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<Idea: Wukong ya no es digno de levantar el bastón una vez mató a su pareja, Macaque.>

Wukong soltó su bastón, sintiéndo el peso de sus pecados correr por su espalda. Debido a un atentado contra su maestro se había visto obligado a empuñar su más confiable arma y balacearla en contra de su más fiel guerrero. Wukong siempre esperó que Macaque a guardaría pacientemente dentro de la montaña, que se quedaría a salvo cuidando de los bebés simios mientras él buscaba la manera de volverse más fuerte y de expiar sus pecados contra el reino celestial.
Sin embargo, se encontró en la situación de que su más grande amigo y pareja ahora quería matar a su maestro Tripitaka.

Pero las cosas solo salieron mal.

El plan era golpearlo un poco y dejarlo lo suficientemente agotado para poder entablar una conversación decente, un plan que solo resultó en él clavando un extremo de su bastón en el ojo de quien dijo amar alguna vez.

Macaque estaba en el suelo de una montaña, su cabeza sangrando. No pudo evitar ir corriendo olvidando que su bastón estaba tirado como si no fuese de valor alguno. Intentó ayudar, pero la nula respiración de Macaque le hizo saber que ya todo terminó. Ahora este sería otro pecado sumado a su lista, sintiendo la necesidad de llorar pero soportandolo ya que sabía que no era digno de sentir este sentimiento.
Alejando las lágrimas de su rostro cerró el ojo abierto de su amado, aquel ojo que ya había perdido su brillo. Se levantó de su lugar, caminó hasta su bastón, y cuando intentó levantarlo nuevamente para poder ir con su maestro...

No fue capaz.

El bastón pesaba demasiado y no era capaz de levantarlo de su lugar. Aquello le dejó sin palabras, sintiendo angustia y desesperación. Esto solo significaba una cosa.

Él ya no era digno de aquel bastón. Eso es lo que la magia del arma le ha dejado ver.

Matar a su pareja le hizo no digno. Le hizo... alguien con demasiados pecados como para expiarlos.

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