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Seguían en aquella guarida de techo abierto. Sandra les contó como había encontrado aquel lugar, y por qué lo había elegido para quedar. Era un lugar dentro del parque, pero al tener una entrada tan estrecha y oscura, casi nadie se había percatado de ella. Por lo que era un espacio tranquilo y tan solo un par de personas entraron cuando ellos estaban allí, que fue prácticamente toda la tarde.

Por el camino de vuelta, Sasha y Luna iban juntas hacia el centro de adopción, pero a Sasha le llamó la atención algo en un escaparate, por lo que se separaron. Luna comenzó a caminar por la ciudad tranquilamente, sin ninguna prisa, y llegó a una parte en la que nunca había estado.

Esa calle estaba poco transitada, por lo que lo único que se oían eran las voces de fondo de las personas que iban por el camino principal de la ciudad, el sonido de un par de pájaros y el viento contra las cuerdas dónde las personas de allí colgaban la ropa, de ventana a ventana. Llegó al final de la calle, por lo que decidió dar media vuelta y volver al centro.

Pasó frente a las casas, aparentemente abandonadas, pero se dió cuenta de algo. Allí había una tienda en la que no había reparado antes. Las paredes estaban pintadas de un tono marrón claro, por lo que al lado de las otras casas no llamaba la atención y había una pequeña ventana que daba al interior, junto a la puerta. Miró el letrero que había encima de la puerta: "Objetos y brujería". Sólo el cartel la invitó a irse, ya que en una tienda de objetos, desbloquearía muchísimos recuerdos, y eso no era lo que quería, además, lo de brujería tampoco le gustaba mucho. Disimuladamente se comenzó a alejar de la tienda, pero al llegar al final de la calle, algo de curiosidad le llegó por esa tienda.

Suspiró para sí, seguramente Sasha no hubiese salido aún de la tienda, o incluso conociéndola todavía seguiría en el escaparate.

Se giró hacia la tienda y sin pensarselo más, entró. Abrió la pequeña puerta, y una campana alertó al hombre que había trás el mostrador.

-¡Buenos días! -Dijo el hombre contento-. ¿Que viene buscando?

Era un hombre alto y delgado, tenía un poco de barba negra, además de unos rizos rebeldes también negros. Sus ojos eran verdes como esmeraldas y llevaba unas gafas de metal plateadas.

-Hola... No vengo buscando nada en especial -Dijo Luna mirando a su alrededor.

Habían montones de objetos sin un orden determinado. Algunos estaban agrupados en unas altas estanterías, otros en mesas, otros sobre otros objetos y algunos en el suelo, en pilas.

-Aquí seguro que encontrarás algo que te guste -Le dijo el hombre trás observarla detenidamente.

Luna comenzó a andar por la tienda, y se paró frente a una máquina de escribir muy antigua.

-¿Te ha interesado? -Le preguntó el hombre apareciendo por sus espaldas.

Luna dió un pequeño respingo.

-Mire, esto de aquí no es un embudo -Dijo enseñándole un embudo. Luna le miró extrañada-. Aquí sirve para otra cosa.

Por un instante Luna se arrepintió de haber entrado, aquel hombre no estaba bien.

-¡Es un objeto de brujería! -Gritó el hombre-. ¿Cómo puede una bruja no saber que es?

-¿Bruja? -Preguntó Luna, iba a salir de allí.

-¿No eres bruja? -Preguntó el hombre-. ... Juraría que había visto algo en tus ojos.

-Pues perdone, señor...

-Ferdri.

-Perdone, Ferdri, pero debo irme -Dijo Luna girándose hacia la puerta.

Al hacerlo, rozó uno de los objetos, y cómo no, comenzó a ver un recuerdo.

Recuerdos [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora