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Luna recogía sus cosas en una caja... Habían pasado muchas cosas desde que había averiguado lo de la piedra con Vanesa.

—Te echaré mucho de menos... —La abrazó Sasha.

Luna suspiró, ahora que rozaba la verdad sobre sus padres con los dedos...

—Ya estás acostumbrada —Dijo Luna mientras sonreía forzadamente—. Pronto volveré... Ya sabes.

—No vayas con ese pesimismo... —Le aconsejó su antigua compañera de habitación—. Tienes que pensar que encontrarás un hogar.

Sasha, que no estaba informada sobre sus descubrimientos, no sabía que para Luna conocer a otra familia era más difícil que de costumbre.

—¡Es una muy buena oportunidad! —Le dijo Sasha—. ¡No olvides llamarme y contarme!

—Ya lo sé... —Dijo Luna mientras seguía sonriendo, con una de sus sonrisas más falsas.

—¿Qué te pasa? —Le preguntó Sasha—. Aquí me quedo yo, no tú... Que sepas que aunque estás sonriendo se nota en tus ojos que no quieres irte.

Luna suspiró y desistió, ¿para qué fingir una sonrisa?

Luna salió por la puerta acompañada de Sasha y bajaron las escaleras. Justo abajo se encontraba la directora de aquel lugar.

—¿Lista? —Le preguntó a Luna.

La chica se encogió de hombros mientras miraba a Sasha. Una despedida más y una nueva familia justo al otro lado de la puerta, una puerta que ya empezaba a darle miedo.

—Tú tranquila —Le aconsejó la directora.

Luna asintió, aunque de tranquila no tenía nada...

Pasaron a través de la puerta, una puerta que ya tenía historia para ella. Al otro lado estaban cuatro personas. Una mujer de pelo marrón muy oscuro y ojos color café; un hombre un poco más alto que ella, de ojos verdes y pelo casi rubio y por último; dos hermanas, una con gafas y la otra sin ellas, tenían el pelo entre rubio y marrón, y ojos marrones claro.

La mujer sonrío al ver a Luna, así que ella le devolvió el gesto.

—Os presento —Dijo Helen—. Esta es la familia Crew —Se giró hacia Luna—. Han decidido darte una oportunidad.

Se fijó mejor en aquellas personas, especialmente en las niñas, debían de tener su edad más o menos, aunque una parecía un par de años mayor que la otra.

Pasaron un rato conociéndose, y entonces Luna podía irse con ellos. Eran amables, agradables y parecían una familia unida, la familia "perfecta".

—¡Te encantará nuestra casa! —Le dijo una de las niñas, la pequeña, que tenía su misma edad. Se llamaba Carla.

La otra de las niñas les sacaba dos años, pero no se notaba mucho.

Subieron en el coche, y estuvieron hablando un rato. Habían algunos momentos de silencio incómodos inevitables, pero la música de la radio relajaba un poco el ambiente... Además, parecía que tenían un gusto parecido al suyo.

Con "Un clásico" -Ana Mena- de fondo, el viaje se pasó rápido. No vivían muy lejos del centro, pero por lo menos a media hora sí. Luna giró la cabeza hacia la ventanilla, los edificios y calles pasaban rápidamente por sus ojos.

Llegaron frente a una casa blanca con grandes ventanas que daban a la calle. Tenía un pequeño jardín con algunas plantas y un camino hecho de piedras planas de diferentes tonos de gris.

—Ven por aquí —Le dijo Almudena, su ahora madre adoptiva— Te llevaré a tu habitación.

La casa era del tamaño perfecto para cinco personas, la entrada daba al salón. Le gustó la decoración, estaba claro que tenían buen gusto. En el techo había una lámpara pequeña que estaba colocada encima de una mesa de madera oscura. El suelo era de color claro y la pared era blanca, agradeció que no tuviese gotelé (una técnica de decoración para las paredes, parecido a gotas de pintura cayendo) ya que en el centro sí había, y ya la tenían aburrida. Ese punto le gustó. El sofá era de un color azul no muy llamativo, y junto a él había un sillón gris. Una alfombra de cuadros negros y blancos adornaba el suelo. Habían bastantes cuadros con fotos familiares en la pared.

Recuerdos [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora