Capítulo 8 "El cementerio de las criaturas Titánicas".

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                        Parte dos

Luniervos salió del salón del guardián de pesadillas y caminamos por un estrecho pasillo, pero de repente ya no estábamos en los pasillos de la residencia del guardián. Habíamos cambiado de zona sin darme cuenta. Habíamos llegado a un pueblo fantasma lleno de sombras. Luniervos se quedó mirando el lugar.
—Hemos llegado al pueblo pesadilla. Ya saben que estamos aquí —dijo Luniervos.
—¿Cómo fue que llegamos? Ni siquiera me di cuenta —preguntó Raer.
—Eso es porque pasamos el umbral invisible. Solo los generales pesadillas saben por dónde ir para llegar aquí. Mira, vienen a recibirnos la criatura de pesadillas, sombra eterna.
—Síganme por aquí. El viajero de sueño pesadilla los está esperando en el centro del pueblo —dijo la sombra meticulosamente.
Seguimos a la sombra por callejones oscuros, repugnantes y sombríos. Solo habían pesadillas y muchas carcajadas haciendo eco entre sus callejones. Las casas de madera del pueblo se estremecían de un lado a otro y formaban todas juntas una enorme sonrisa macabra. Hasta que entonces llegamos al centro del pueblo. Allí nos esperaba una criatura encapuchada con ojos horrendos y grandes dientes que nos hizo una reverencia.
—Es el chico al que le debo mostrar mi presencia, General Luniervos —dijo el encapuchado misterioso.
—Sí, es él —respondió Luniervos con respeto—. Y en un susurro dijo: Ya es el momento que estábamos esperando todos. El guardián pesadilla está ansioso por obtener resultados. Enséñale lo que tienes que enseñarle y esperamos buenas noticias.
—Bien, bien, déjame solo con el joven viajero. Le enseñaré mis métodos para viajar entre sueños y encontrar a los objetivos, General Luniervos —respondió el Viajero de Sueño de Pesadilla en un susurro.
—Raer, ve con él. Te enseñará todo lo que sabes sobre los viajes de sueños, entre otras cosas sobre el dominio de tus otras habilidades —dijo Luniervos—. Yo estaré por aquí cerca esperándote.

—Ok, Luniervos —respondió Raer.
—Ey chico, sígueme. Conozco un buen lugar donde podemos obtener un gran poder y conectar con la zona —dijo la criatura de pesadillas—. Puedes llamarme Sangur el Sangriento o solo Sangur. Y tranquilo, bajo mi protección nada puede pasarte.
—Solo te llamaré Sangur —dijo Raer con respeto hacia lo que sentía ante sus mayores de alto rango.
Empezamos a caminar y de repente la zona cambió. Ahora estábamos en un cementerio de criaturas titánicas de gran poder y Sangur empezó a hablar otra vez.
—Veo que te sorprendiste por segunda vez, Raer. Si es lo que ves, estamos en un cementerio de criaturas divinas que reinaron en la era cuando el guardián de pesadillas y los guardianes de los sueños no eran más que meros creadores de sueños. Leyenda Raer cumplió con su objetivo como los creadores que son y hicieron a guardianes protectores cada uno de su propia dimensión propia con sus leyes y reglas. Todavía no hay nadie en este mundo, tanto como para las dos partes, que haya llegado a ser como los grandes antiguos llamados Soñadores Primigenios. Ellos son capaces de trascender la realidad y hacer cualquier cosa a su antojo, especialmente todo lo que desees sin reglas ni límites. Ellos fueron los que crearon el mundo de los sueños y también el mundo de las pesadillas. Pero bueno, un poco de la historia de este mundo no viene mal —explicó Sangur mientras Raer se quedaba pensativo y atento a todo lo que le contaba.
—¿Cómo que me sorprendí por segunda vez? No entiendo —preguntó Raer confundido.
—Lo sé porque yo lo veo todo con mis habilidades. Vi cuando pasaste el primer umbral y te sorprendiste por ello, y ahora lo volviste a hacer —respondió Sangur cambiando de tema—. Yo sé quién eres en verdad, Raer. Vi cuando tuviste tu primera pesadilla, vi lo que hiciste, cómo convertiste a la criatura de pesadilla en una bestia sagrada de tu mundo. Te digo esto porque para poder enseñarte lo que sé, necesito entenderte a ti y a tus poderes, cómo te sentiste en ese momento, Raer.2
—Me sentí sin miedo, en control de que podía controlarlo todo, pero las pesadillas a mi alrededor me cogieron miedo y no sé quién soy en realidad. ¿De qué me conoces? ¿Cómo sabes quién puedo ser? —respondió Raer confundido otra vez.
—Raer, eres alguien poderoso y detrás de ti hay una historia por contar. Tus poderes residen en una de estas criaturas titánicas. Fuiste elegido por una de ellas desde tiempos antiguos, de la era de la que te hablé. Desde el momento en que vi tus habilidades en acción, tuve el presentimiento de que eres el guardián del umbral, alguien con el poder de cruzar mundos a voluntad sin barreras que lo detengan —explicó Sangur con determinación—. Aquí está esa criatura, quiero que cierres los ojos y toques sus huesos colosales, y sientas su aura. Quiero que la sientas por ti mismo y me digas cómo te sientes, Raer.
Toqué los huesos y sentí una paz tristeza que casi hasta lloré por sus recuerdos. En las antiguas guerras del pasado contra los creadores de sueños Leyenda, que ahora son los guardianes actuales, solo uno fue quien lo apoyó y se convirtió en el guardián de pesadillas. Él y sus seguidores. Sangur estuvo presente, por eso sabe tanto de ese momento. De repente, fui trasladado a otro lugar, a un templo con grandes estatuas de criaturas colosales, donde había una que creí en ese momento que también lo era. Pero no, porque esta me miraba fijamente y abajo un fuego azul se encendió. La criatura empezó a hablar, pero yo me sentía tranquilo, sin miedo alguno. Sentí su aura y la mía, y la de la criatura se entrelazaron y fluían por todos lados.
—Tú eres mi heredero, reconozco tu aura. Es igual a la mía. Siento tu poder, que transformas a otras criaturas tanto para bien como para mal si eres el —dijo la criatura con voz firme y gruesa—. Por favor, dime tu nombre, que no lo recuerdo. He pasado mucho tiempo aquí encerrado, trascendiendo el peso del espacio y el tiempo. Esto aquí es como un recuerdo mío que le cedería a mi heredero legítimo, como el que eres tú, muchacho de tierras lejanas.
—Me llamo Raebaldfrid, pero puedes decirme Raer. Y a ti, ¿cómo puedo llamarte? —dijo Raer con admiración hacia la criatura colosal de su pasado.
—Realmente no tengo nombres específicos, pero puedes decirme como quieras. Solo el heredero puede hacerlo —respondió casi llorando—. Ya debo ser un mero recuerdo de antiguas leyendas y textos antiguos. Supongo que ya he muerto si tú estás aquí.
—Sí, así es. Siento mucha lástima por usted. No me aguanto esta tristeza y este enojo enorme que siento —dijo Raer casi llorando—. Pero ¿cómo empezó todo? ¿Qué resultó ser así de esta manera tan cruel y desgarradora?
—Todo empezó por un conflicto interno cuando decidí crear un mundo solo para los monstruos que no tenían hogar. Eso se remonta a la época de los soñadores primigenios. Algunas de las otras criaturas colosales se pusieron de acuerdo. Teníamos el alto mando y gobernábamos a las del bajo rango, como los creadores de sueños Leyenda, que en ese tiempo ascendieron a guardianes elegidos por nosotros con un gran poder. Pero ellos acabaron revelándose contra nosotros porque querían mantener la ley de los soñadores primigenios, y nosotros no estábamos de acuerdo con eso. Así que fuimos a la guerra, que duró muchos mundos. Perdimos rotundamente porque uno de los nuestros nos traicionó y se unió al bando ganador, el de los guardianes de los sueños. Pero no todo se perdió; pudimos crear la dimensión pesadillas, un espacio que creamos solo para los monstruos, pero que acabó siendo corrompido por la venganza y el odio hacia los sueños. Esa es la triste verdad de todo esto —explicó la criatura divina de pesadilla llorando pero manteniéndose fuerte en toda la historia—. Pero tú, mi heredero, eres el que puede liderar a las pesadillas con sed de venganza hacia su destino final.
—Tranquilo, descansa en paz. Luego de encontrar y hacer que se una a mí, haré que el mundo de los sueños caiga en la agonía y el sufrimiento por el que han pasado todos ustedes —respondió Raer con determinación—. Déjamelo a mí. Es una promesa firmada con sangre.
—Solo con tu poder, ese que me perteneció a mí una vez, podrás doblegar a las pesadillas de bajo rango por debajo de ti —dijo la criatura colosal antes de desaparecer sonriendo—. Así que te dejo un regalo más antes de despedirme, Raer. Te concedo el poder de guardián del umbral. Y al único al que no podrás doblegar es al guardián pesadillas, pero cuando vea que tiene mi marca protectora, cambiará de opinión.
Y entonces desapareció, y yo estaba hecho un mar de lágrimas. En el momento en que me volví, Sangur estaba arrodillado como todo un guerrero leal ante su líder. Lo levanté.
—Todo está listo para ti, mi señor. Lo demás espera tu llegada —dijo Sangur con lealtad y firmeza—. No tienes que usar tu poder con nosotros; haremos lo que nos pidas. Si quieres, puedes usarlo para que veas que no te traicionaré. Tú tienes el poder de llegar a donde quieras; solo necesitas un guía que te lleve a donde quieres ir, y yo seré ese guía como lo he sido todo este tiempo, mi señor.
—De acuerdo, Sangur. Confío plenamente en ti —respondió Raer confiando en él.

Un sueño en otro mundo. (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora