Infancia Desgarrada Parte 5

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Todos los guerreros decidieron ir con Kor, algunos dispuestos a morir por él, otros con la esperanza de sobrevivir a su lado, pero todos van con la moral en alto gracias su discurso, todos van dispuestos a acabar con esas bestias, preparados para cualquier cosa.

Drox se acerca a Kor y le pregunta preocupado.

—Mi señor, algunos hombres quieren saber que tan grande son las bestias adultas. Queremos estar preparado para cuando las vayamos a enfrentar—.

—Las adultas son más grandes que un hombre adulto —dice Kor sin dejar de caminar, con La mirada fija a la copa de los árboles—. Deben medir como 3 metros de alto, eso sin contar cuando están erguidas en sus malditas patas trasera. —. El viento sopla con fuerza ajitando con furia los árboles justo cuando Kor termina de hablar, como si la jungla misma les estuviera jugando una broma pesada a los Guerreros que no están del todo convencidos, creando más dudas que antes y quebrando la voluntad que ya estaba frágil.

Uno de los guerreros alza las voz para exclama sus quejas, sin importar el daño que pueda hacerle a la confianza que recién acaban de ganar.

— ¿Cómo diablos se supone que nos enfrentaremos a miles de esas criaturas? ¡Apenas y pudimos con una sola!

Kor solo lo ignora y sigue su camino, sin vacilar. Teniendo en mente las atrocidades que había vivido de niño.

—Oye, Kor. Responde. ¿A dónde se supone que vamos —dice el mismo Guerrero que está esparciendo lentamente el pánico.

Kor sigue caminando, ignorando todo lo que le dice, sin dejar de ver los árboles, sin ver por dónde camina, ignorando todo el lodo que le cubre los pies, sin prestar atención a la densa selva que le dificulta el caminar y rosa las partes desnuda de su cuerpo. Kor solo puede mirar el rastro que esas criaturas han dejado en los árboles, con la esperanza de poder encontrar a su hijo.

—debemos ir a esos árboles que están a la distancia, allá podemos encontrar el rastro de los niños —dice Kor muy seguro de sus suposiciones—.

— ¿Cómo estás tan seguro de eso? —dice otro de los soldados que no está tan convencidos de seguir buscando—.

Kor se voltea molesto, viendo con furia a sus soldados, respirando como un toro furioso.

— ¡Cuando regresemos me aseguraré de corregir a mis supuestos guerreros de élite! —Grita Kor, resonando su voz entre los árboles. — ¿Acaso no saben rastrear? ¡Solo miren la copa de los árboles, es fácil saber a dónde van esas cosas. Miren esos árboles a lo lejos, obviamente son de Acerolas, que es lo que buscan Jushur y los otros —Kor se voltea sin decir ni una palabra más, e intensifica la velocidad de sus pasos, dejando atrás a algunos de sus hombres—.

— ¿Cómo es que sabes tanto sobre esas cosas? —Pregunta Umbarum—.

—Cuando era niño también me adentre a la selva, al igual que Jushur. Sobreviví gracias al sacrificio de mi madre —dice Kor con un suspiro mientras mira la copa de los árboles que se ajitan con el viento, sus ojos se le comienzan a humedecer, y con un movimiento disimulado se seca las lágrimas mientras recuerda esa horrible noche en la que perdió a su madre.

— ¡Ah...! Ayuda —. A lo lejos se logra escuchar los gritos de desesperación de una mujer, siendo opacados por el estruendo de los árboles agitándose con ferocidad.

— ¡MAMÁ! —Grita Kor aterrorizado, con su corazón tan acelerado que tiene miedo de que le pueda reventar.

Kor corre lo más rápido que la densa selva le permite, con las ramas golpeándolo con fuerza en las partes de su piel sin protección, y el suelo irregular lastimándole sus descalzos pies ya sangrantes.

Las Crónicas de Arion Horrores de la JunglaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora