.
Y el ritual terminó con nosotros tres riendo al ritmo de una canción.
Jii jii ah ah ooh! Jii jii ah ah ooh! Jii Jii ah ah ooh! Jii jii ah ah ooh!

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⏰ Última actualización: Dec 30, 2023 ⏰

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Un sueño en otro mundo. (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora