Arruinado Para Siempre.

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Todo parecía perdido, ya no había nada que hacer, todos los pocos que aún quedaban con esperanza no tardaron en caer.

Pero fue justo en ese preciso momento, que apareció lo que en ese momento se podría considerar una luz de esperanza. Un potente, imponente e increíble aullido como ningún otro, se escuchó entre todo ese silencio y oscuridad más que abrumadores. Siendo este mismo, el que acabaría por inclinar completamente esta balanza.

A lo lejos, Boris lo vio emerger dentro de un montón de nieve, no venía solo, él mismo también se encontraba liderando al respectivo equipo que habían ido a buscar desde un inicio, todo el resto de perros se trineo iban detrás de él, todos y cada uno de ellos por igual siguiendo los pasos de su líder. Y a su vez detrás de estos mismos, también estaba el trineo, con lo que era lo más importante de todo, la caja que tenía aquello que tanto necesitaban en ese lugar, y al musher, bastante malherido, pero que por fortuna alcanzaría definitivamente a salvarse. Iba a estar bien, porque ellos, ya habían logrado llegar Justo a tiempo.

Bien dicen que la esperanza es lo último que se pierde, y fue justo cuando esta ya estaba desapareciendo, cuando esta ya casi había terminado de desvanecerse, que su salvación llegó. Y esto a su vez, fue el responsable de hacer que el pueblo despertara del sueño en el que se habían visto sumidos en un inicio.

El aullido no pasó desapercibido para nadie, sonó con una fuerza y estridencia tal, que al menos la gran mayoría de todos en el pueblo pudieron escucharlo. Los primeros en percatarse de esto, fueron los padres de Rosie, que de inmediato se acercaron a la ventana dándose cuenta de que lo habían logrado

Una una las luces comenzaron a encenderse, el pueblo había vuelto a la vida. La noche que hasta ese momento, todos creían perdida por fin había logrado ser salvada.

Antes de todo, todas las luces del pueblo se habían apagado, por lo que se suponía que no deberían de poder percatarse de en dónde estaba el pueblo, pero algo de lo que nadie se dio cuenta, fue de la luz de la Aurora boreal puesta por cierta husky pelirroja. Que estaba más que encantada con todo lo que había pasado. El aullido, fue totalmente reconocido por ella, de inmediato supo de quién se trataba. No podía estar más feliz, al igual que los padres de su niña.

Hasta ese momento, parecía que solo los humanos, más exactamente los adultos del pueblo, se habían percatado de que afortunadamente lograron regresar.

Porque para ese momento, todos los perros al parecer, de Nome, ya hacían por igual encerrados en un sitio conocido como la sala de calderas. Escuchando sin cansarse, y literalmente disfrutando la fanfarronería, mentiras, y arrogancia del que alguna vez habría sido conocido como el campeón de perros de trineo de su pueblo, Steele, pero que ya nunca más se había visto de esa forma. Sino que ahora, sería conocido como El mentiroso más grande que alguna vez había pisado el pueblo de Nome. Y también como el dispuesto a permitir que todos los niños murieran, con tal de salvar su propia imagen.

En el centro de este lugar, estaba el, Steele, aparte de seguir presumiendo y mintiendo a todos de cosas que en realidad no habían pasado, de igual forma se encontraba a su vez siendo tratado casi como a un rey, recibiendo halagos y elogios a diestra y siniestra, por parte de todos los perros del pueblo que lo estaban rodeando ahora. Sobre todo por un par de perritas, que eran sus más grandes fans de todo el pueblo. En serio parecía que todos a su alrededor no podían estar más impresionados, con su palabrerío. Más que molesto. Pero ellos aún no se darían cuenta.

Hasta ese momento, Steele aún creía que había logrado salirse con la suya. En ningun momento se le pasó por la cabeza, que Balto lograría encontrar la manera de volver a casa. Y que hasta incluso probablemente habría muerto junto con todo el equipo y la medicina que ella nunca llegaría, y que por tanto, a Jenna no le quedaría otra opción que eventualmente aceptar su amor. El ya daba todo aquello por hecho. Definitivamente ya se había declarado victorioso. Y le daba completamente igual que Mmentras todos salieran perdiendo, él fuera el único que salirera ganando.

Lo mejor de todo era, que nadie nunca lo sabría, o al menos eso era lo que él creía. Y lo cierto es que, aún hasta este punto, todos los perros seguían ignorantes de sus actos, y se habían tragado completamente, toda su historia inventada y demás mentiras. Incluso aún a esa hora de la noche, todavía no se habían cansado de escucharlo. Cierto es que ninguno de ellos parecía triste o preocupado por el evidente mal final que todo esto tendría, ya estaban demasiado ocupados sin tenerlos impresionados con la historia de Steele.

Casi como su más grande momento de toda su vida. Steele seguía y seguía describiendo sus supuestas hazañas, exagerandolas tanto como pudiera a fin de que todos los que lo oían, quedarán cada vez más impresionados.

Steele: Y como saben nade y nade, el agua estaba realmente helada, hacía un frío más que de muerte, pero finalmente me dije; Steele, tendrás que abrirte pasocolmillos.

Dijo a la vez que de una forma muy habilidosa, escupía el hueso que tenía en la boca haciendo que este a su vez diera vueltas en el aire, para luego volver a caer en su boca como todo un maestro.

Steele: Y bien, entonces...

No pudo terminar de hablar, fue en ese preciso instante, que su discurso se vio abruptamente interrumpido por el sonido de las puertas de la sala de calderas, abriéndose de golpe, con un perro, que hasta ese momento, había estado ausente. Quizás estuvo con ellos durante un rato, pero luego decidió irse al igual que Jenna, hacerle compañía a sus humanos.

Las palabras que este mismo perro dijo a continuación, dejaron perplejos e impactados a todos los pueblos que se encontraban dentro de la sala. Incluido Steele.

El Alaska malamute se sintió como si su corazón se hubiera detenido. Por un breve momento se congeló completamente, y por supuesto, no fue en lo absoluto por el frío, sino porque de forma automática, supo lo que aquello significaba. No se trataba de nada bueno, al menos para él.

Maldijo dentro de su cabeza con todas sus fuerzas.

Continuará.

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