04| Trágame tierra

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El almuerzo transcurre en un ambiente agradable, todos hablamos y reímos

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El almuerzo transcurre en un ambiente agradable, todos hablamos y reímos. Mamá compró palillos y Nathan trata de utilizarlos, aunque sin mucho éxito.

—No te burles. No es tan fácil como parece —protesta riendo, mientras sus palillos zigzaguean torpemente.

Decidida a demostrar mi habilidad, tomo un par e intento capturar un roll de sushi, pero mi técnica no es mejor que la suya y termino usando un tenedor.

—Te lo dije —se jacta el pelirrojo con una sonrisa victoriosa.

Ruedo los ojos y le devuelvo la sonrisa, aceptando mi derrota. Luego de eso, la tía Miriam me hace preguntas sobre la preparatoria a la que iré, y si tengo amigos que vendrán a verme.

Mamá aún no sabe la razón por la que terminé con Jacob, lo único que le pareció extraño es que Drea no haya venido a despedirme. Pero no planeo hablar de eso con ella, así que lo mejor que hago es evadir varias de las preguntas.

Después del almuerzo, llenos y satisfechos, Nathan y yo nos dirigimos a mi habitación para continuar relajándonos. Al subir las escaleras, nos encontramos con el caos típico de una mudanza: cajas y maletas dispersas por todo el espacio, todavía sin desempacar.

—Si vamos a ver una película, prefiero que sea en un lugar ordenado.

—¿Me ayudas? —le pido, sonriendo ampliamente y pestañeando de manera exagerada, lo que probablemente le parece un poco tétrico desde su punto de vista.

—Bueno. Pero yo elijo la peli.

—Hecho —contesto, asintiendo con la cabeza.

Ambos empezamos a sacar las cosas de las cajas. Empiezo a poner mis libros en los estantes, y mis posters de Coldplay, Oasis, y Ed Sheeran están otra vez en las paredes. Después, sacamos mis ropas de las maletas.

Fosforito se sienta en mi puf mientras yo las acomodo en mi armario.

—¿Puedo preguntarte algo? —cuestiona de repente.

—Claro.

Relame sus labios y se queda callado unos segundos, como si estuviera pensando en que decir o como decirlo.

—¿Drea no trató de avisarte que ella y Jacob se tenían ganas?

Su pregunta me toma por sorpresa. Pongo mi campera en una percha y la dejo a un lado, volteo para ver a Natt quien tiene una expresión de intriga en su rostro.

Suelto un suspiro y miro al suelo, me duele pensar que ella no hizo eso.

—No... No me dijo nada. Para cuando me enteré, llevaban un par de meses poniéndome los cuernos.

—Qué asco. ¿Cómo se puede ser tan puta?

Sin querer se me escapa una pequeña risita, y él me sonríe.

Qué Asco El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora