Capitulo 1- Más que esta vida provincial

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Cerró la puerta detrás de si, ya iba tarde. Apenas había alcanzado a tomar una manzana para comer algo por las prisas. 

Cerro tan fuerte que sintió la madera temblar tras su espalda. Tuvo cuidado al bajar, cuidado de no pisar nada y rodear las gallinas que, muy contra su voluntad, tenían, como toda persona de vida provincial, una vez los obstáculos rodeados, se apresuro a correr.  Apenas iba a salir de las tierras de su padre y adentrarse en las calles del pueblo cuando el gran reloj del pueblo sonó. 

-Carajo...-maldijo Lucius por lo bajo, cerrando los ojos para darse paciencia. 

Bonjour

-Bonjour. 

-¡Bonjour! 

Y una oleada entera de otros saludos, como si fueran gallinas llamadas por la campana, de repente todo el pueblo comenzó a moverse, de aquí para allá y de allá para acá, cumpliendo con sus deberes y rutinarias vidas y siendo...terriblemente molestos para el camino de Lucius, el cual se suponía que solo debía tomarle 20 minutos.  Otro día igual al anterior, y al anterior y al anterior...desde que llegaron a ese miserable pueblito a la mitad de la maldita nada, había tenido la intención de salir más temprano para regresar antes de la hora de auge, pero más parece que calculo para caer perfectamente en hora pico, en esa hora donde no podía andar en línea recta sin chocar con todos. 

-Señorito Malfoy, ¿Va a llevar pan hoy? 

Se encontró con el panadero, este con bandeja en mano, una mirada y Lucius ya sabia que eran exactamente los mismo panes y rollos que lleva horneando todos esos años. Se aguanta rodar los ojos y asiente, dejando en la charola las monedas y tomando solo los dos que se veían minimamente decente a su ojos critico, sí, porque su problema no era que fueran los mismos, es que ni siquiera haciéndolos 20 veces lograba que no estuvieran quemados, tiesos o masudos.

-Gracias- agradece con una sonrisa formal y se da vuelta para irse. Tiene que frenarse para evitar chocar con un caballo que ya esta afuera, esperando por ser ensillado, como siempre, por los que iban a las tierras más lejanas para arar el campo. 

Acaricia su nariz al este acercarla curioso y lo rodea, así tratando de pasar y seguir, pero claro, claro que alguien más tiene que interponerse. 

-Bonjour, Señorito Lucius- lo saludo muy animado otro hombre, más grande y con una apariencia desubicada y despeinada que solo pudo hacer a Lucius querer darse la vuelta. 

-Monsieur Fenwick, ¿Ya ha vuelto a perder algo? 

El hombre confunde su sarcasmo con una broma bien intencionada, pues asiente varias veces y finge confusión alrededor con una sonrisa ligera. 

-Sí, pero el problema es que no puedo recordar que. 

-Sí, estoy seguro de que sí- sonríe, intentando irse ya, cuando se da cuenta que hay otro caballo en su camino se frena de golpe para no chocar, evita farfullar el como deberían evitar soltarlos por ahí y entrega al animal la manzana que iba a comer como ofrenda de paz y para que se distraiga con otra cosa. El caballo la toma feliz y él puede pasar sin problemas. 

-¿Y a donde te diriges esta mañana? -interrumpe su nada discreta huida, ni siquiera el caballo evita que lo siga con la mirada. 

-A la tienda de libros del señor Wilkes a regresar el libro que ya me ha prestado, es sobre dos amantes...-cuenta mientras se aleja, ya tomando otra vez su camino. 

-Que aburrido. 

Y Lucius decide darse vuelta por completo y seguir. Esquiva a los niños que apenas entran a la escuela, a ellos solo los esquiva y saluda a algunos que lo ven curiosos, eso antes de que su viejo maestro los llame al salón con un tono demasiado duro. Todos entran, uniformados y con útiles para escribir en sus brazos, todos ellos niños. 

Bello y Bestia son (Lumus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora