III - La taberna.

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Era la primera noche en esa ciudad, necesitaba conocer las costumbres, obtener información y obviamente saber que tan fuerte era ese "Dhampir". Tras dejar atrás la muchedumbre, que bastante asfixiante resultó, una vez en las modestas callecitas de tierra se tomó tiempo para apreciar el lugar, sus viviendas pese el alumbramiento era limitado en esa zona.

Ni siquiera pensó en donde dormiría en ese instante, tan solo se dejó llevar por la calidez y modestia del lugar, para terminar en una taberna que bastante concurrida era a esas horas tan avanzadas. Apenas cruzo la entrada de la taberna, la mirada indecente de la mayoría de los hombres y una que otra mujer se clavaron en ella, qué cubría su rostro por costumbre tras bajar de la carreta no hacía mucho tiempo atrás. Creyendo una falta de educación el ocultarse, apartó su pañuelo y se sentó en una de las mesas para reposar.

— Es un lugar bastante tranquilo.— Cruzaba sus manos sobre la mesa, alzando una pierna sobre su asiento. La mirada rojiza de la mujer fue estudiando a cada uno de los hombres en la taberna, intentando analizar sus capacidades, si eran meros granjeros que descansaban de un arduo día de trabajo, o si algunos eran cazadores novatos que solo presumían de boca; como fuera soltarían la sopa de lo que ella buscaba, tan solo era usar la estrategia de sonreír y que el alcohol hiciera su magia. No corría peligro con ninguno de los presentes, eran humanos con sus limitaciones, era más probable que ellos corrieran peligro si la enojaban de ocurrirseles propasarse.

El primero que hizo el movimiento que ella quería fue un hombre de mediana edad que se acercaba a ella, llevándole un tarro cargado de cerveza. Sin tardar, detrás de este un par más le siguió el paso para rodearla entre halagos y coqueteos que la mujer no dio importancia, aguardando que la bebida diera resultado cada que más ingerian frente suyo.

Y ahí Alucard le encontró, con alivio pasó al lugar para acomodarse a un lado fuera de la mirada de los transeúntes, tratando que ella no lo notara a primera vista.
Recargado en la pared, en aquella pose suya característica de cruzar los brazos bajo su pecho, sutilmente trataba de controlar los movimientos de la mujer que era su actual dolor de cabeza. Tan solo apreciaba una escena clásica de varios hombres intentando ser interesantes con la nueva, era patético de ver tanto que incluso una molestia le generaba más nada demostró en su rostro, no era su asunto, solo se limita observa en silencio como ella con una sonrisa mediante y sus atributos, manejaba la situación, realmente no necesitaba ayuda, esa idea ni cruzó la mente de Alucard mucho menos tras su primer encuentro indirecto.

— La vas a comer con la mirada y se dará cuenta. — Greta apareció a un lado, apoyándose contra uno de los hombros para al menos disimular la actitud de Alucard. Él por su lado, chasqueo su lengua contra sus finos colmillos de vampiro negando que eso fuera cierto.

— Te dije vendría aquí, no está nada mal.— Apoyaba el borde su mano en su mentón extendiendo su índice para señalarla fingiendo que sostenían una charla casual de otros temas ajenos a la mujer.

Alucard suspiró con fastidio para responder ignorando el comentario de Greta.

— Sí, de momento se ve normal. — Parpadeo repentinamente tras notar que justamente ella se giró en su dirección. Ahora era quien le observaba pero sin discreción, pero ajeno a lo amenazante sino cargada de curiosidad clara por él.

Scáthach terminaba un trago, mientras escuchaba los comentarios que le daban información sobre el Dhampir.

— El dueño del castillo, El Alucard, los niños lo aman y las mujeres siempre quieren su atención. — Exclamaba uno de los hombres que aún no se perdía del todo en el alcohol. Ella por su lado se esforzaba de no poner cara de fastidio por escuchar lo que ya sabía de antes. Estaba perdiendo tiempo, más cuando pretendían que se centrara en ellos y no en su objetivo.

— Oh, preciosa no necesitas a ese, me tienes a mí. — Uno se cruzó al frente de ella intentando estar más cerca, mientras que el más bajo de los otros dos, miro en dirección a Alucard.

— Que extraño que Él esté aquí.— Daba un sorbo a su bebida, para que ella mirara allí.

Breve fue el cruce de ambas miradas inhumanas; la doncella guerrera le impresionó los rasgos finos del hombre, distando de la apariencia fuerte que todos hablaban o mejor dicho, de lo que imaginó según su criterio. El oro de sus ojos le resultó hermoso tanto que le recordó a la luna llena que tanto amaba en las noches más oscuras.

— Cuesta creer que sea...— Apenas enunció, para ver cómo le evade la vista repentinamente. Seguía meditando en las características que aparentemente Alucard poseía, por igual el afecto de su gente y cuan pacifico era ese sitio que agradaba a la extranjera pese apenas unas horas había llegado.


"No, no lo vale, no es mí idea perturbar esta ciudad. Mí capricho solo es eso, deberé seguir mí viaje fuera de aquí."


Alucard se había marchado sin decir nada, no mucho después de que Greta le reafirmara que le advirtió que su actitud tan peculiar al vigilar a la extranjera lo dejaría en evidencia.

Al levantarse de su asiento, la guerrera lo había perdido de vista, lamento eso, esperaba al menos poder dialogar con él de ser posible así no pudiera probar sus habilidades.

— Bueno, mala suerte la mía. — Con cierto tono de decepción en su voz marcó. Aún ante la insistencia constante masculina de que se quedara, tratando que su carácter no se saliera de control ante su perseverancia, agradeció su compañía con cortesía y se largo de la taberna.

"Es una criatura interesante ese Dhampir, pero tampoco quiero incomodar, probablemente me viera como una amenaza y por eso me vigilaba, aunque se dejó notar quizás es más joven de lo que aparenta."

Bajo su experiencia analizaba la actitud de Alucard sin conocerlo del todo, andaba en las callejuelas hasta que su tripa gruño recordándole que no ingirió alimento alguno en las últimas horas ni siquiera cuando bebió alcohol en la taberna. Estaba muy compenetrada en buscar información del hijo de Drácula que pasó por alto ese detalle.

— Odio cuando esto me pasa, creo deberé cazar algo por ahí. — Dirigía su paso al bosque que rodeaba al castillo.

— Además de ser un sitio seguro para dormir bajo las estrellas, sinceramente no me agradaba la idea de irme a la casa de alguno de esos tipos. Ninguno era apto, ni siquiera guerreros. —

Fue así que se hundió en las profundidades del bosque para encontrar alimento valiéndose de la oscuridad que envolvía la zona aún estando ajena la llegada del amanecer.



Un largo viaje.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora