Prólogo

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El mundo que en un principio parecía estar a favor de los alfas cambio drásticamente luego de una terrible epidemia, ahora ser alfa era una terrible carga. Claro, para aquellos afortunados alfas herederos de multinacionales el poseer gran cantidad de parejas era sensacional, pero para él que a duras penas se mantenía con trabajos independientes de mala muerte le era muy difícil sobrevivir.

Como alfa de treinta y cuatro años de dos omegas debía ofrecerles garantías mínimas de vivienda, comida, estudio y medicamentos, pese a eso todavía el gobierno le presionaba para tener a su tercer omega y si lo pensaba un poco más era absurdo que le exigieran tanto, pero al mismo tiempo rechazaran su hoja de vida en empleos decentes. “Un poco de ayuda no estaría de más”, era la frase que Chanyeol solía repetirse mentalmente. Lo más tragicómico es que sus padres habían hecho la vista gorda tan pronto su segundo genero salió a la luz. ¿Tan desastroso era ser alfa? En una familia pobre, sí.

Exactamente por el estrés acumulado y las exigencias de sus omegas es que había decidido morir, era egoísta de su parte pues los enlaces con Jongin y Junmyeon les harían sufrir hasta que por fin fueran marcados por otro alfa.

Bueno, su plan inicial era morir o tal vez ser atropellado por algún alfa rico que debido a la vergüenza acogiera a sus omegas, pero luego solo decidió ahogar sus penas en alcohol barato. Si pensaba en sus parejas… él no era el indicado para marcarlos.

Kim Junmyeon omega actualmente de veintiocho años, había sido su compañero de apartamento por un corto periodo de tiempo hasta que las hormonas les jugaron en contra y sin planearlo se hicieron pareja. Tenían una buena relación, además él como alfa podía afirmar que el olor de su primer omega era muy pacifico. Solían jugar a las cartas y cocinar juntos algunos bocadillos.

Por otro lado, Kim Jongin omega actualmente de veinticuatro años era primo de su primer pareja. En una visita ocasional el lindo chico de piel canela había entrado en celo y fue Junmyeon quien le instigo con lágrimas en los ojos que debía marcarlo para reducir sus horribles dolores. Era un joven chico con el cual solía jugar videojuegos y flojear en la sala de su pequeño departamento. Lo que le gustaba de su aroma era ese toque de pureza y sensualidad.

En su diminuta habitación yacía una cama lo suficientemente grande para tres personas, Junmyeon dormía siempre abrazado a su lado derecho y Jongin a su lado izquierdo. Luego de seis años de relación se había acostumbrado a siempre dormir mirando el techo. Sus omegas eran lindos, pero merecían mucho más que solo una comida al día, zapatos rotos y sufrir en verano debido a la falta de ventanas del lugar. Él era un alfa patético… uno que pese a querer morir y hacer lo mejor por sus omegas yacía ahora mismo totalmente desnudo al borde de una cama sin recordar que diablos había sucedido la noche anterior.

Detrás de él podía escuchar la respiración tranquila de alguien, sabía que era un hombre o mejor dicho un omega masculino con el olor más dulce que haya olfateado. Tenía pánico de darse la vuelta. Él en todos sus años como alfa proveedor de dos omegas jamás les había sido infiel, ¿Junmyeon lo mataría? ¿Jongin lloraría? ¿Acaso lo perdonarían?

Lo peor de todo su embrollo mental era que sus dientes dolían y su espalda rascaba, claros indicativos de que ese hombre ahora era su tercer omega.

—Despertó…— Chanyeol se tensó de inmediato, el chirrido de la cama le alerto de que el omega estaba acercándose a él. Cerró los ojos tan pronto unas cálidas manos le abrazaron por detrás. —Buenos días, alfa.

La voz adormilada, ronca y algo cansada provocaron en él una enorme sonrisa. Por inercia acarició la mano del omega, abrió sus ojos y curioso de saber de quien se trataba se dio la vuelta.

—…

El pequeño omega de ojos grandes, cejas pobladas y labios carnosos sonrió de lado. Chanyeol de inmediato miró hacia las ropas que estaban en el suelo, su corazón quiso salírsele por la boca.

—Parece que hubiera visto un fantasma.

—Eres…

—Sí, sí.

Chanyeol negó, se levantó de la cama. Debido a la posición noto las enormes marcas de propiedad que sus dientes habían dejado en la piel pálida del cuello del contrario. ¿Cuántas veces le marco? Podía contar fácilmente unas seis o siete heridas aún abiertas.

—¡Eres un niño!

—Oiga, no soy un niño. Soy Kyungsoo, aunque anoche usted me decía ‘mi omega’.

Kyungsoo sonrió juguetonamente, estiro su mano tomando las prendas de su uniforme de secundaria. El alfa estaba aún de pie pensando en las consecuencias legales que tendría, no solo había traicionado a sus dos omegas sino que había marcado a un chiquillo.

—K-kyungsoo… ¿qué edad tienes?

—Creí habérselo dicho. —Kyungsoo resopló. —Tengo quince años.

El alto alfa perdió el equilibrio lo cual pareció ser muy gracioso para el omega que solo río, Kyungsoo con solo sus pantalones puestos se levantó de la cama y abrazó a Chanyeol.

—Gracias, señor Chanyeol. Prometo ser un buen omega. Como acordamos voy a mudarme a su casa el próximo mes, espero que en ese tiempo pueda comunicárselo a sus otros dos omegas. No quisiera llegar a su casa y ser recibido por dos hombres celosos.

Kyungsoo agacho la cabeza y con timidez beso el pecho desnudo del alfa.

—¿Lo sabes?

—Usted me lo dijo todo. No se preocupe, tal como lo acordamos les diré que fue algo casual y que el amor surgió progresivamente. ¡También mentiré sobre mi edad!

—Eres un niño.

—Era, mi alfa se encargó de hacerme un hombre.

Chanyeol solo logró abrir su boca, aunque estaba asustado su cuerpo reaccionó por sí solo protegiendo al pequeño omega en sus brazos. ¿Cómo es que no recordaba nada? ¡Él siempre había sido un buen bebedor! Ahora no solo debía pensar en mantener a dos omegas sino a tres, donde uno podría ser su hermanito menor.

Compartiendo al alfa || ChanyeolHarem [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora