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Un silencio sepulcral se apoderó de la sala de juntas y los empleados sólo atinaron a mirarse, según ellos, disimuladamente unos a otros con un evidente nerviosismo. El lugar estaba helado y podían jurar que los cafés que hacía un par de minutos habían llevado, se habían enfriado por la tensión que se sentía dentro de la habitación.

Nadie se movía ni siquiera pestañeaban y sus miradas estaban perdidas en un punto en el espacio, posados sobre cualquier lugar excepto las dos miradas que se sostenían en un silencioso reto que parecía un duelo a muerte.

Uno de ellos, el más incauto y distraído, hojeó relajadamente el cuadernillo engargolado que se les había entregado, el sonido fue suficiente para que aquellas dos miradas, cuales lobos a punto de cazar una presa se dirigieran a él, el compañero de al lado, dispuesto a recibir una bala por el pobre pasante que no entendía exactamente dónde había perdido el hilo de la presentación, le dio un pequeño codazo para que dejara lo que estaba haciendo, al ver a sus jefes con esa expresión sombría, cerró el cuaderno con un disimulo fallido y carraspeó incómodo, era su segundo día en la empresa.

Esa distracción fue suficiente para que el presidente Jeon retomara la palabra. - Como decía antes de que el vicepresidente Kim interrumpiera. -Dijo mirando a su colega con odio. - El presupuesto se quedará igual. No hay cambios, fue lo que se acordó y nos apegaremos a ello. Resuélvanlo. -Ordenó pasando la lengua por dentro de su mejilla, haciéndola sobresalir.

Porque Jeon Jungkook podía odiar muchas cosas, pero pobre de aquella alma que osara contradecir o cambiar sus planes. - Es todo. -Finalizó la reunión y más de uno suspiró con alivio. Sin querer perder un segundo más, o en su defecto, la vida, todos comenzaron a tomar sus cosas para salir lo antes posible de la sala. Sin embargo, Jungkook no iba a desaprovechar la oportunidad de hacerles saber que nadie podía contradecirlo sin una consecuencia; había algo que odiaba más que ser contradecido: La cara altanera de cierto empresario cuando se atrevía a modificar de último momento los datos que habían preparado minuciosamente. - Vicepresidente Kim, lo espero en mi oficina.

Se quedaron helados, alguien iba a perder sus acciones en la empresa, el trabajo y quizá la cabeza. Jungkook caminó a la salida y todos se quedaron estáticos en su lugar, haciendo una enorme reverencia para que el jefe saliera y con suerte, no recordara con quién se topó antes de abandonar el recinto. Después de que el alfa saliera, los empleados lo siguieron como hormigas antes de una tormenta: torpes y sin saber exactamente a dónde dirigirse ¿Debían seguirlo a él? ¿Al vicepresidente? ¿Podían irse a comer y luego regresar a arreglar lo que sea que haya salido mal? ¿Afectaría el bono navideño? Esas preguntas fueron respondidas al escuchar el fuerte portazo de la oficina del jefe. No habría salida temprano ese día, ni tacos para el almuerzo.

Mientras el presidente esperaba a su irreverente compañero, se sirvió un vaso de whisky en las rocas. Ese hombre iba a llevar a la empresa que tanto les había costado construir a la ruina. ¿Qué carajos iba a hacer con él?

Al mismo tiempo, el vicepresidente parecía hervir de rabia aún dentro de la sala de juntas, su idea no era mala ni tampoco un desperdicio, él sabía perfectamente que un pequeño ajuste en el presupuesto para esa campaña podría ayudarlos mucho, quizá se estaba arriesgando y lo sabía pero más dinero garantizaba un mejor trabajo que podría ser más reconocido, él estaba completamente seguro de que tendrían más vistas y a su vez más compradores. Pero claro, Jeon Jungkook era un codo a más no poder y eso lo irritaba tanto, a él también le gustaba lo seguro, pero apostar también es parte de ganar.

-Señor.- lo llamó temeroso uno de los empleados que estuvo presente y de quién no recordaba el nombre. -Él presidente Jeon lo está esperando.

El castaño llevó su vista enfurecida a ese pobre incauto provocando el terror, quizá Kim Taehyung no era un alfa imponente por su masa muscular pues en realidad hasta podría percibirse delicado, sin embargo su mirada y hasta su voz eran suficientes para atemorizar a cualquiera sin necesidad de mucho. El empleado tragó saliva pesadamente cuando el vicepresidente se acercó a él con una sonrisa que a simple vista podría parecer amistosa pero sabía bien que no lo era.

Volteado como tazo  [Omegaverse KookV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora