Lo que Pasó Después de la Carrera.

Entrada Esperanzadora.

Sabía perfectamente qué seguiría después de aquello. Tan pronto como la puerta se cerró detrás de todos ellos, Steele ya sabía que su estilo de vida tal y como él lo conocía, simple y sencillamente habría acabado por completo, y lo peor es que no había nada que él pudiese hacer al respecto, él mismo se había condenado, de una forma más que irremediable, ahora lo único que podía hacer, era prácticamente nada.

Se quedó parado frente a la puerta, durante lo que para él habría sido una eternidad, con una mezcla de emociones dentro de su cabeza, estaba asustado, estaba preocupado, estaba nervioso, estaba más que angustiado, y todas las formas en las que se le podría describir a uno que pasa por momentos de ansiedad. Pero por supuesto, siempre era únicamente por él, siempre sería así. También estaba en shock, en un completo y total estado de trance ¿como se suponía que reaccionará ahora ante esto? Cuando él creía que ya nada podía salir mal, de un segundo a otro la puerta de la sala de Calderas se abre abruptamente, y el que para él era el mayor de todos sus males, ahora se las había arreglado para volver. En un solo instante, todo el teatro que el Alaska malamute había montado, se le vino abajo así sin más.

Ahora, su futuro él solo podría decir que era incierto, aunque mayormente apuntaba que todo se pondría feo para él. Lo único que sabía con certeza, era que sí pasaría un buen rato antes de que por fin pudiera reaccionar, y volver en sí. Cuando eso pasara, lo único que podría hacer sería correr a esconderse.

•••

Sin embargo, los papeles ahora se habían invertido. De una forma más que drástica, además de graciosa e irónica, porque hace tan solo unas horas, Steele que estaba tranquilo y sin preocupación alguna, mientras todo el resto del pueblo lentamente se consumía de la tristeza y la derrota, la negación y la desesperación de aquellos que iban a perder a sus seres queridos se podía sentir en el ambiente, sin embargo Steele aún así estaba como si nada. Pero como ya se acaba de decir, ahora los papeles se cambiaron.

Steele ahora era el que temía por su vida, ahora era el que había quedado derrotado, de pronto era el único que sentía miedo ahora, y la desesperación poco a poco comenzaba a apoderarse de su cuerpo.

Mientras tanto, el pueblo, tenía a todos sus habitantes que ahora sé regocijaban de alegría todos por igual, igual cuando hasta antes de que Balto volviera, lo creían todo perdido. En un solo instante, la balanza se había inclinado a favor del pueblo, todos se habían salvado, no solo los enfermos, no solo los niños iban a estar bien ahora, Balto, el perro lobo que todos alguna vez odiaron, también había rescatado a los padres y demás personas, de una vida de dolor y miseria que muchos no se sentían capaces de sobrellevar si perdían a sus hijos para siempre. Todo había sido gracias a él.

Cuando entró en el pueblo, todavía continúo corriendo aún así, al menos hasta que por fin pudo parar en la entrada del hospital, que era su principal destino. Más allá de lo que él se hubiera esperado, había un montón de gente que lo escuchó, y vaya que todos inmediatamente salieron disparados hacia él tan pronto lo vieron, era comprensible, podían decir que estaban salvados. Todos se abalanzaron sobre el equipo, no solamente sobre Balto, la gente ahora estaba tan agradecida, como pudieron llenaron y colmaron de afecto y gratitud mediante gestos, a cada uno de los perros que conformaban el equipo, algunos paramédicos por su parte, también tomaron cartas en el asunto con respecto al musher que ahora estaba herido, pero que por fortuna supieron que se iba a poner bien.

Y por supuesto, lo más importante de todo. La caja con todo el pedido de medicinas requeridas, la tan necesitada antitoxina, por fin estaba ahí. Simplemente no perdieron ni un segundo más de tiempo para tomar la caja del trineo y comenzar a usar todos y cada uno de los frascos de medicina, administrándosela a los niños que la necesitaban y que vaya que era una suerte porque estaban a tiempo.

Como un caso colectivo, la gente compartió el sentimiento de alivio, de paz y tranquilidad también, cuando vieron que sus hijos se iban a salvar. La esperanza, que no mucho antes se había extinguido, así como también la resignación, ahora habían sido reemplazadas por el júbilo y la alegría que todos sentían ahora.

Afuera del hospital, por la ventana, el responsable de todo este milagro lo estaba presenciando todo. Balto también yo una alegría tremenda cuando vio, que las cosas por fortuna no terminaron mal, sin embargo se había asumido tanto en sus pensamientos, por causa de su propio alivio y tranquilidad que ahora sentía también, que no pudo darse cuenta cuando la gente también lo rodeó y se le fueron encima, pero no para recibir el mismo trato de siempre, esta vez Balto se vio inundado de abrazos caricias y elogios por parte de la gente. Al fin las personas de Nome, se habían dado cuenta de su nobleza y gran corazón, y literalmente se lo estaban señalando ahí mismo. Balto sin embargo, aún estaba algo nervioso y un tanto abrumado. Pero fue capaz de relajarse bastante, cuando sus tres seres más queridos llegaron a toda velocidad donde él, alegrándose como nunca antes lo habían hecho, por el hecho de que aquel que también significaba tanto para ellos había logrado volver.

El único, pero también gran padre que había tenido, es decir Boris, lo abrazo como nunca antes, porque el amor de padre, sin importar que fuera adoptivo, jamás se le olvidaría y tenía el corazón rebosante de alegría de saber que su hijo estaba bien.

Lo mismo fue con aquellos que le tenían una admiración y un amor igual de grande, por aquel a quien consideraban casi como su hermano mayor. Ese pequeño par de osos polares, también fueron directo hacia él para abrazarlo. El único cariño, que no puso nervioso a Balto, y que de igual manera, aceptó también, tan feliz y emocionado como ellos. Mentiría si dijera que no los había extrañado y que había estado pensando en ellos. Todo parecía haber salido tan bien, no había nada malo que los pudiera molestar en ese momento.

Porque la felicidad había vuelto, ya era todo lo que debía de importarles a ellos.

Continuará.