26| Feliz Navidad

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—Hola —se aclara la garganta, medio nervioso—, perdón por caer así de golpe, pero

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—Hola —se aclara la garganta, medio nervioso—, perdón por caer así de golpe, pero... quería saber cómo estabas.

Le echo un vistazo rápido de pies a cabeza. Guantes negros, campera bomber negra que hace juego con el buzo, debajo una sudadera gris, bufanda, y sus zapatillas Vans. Su piel clara hace que en el frío resalte aún más el rubor natural de sus mejillas, y ese tono rosáceo de sus labios...

Tan lindo...

—Ah, sí, todo bien —respondo, tratando de parecer tranquila, y me apoyo en el marco de la puerta—. ¿Y tú?

Él me regala una sonrisa suave, y sus ojos azules capturan el tenue brillo de la luz de la entrada. Que lindos se ven, que lindo se ve él...

¡¿Qué te pasa?!

—Bien, yo... ¿Podemos hablar afuera?

Su pregunta pincha mi burbuja, y arrugo levemente el entrecejo. Vuelvo mi vista hacia el interior, cuidando que nadie nos esté escuchando.

—Ahora no puedo, estamos a punto de cenar...

—Será rápido, en serio.

—Es que...

Justo en ese momento, la voz de mi mamá nos corta. Mierda.

—¡Luka! —vocifera ella y yo me tenso al instante—. Hola, ¿cómo estás? No sabía que Emmy te había invitado.

Él y yo cruzamos miradas, como si tratáramos de formular una misma excusa para mamá.

—Hola, Jelen —responde Luka, con una sonrisa un poco forzada—. En realidad, solo pasaba por aquí y pensé en saludar a Emmy un momento; no quería interrumpir la cena ni nada.

Mamá lo mira con una sonrisa cálida, aunque sus ojos escudriñan la situación con una curiosidad palpable.

—Oh, por favor, eso no es ningún problema. ¿Por qué no entras? Tenemos más que suficiente comida para otro más.

Siempre lo invitas a comer.

¿No te son suficientes todos los que están en la casa?

Observo a Luka, quien claramente está incomodo bajo la sonrisa persistente de mamá. Pero asiente levemente, quizás tratando de ser educado. Que desastre.

—Ma, ¿puedes dejarnos solos un segundo? —le pido con un tono que intenta ser lo más suave posible—.  Por favor.

—Claro, cariño. Solo no tardes demasiado, no querrás quedarte sin postre, y tú tampoco Luka —dice ella mientras entra nuevamente a la casa.

Si... Postre. Azúcar y muchas calorías.

No gracias.

Y ahora estamos solos, de pie, en la entrada. ¿Ya dije que estamos solos? Por Dios, que incomodo.

Qué Asco El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora