Golpeo con fuerza el lápiz sobre la mesa mientras mantengo mi mirada sobre el computador releyendo el único párrafo que había logrado redactar sobre el reporte semanal. Había ingerido demasiado café durante la semana para poder mantenerme activo, y a causa de eso ahora la taquicardia estaba atacándome severamente.
Tenía que entregar el reporte semanal a mi profesor el viernes y no tenía escrito ni la cuarta parte de toda la información que debía mostrar, la cantidad de casos que había visto durante la semana eran interminables y en muchos de esos casos ni siquiera había tenido la participación necesaria o digna para plasmar algo de relevancia en el reporte. Deseaba poder dedicarme por completo a los niños que ingresaban a diario al hospital, poder ayudar a las enfermeras hasta con los casos más sencillos y acercarme a ellos para hacerles saber que nada de lo que estaba sucediéndoles era tan catastrófico como ellos imaginaban, quería poder darles tranquilidad; lastimosamente tenía que estar atento a lo que mis superiores me solicitaran sin poder perder mi atención.
Froto mi rostro con mi mano como si eso fuese ayudarme a eliminar la frustración y el agotamiento. Necesitaba poner toda mi atención en el reporte, pero de alguna u otra manera mi cerebro se desconectaba completamente de lo que debía hacer y prefería divagar.
A lo mejor la medicina no me llenaba completamente como lo hacía el arte, y quizás por eso estaba sufriendo el karma del universo un jueves a las cuatro treinta de la tarde en una cafetería donde pareciera que solo los estudiantes con una vida desgraciada solían visitar.
No había ido a casa desde que salí del hospital, apresuradamente caminé hacia la que era mi cafetería favorita y poder despejar mi cabeza un momento y así teclear cosas coherentes en mi computador, pero es bastante evidente que no podía unir de manera lógica las palabras.
Me sobresalté en el instante que la campanilla de la puerta resonó por el lugar, mi mirada se posó sobre un chico de cabello cenizo que ingresaba a la cafetería. Su piel era bastante pálida, labios delgados y algo rosados, unos cuantos aretes adornaban sus orejas.
Por inercia recorrí con mi mirada el camino que trazó hasta llegar a la cajera y pedir su bebida. Quería poder apartar mis ojos de él, pero había algo en su postura y su forma de dirigirse hacia la camarera que me producía inquietud.
Quizás dejé demasiado mi mirada sobre él, porque en cuestión de segundos sus ojos estaban sobre mí. Sentí mis mejillas arder cuando la sonrisa burlona apareció en su rostro, me encogí de hombros sintiendo algo cohibido por la reacción del chico y una vez más fijé mis ojos en la pantalla del computador fingiendo que leo lo que he escrito. Vaya humillación.
Escucho como la silla es arrastrada y seguidamente un vaso de café cae sobre la mesa, el olor a menta combinado con la vainilla del café rápidamente llega a mis fosas a nasales y no puedo inhalar con fuerza disfrutando del olor.
—Mucho gusto —escucho como la voz rasposa habla por lo que fijo mi mirada sobre él bastante confundido y nervioso—. Min Yoongi
—Par... —carraspeo tratando de eliminar el nerviosísimo de mi voz. Eres patético—. Park Jimin
—Vi el sticker de tu computador —señala hacia mi computadora con desinterés—. Es interesante
—Gracias —murmuro algo confundido por su confesión. Era imposible que pudiese ver la calcomanía desde el mostrador donde había estado anteriormente.
—¿Dónde lo has conseguido? —continua con su conversación dejando caer su espalda en el respaldar de la silla para luego tomar el café dándole un sorbo.
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El Origen del Pecado || Vmin
FanfictionEl inicio del pecado se dio cuado Eva mordió aquella manzana e incitó a su marido hacerlo. El caos en la Tierra se desató, Hoseok se encargó de cuidar lo más preciado para el Omnipresente. Park Jimin representó la pureza de la Tierra, Kim Taehyung...