capitulo 3- Yaqeeved

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Al caer la noche, todos en la aldea se estaban preocupando.

— ¿Alguien ha visto a Jushur? Grita Kor algo furioso.

—Etum, dime que Jushur está en tu casa con Birs.

—Yo no los he visto —dice el viejo Etum— pregúntale a Aya, esos tres siempre están juntos.

—Claro, ese Arion siempre los mete en problemas, iré con Aya.

Kor corre enojado directo a la casa de Aya y Lili, listo para castigarlo.

Kor se la encuentra en el camino, y puede notar que luce más preocupada que él.

— ¿Jushur está con ustedes? —Dice Kor molesto.

—No, no lo he visto —dice Aya algo preocupada pero muy molesta. ¿No sabes dónde está Arion? Lo mandé a buscar Acerolas al campo de cultivos hace algunas horas, pero ya está a punto de anochecer y no vuelve.

—seguro se distrajeron con alguna tontería, iré a buscarlos—.

—No se preocupen por ellos, están creciendo, sienten curiosidad por algunas cosas, seguro están bien —dice el Viejo Etom qué había seguido a Kor.

Kor mira a Etom con desagrado y se va directo a los cultivos junto a Aya.

Al llegar ya es de noche y todos los animales diurnos ya han desaparecido, dando paso a la calma de la noche, llena de estrellas y animales susurrando, tratando de no ser descubiertos por sus pequeñas presas.

Kor, caminando con rudeza aplasta uno de estos pequeños depredadores sin siquiera darse cuenta. Los campos de cultivos son planos y se puede ver a kilómetros de distancia sin problemas, pero ninguno de los tres niños se encuentra a la vista.

— ¿Dónde estarán? —pregunta Aya en voz alta.

—Solo hay un lugar donde se puede conseguir Acerolas —dice Kor a punto de estallar por la ira. —reúne a los mejores hombres, Aya. Iremos a la montaña de la luna.

—No creo que ellos sean tan tontos como para ir hasta allá, y menos en la noche.

—Me dijiste que estaba tú, hijo, ¿no es así? —dice Kor sin siquiera voltear a ver a Aya.

—Tienes razón —dice Aya molesta por el comentario pero algo decepcionada de su hijo.

En pocos minutos tienen reunidos a más de una docena de grandes guerreros dispuestos a ir a la montaña de la Luna sólo porque su jefe se los dice.

En pocos minutos tienen reunidos a más de una docena de grandes guerreros dispuestos a ir a la montaña de la Luna sólo porque su jefe se los dice

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—Mi señor, ¿crees que los encontremos vivos?

—Eso espero, quiero matarlos con mis propias manos —dice Kor sin vacilar— mientras se adentran en la jungla, estén atentos por si hay huellas.

Caminan durante algunas horas hasta llegar a la antigua estatua del Gran Noab, la cual pasan sin siquiera prestarle atención, como si ya estuvieran acostumbrados a ella o si no les importara.

Las Crónicas de Arion Horrores de la JunglaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora