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—¿Me podes decir por qué le dijiste eso a Benjamín?—me preguntó Felipe después que le conté sobre mi conversación con el rubio en el avion. Su tono de voz era desesperado.

Estábamos en mi habitación del hotel. Habíamos llegado hace 5 horas a España y ahora nos encontramos descansando. En un ratito íbamos a salir a comer.

—No lo sé.

No sabia porque le dije eso. Creo que me deje llevar por los celos al ver a Benjamín con Maria. Largue un suspiro y me deje caer a la cama, la había cagado.

—La cagaste, Camila.—dijo Felipe, como si leyera mis pensamientos. Yo lo mire mal, ya sabía eso, no hacía falta que me lo diga.

—No entiendo porque reaccione asi.

—Si que sabes. Estas celosa.—respondió Felipe.

Me acomode en la cama. Mordí mi labio nerviosa.

—No, no estoy celosa.—negué, Felipe me miró incrédulo.

Felipe suspiro mientras se levantaba de la cama.

—Pareces una nena de 13 años, Camila. ¿Cuando vas a aceptar que sentis cosas por él?

—¿Me estas jodiendo?—pregunté molesta— tiene novia. Además, Benjamín no siente nada por mí, el mismo me dijo que estaba enamorado de ella.

—Si tan solo supieras..—murmuró. Pero yo lo escuche. Vi que se estaba por ir, pero fui más rápida y me interpuse impidiendo que se vaya — ¿Qué haces?

—Si tan solo supiera que?

Él frunció el ceño.

—¿Qué?

—Te escuche lo que murmuraste. ¿Qué tengo que saber?—pregunté alterada.

Vi como se puso nervioso.

—Nada, cosas mías.

En ese momento me cayó la ficha. Felipe sabe cosas mías y también de Benjamín. Es el psicólogo de ambos. Él tiene toda la información que necesito.

—Por favor Felipe—supliqué— ¿Qué sabes vos?

—Nada. Perdón Cami, pero no puedo contarte cosas de Benjamín.

Sin decir nada más, se fue dejándome sola.

La habitación que estaba al frente de la mía, era la del rubio. No voy a negar, me moría de ganas de ir a su habitación y decirle que realmente no pensaba eso lo que le dije en el avion. Pero no lo hice.

Cerré la puerta, antes de hacer una locura que seguro después me arrepentiría. Por más que quisiera, tengo que poner límites. Él tiene novia, y yo no signifique nada para Benjamín.

[....]

Estábamos sentados todos en el restaurante del hotel. La verdad, era demasiado incómodo, había una tensión fuerte en el ambiente.

Después de un rato largo, ya era hora de ir a dormir. Mañana sería un día demasiado largo. Teníamos que ir a ensayar para el show en Barcelona.

Felipe fue el primero en que se despidió y entró a la habitación. Benjamín fue el segundo. Una vez que entré, fui al baño para hacer mi rutina de noche y desmaquillarme.

Salí del baño al terminar y cuando estaba por acostarme, sentí que tocaron la puerta. Frunci el ceño.

¿Y si es un acosador? pensé.

Tenía miedo. ¿Qué hago? ¿Llamo a la policía?

Estaba por ir a agarrar el teléfono de la habitación para avisar, pero colgué cuando escuche una voz detrás de la puerta.

—Cami, estas despierta? —la voz de Benjamín sonó detrás de la puerta. Suspire aliviada al saber que no era un acosador.

Aunque, volví a sentir miedo. ¿Qué quería Benjamín?

Camine hasta la puerta y la abrí. Estaba Benjamín con su pijama.

—¿Podemos hablar?—pregunto, mientras se rascaba la nuca.

Yo asentí sin decir nada, me hice aun lado para que pudiera pasar a la habitación. Una vez que el entró, cerré la puerta.

Silencio.

—¿Qué pasó?—pregunté girandome hacia el, rompiendo el silencio incómodo que se había formado.

Benjamín suspiro.

—Yo quería que arreglemos esto. No entiendo porque todo se volvió tan incómodo para ambos, cuando antes no era así.

Mis malditos celos arruino todo.

—¿Incómodo?—me hice la boluda.

—Si. Camila, no podes negar lo incomodo que fue esa comida, o lo del avión. —reprocho.

Bueno, creo que no puedo seguir negando lo innegable.

—Bueno, tenes razón.—admití— Perdón, te trate medio mal en el avion.

Su cara mostró sorpresa. Creo que no esperaba mis disculpas, ni yo me esperaba que eso saliera de mi boca. Soy la persona más orgullosa que existe, no siempre pido perdón.

—No tenes porque pedir perdón, no dijiste nada malo.—se acercó un poco más. Acción que me hacía poner incomoda.

—Igual, creo que quizás no debí sacar el tema sobre tu novia.—mire el reloj que tenia en mi brazo— ya es medio tarde, mañana tenemos que levantarnos temprano.

Excusa. Apenas son las 12, solo quería que se vaya.

—Espera. Otra cosa más quería pedirte.

Nervios.

—¿Qué cosa?

—Quiero empezar de cero.—dijo, y yo lo mire confundida— la verdad, es que siempre entre ambos hubo distanciamiento y yo no quiero eso. Fuiste y serás una persona muy importante en mi vida—yo me quedé tildada ante sus palabras. Trague en seco—así que, quiero que seamos amigos, que nos llevemos bien.

Su voz sonó desesperado.

—ehh..—su mirada me hacia poner los pelos de punta.

—Por primera vez en mi vida, te voy a ser sincero. Yo si te considero mi ex, fuiste mi primor amor, Camila.—confesó haciéndome quedar perpleja— pero ya estas superada, al igual que yo para vos. Así que no creo que exista problemas para que seamos amigos, no?

No voy a negar que lo último me desilusionó un poco.

—No, no hay sentimientos entre ambos, así que podemos ser amigos sin problemas.

Él sonrió. No voy negar que esa sonrisa me dolió.

—Okey. Ahora si, hasta mañana.—se despidió y se marchó ante mi mirada.

Mordí mis labios con frustración. Realmente podría ser amiga de él?

Suspire y me deje caer en la cama. Una lágrima salio de mis ojos, no quería estar en esta situación. En estos momentos, solo maldecía a mi Camila de 14 años, ¿que estaba pensando cuando me puse de novia con Benjamín?

Quizás, si nunca hubiéramos sido novios, si nunca me hubiera fijado en el, no estaría sufriendo tanto.

Jamás me imagine que ese chico extrovertido, con los ojos más lindos que vi en mi vida y esa sonrisa compradora que tiene, sería la razón por la cual no puedo ser feliz. ¿Por qué se me hacía tan complicado soltarlo? ¿Por qué no podía olvidarlo? ¿Por qué lo sigo amando como el primer día?

Cobardes | Benjamila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora