Prólogo

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"Más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás."

Genesis 2:17

Se dice que en un principio sobre la tierra no había nada, solamente moraba el espíritu de Dios sobre las aguas. Todos adoraban a un solo dios y la maldad no existía.

Los ángeles veneraban a un solo dios, adoraban su pureza y su existencia. Exaltaban sus maravillas y su amor.

La avaricia, la envidia y la codicia se apoderaron de algunos de ellos. El deseo por poder se adueñó de sus entrañas creando celos en su interior.

¿Por qué aquel ser supremo era mejor que todos? ¿Por qué él no podía serlo? Hizo las ideas de su dios propias, creó sus propios ideales. Sin pensarlo creó la duda en algunos de los ángeles más preciados de aquel dios.

El repudio de su dios hacia él creó el bien y el mal. Dividió el destino de la tierra provocando una guerra sin fin.

Millones de años más tardes la sonrisa sínica en su rostro deslumbra a cualquiera. Décadas más tarde observa con orgullo como lo que un día construyó con avaricia sigue aumentando.

Millones de años más tarde sus ojos brillaron con deseo cuando la pequeña risa juguetona del niño regordete retumbó en sus oídos.

Porque Eva había escuchado las palabras de la serpiente y había probado del fruto prohibido.

Porque Adán había escuchado a su mujer y mordisqueó el fruto prohibido condenando a la humanidad.

Porque la historia se iba a repetir nuevamente y él se sentía complacido con ello. 

El Origen del Pecado || VminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora