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Ian apoya una mano en la parte baja de mi espalda para guiarme hacia los casilleros del gimnasio donde tomo mis pertenencias y luego él las suyas, para despúes salir y encontrarnos frente a su coche. No mantiene la mano ahí mucho tiempo, aunque así lo parezca. Tengo la sensación de que ha dejado una huella eterna de su mano donde me ha tocado. Su INFINITI se ve aún mejor de cerca. Oscuro y brillante. Como si estuviese hecho para él.
Saca la llave con el identificador táctil abre el coche, acelera el paso para abrirme la puerta y dejar que me deslice dentro. Luego rodea el coche y abre la suya para sentarse al volante. El coche huele a vainilla y pinos, pero también hay un ligero aroma a fresa que me recuerda a Charlotte. Ha usado champús de fresa desde que era niña. Mi humor se torna agrio, no obstante, su olor me recuerda que me pidió que le contara por qué no me cae bien.
Antes de que arranque el coche, gira su cuerpo hacia mí y se acerca. Yo lo contemplo atónita con los ojos muy abiertos, sin respirar y a sabiendas de lo que está haciendo, pero él no pierde la concentración. Cuando veo que su mano se desplaza a un lado de mi asiento, comprendo que pretende ayudarme a ponerme el cinturón, pero su cuerpo está tan cerca del mío que al principio no pude asimilarlo. Es tan inconsciente de lo mucho que me gusta que es doloroso, no entiende hasta qué punto me vuelve loca su cercanía. Es ridículo, me siento como si estuviera de vuelta en la secundaria.
Bloquea el cinturón de seguridad con cuidado y, con un dedo índice, se asegura de que el cinturón quede colocado entre mis pechos, sin tocarlos, como es lógico. Cuando termina, se queda así de cerca de mí y mi corazón empieza a acelerarse. Él me observa con atención y está tan cerca que puedo contar algunas de sus pecas. Ni siquiera puedo pestañear.
―¿Te encuentras a gusto? ―Pregunta en voz baja y yo asiento dos veces con la cabeza.
Sonríe, estudiándome a mí y al cinturón de seguridad para luego volver a su asiento y al fin puedo respirar.
Luego de encender el auto, enciende la música de su radio táctil y, para mi sorpresa, está escuchando una de las canciones que le he sampleado del grupo favorito de sus padres. Es la canción que estaba escuchando el otro día en el coche de mi madre. " I wanna live".
Los asientos del coche son tan cómodos que podría quedarme dormida, el aire acondicionado no ayuda ya que está equilibrado, no demasiado frío, es perfecto. Coloco ambas manos frente a mí, sobre mi regazo, rodeando mi anillo de boda con los dedos. Ian empieza a conducir y para intentar aligerar el silencio entre nosotros y, como trabajo preliminar sobre lo que vamos abordar, decido hacer pequeña charla sobre la canción.
―¿Qué te parecen las canciones? ―Pregunto recostando el cuello sobre el asiento y volviendo mi mirada hacia él.
Me dedica una breve ojeada, pero mantiene la mirada fija en la calle.
―Me están gustando un montón. Eso sí, creo que me gustan más las que has elegido tú.
―Yo no elegí ninguna, no sé mucho sobre la banda para hacer eso. Sólo le dije al dueño de la tienda que eligiera las más populares.
Se encoge de hombros.
―Sigo pensando que el que mandaste hacer para mí es más especial.
Sonrío, cerrando los ojos un segundo.
―¿Te viene a la mente algún recuerdo interesante cuando las escuchas?
―Sin duda. Un baño muy interesante con un pato azul y un domingo por la tarde, después de la iglesia y hasta pintura con globos.
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Intercambio
RomanceAubree Bain es una mujer exitosa de veintinueve años que sigue siendo una soñadora de corazón y, a veces, un tanto ingenua. Es inteligente y le encanta lo que hace. Cree que su vida es perfecta, salvo por algunos desacuerdos con su marido, pero eso...