El sueño de Aquiles es ser Arquitecto pero al golpear al rencoroso director de su preparatoria sus sueños se viene abajo porque este mueve sus influencias para que no pueda entrar a la universidad publica. Como su familia no tiene dinero para ma...
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JUDAS
Talal comenzó a divertirse mandándole regalos a Astrid en situaciones donde sabia que sus amigas iban a estar presentes.
La primera vez fue justo después de un entrenamiento agotador de fútbol. Ella y las chicas estaban saliendo del vestuario, cuando un repartidor la interceptó con una caja grande llena de flores. El hombre, muy solemne, se acercó a Astrid y le entregó el ramo gigante de rosas rojas.
—¿Astrid? —preguntó el hombre, asegurándose de que era la destinataria correcta. Al ver que ella asentía, le entregó la caja y añadió — Estas son de parte de tu novio, Talal. Me pidió que te dijera que no importa que tan sucia, sudada y mal oliente estes; tu siempre serás hermosa para el.
El grupo de chicas estalló en risas, mientras Astrid se ponía completamente roja.
—¿De verdad tenía que decir eso? —murmuró Astrid, aceptando las flores con una mezcla de vergüenza y diversión.
—¡Son preciosas, y con un hermoso olor! —exclamó Camila, olfateando las flores.
Y Telma hizo uno de sus comentarios mordaces—Las ha de haber mandado así, para que nadie se desmaye por tu hermoso olor Astrid.
—Es un romántico empedernido, ¿verdad? —bromeó Mariana, dándole un codazo a Astrid.
—Más bien, un bromista empedernido —corrigió Astrid abrumada por que su regalo llamo la atención de todas sobre ella.
Sin embargo, Talal no se detuvo allí. Un par de días después, después de un largo día de clases y justo cuando las chicas estaban reuniéndose en la cafetería para una charla rápida antes de estudiar, otro mensajero llegó a la mesa donde estaban sentadas. Esta vez, llevaba una bolsa con café helado para cada una de las chicas, y un paquete separado para Astrid.
—¿Astrid? —preguntó el mensajero alto y musculoso vestido de Hippie, mirando alrededor de la mesa hasta que sus ojos se posaron en ella—. Esto es de parte de su novio, Talal. Me pidió que le trajera su café favorito.
Astrid, con las mejillas ya rojas, abrió el paquete para encontrar una nota en su interior: "Para mi adorable novia, para que endulces tu tarde pensando en mi"
Telma no pudo evitar bromear—¡Vaya, Astrid! No solo es un poeta, ¡también es un adorable acosador! ¡Qué envidia!
Nadia casi escupió su café de la risa.
Las bromas de Talal continuaron . Un día, después de una maratón de exámenes, cuando Astrid pensó que por fin tendría un momento de paz, apareció un masajista profesional en la puerta del salón de clases. Llevaba una mesa portátil y un maletín lleno de aceites.
—Astrid, ¿cierto? —dijo el masajista con una sonrisa amable—. Tu novio, Talal, me contrató para que te diera un masaje de relajación después de difícil y estresante exámenes.
