Capítulo 4- Mágico palacio

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Perdió la cuenta del tiempo que llevaba ahí.

Lloró su perdida, en la soledad de su encierro se permitió estar desconsolado y sollozar hasta el cansancio, ahora solo estaba sentado en el frió suelo, jalando su ropa para entrar en algún tipo de calor, su garganta escocia un poco por el llanto y el frió del lugar lo estaba empeorando. Entre sus manos la figura verde y plateada que tomó de la nieve.

Toca con dedos fantasmagóricos los diminutos detalles y engranajes que la conforman, toca la pintura. Un consuelo a su mente atormentada por su realidad, recuerda como estuvo ahí cuando apenas lo dibujo, cuando lo planeo y en cada paso de su construcción, ahora esa pieza es la única que tendría de su padre. 

Un único recuerdo de que fue amado sin ser denigrado. 

De repente escucho un ajetreo afuera, mucho movimiento y unos susurros. El chirriante sonido del metal lo sobresalto, la reja frente a él se abrió otra vez, se levanto en menos de un segundo, guardando al figura entre sus ropas y volviendo a levantar la rama que trajo consigo.  Temeroso de que la bestia tan pronto haya regresado con un peor humor que el de antes, no quería saber que pasaría si decidía que sus garras tenían más poder que sus palabras. 

-Perdone la interrupción, Mademoiselle- le habló desde la entrada una voz extrañamente alegre- pero eh venido a escoltarte a tu alcoba. 

Espera, ¿que? ¿Ahora de que estaba hablando? Si bien recuerda, se arriesgo a pasar el resto de sus días ahí porque no quería que su padre muriera tras las rejas por un crimen que no hubiera cometido si no fuera porque él lo pidió, ¡¿Y ahora hablan de alcobas?! 

-¿Alcoba? ¡¿No que cadena perpetua?! -pregunta, avanzando a la puerta recién abierta con palo en manos, no veía a quien le acababa de liberar aun. Con forme más avanza, puede ver en el suelo la sombra de un hombre. 

-Sí, a veces se le sube la luna a la cabeza, eso de "una vez la puerta se cierra, nunca se volverá a abrir" no era serio- le asegura risueño esa voz. 

Es hasta es momento que llega al borde al puerta, siente sus nervios erizarse cuando no ve a nadie a su altura, alza la mirada hasta ver la palanca que abre la puerta. Poco le falto, muy poco, para caer de espaldas. Y es que ahí, colgado de la palanca de metal esta un...candelabro. 

Cada musculo de su cuerpo se tensa ante la sorpresa, de ver ese objeto, el que suponía inanimado, que cargo él mismo hasta ahí arriba, cambio de forma a una humanoide, moverse y saludar, hablar. 

-Es muy dramático- y cuando el candelabro se da cuenta de que tan quieto y en shock esta, no se le ocurre mejor idea más que alzar su otra mano, ¿Vela?, y saludar- ¡Hola! -grita, bajando de su puesto. 

En ese momento el cuerpo de Lucius reacciona casi como un látigo, un jadeo de sorpresa escapando de su garganta al tiempo que lo golpea con la vara a ese extraño ser, un reflejo de autodefensa. La madera, casi congelada y vieja, se rompe en pedazos por el fuerte golpe y el candelabro queda derribado en el suelo, las velas se apagan porque tan rápido y fuerte cayó, Lucius retrocede y sin querer se golpea con el metal a sus espaldas, su vista aun fija en ese ser metálico viviente. 

El hombresito de metal se mueve un poco, las velas se vuelven a prender al tiempo que se comienza a levantar, quitando los trozos de madera de encima. 

-Vaya, de verdad eres...fuerte- nota, usando una de sus manos para prender la vela de su cabeza- no es que me queje, es una gran virtud por supuesto. 

-¡¿Que cosa eres tú?! -pregunta en un aliento, a dos segundos de una taquicardia. 

-¡Soy James! -se presenta, y eso no ayuda mucho a los crispados nervios de Lucius. 

-Y dijo algo- se susurra a sí mismo casi con angustia, era demasiado pronto para perder la cabeza, solo había estado encerrado un par de horas, no podía ser, ¿es que acaso había veneno en el aire? ¿Algún tipo de tortura? ¿O su duelo doble estaba llevándolo a lo ultimo de su cordura? 

Bello y Bestia son (Lumus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora