"La bella princesa y la guerrera derrotada"

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A la madrugada - En el departamento

Scylla se movía de un lado al otro de la cama, giraba hacia la derecha, luego hacia la izquierda, estiraba sus piernas, las acurrucaba, ponía sus
brazos a un costado, después al otro, por último los llevaba debajo su cabeza y finalmente se quedaba quieta mirando al techo. Hasta que se cansaba y volvía a empezar con los movimientos que ya había repetido cientos de veces. Parecía no
encontrar posición adecuada para dormir y por sobre todo, su mente parecía no querer descansar.
Scylla era consciente que, desde que Raelle había aparecido en su
vida, ya no era la misma de antes. Era como un cuento de fantasía, Scylla ya lo tenía todo armado en su cabeza. La historia de una hermosa princesa que cegada por los lujos y el dinero poco a poco fue enterrando su verdadero ser en capas y capas de ambición y faltas de escrúpulos. Un día se miró al espejo y pudo ver que había
cambiado, en lugar de su escultural y marcado cuerpo, pudo ver un cuerpo de una vieja enclenque, que usaba bastón y hasta le era difícil enderezarse por su enorme
joroba. Sus hermosos ojos portaban arrugas marcadas por años y su perfecta nariz había sido remplazada por una que era enorme y que llevaba varias verrugas encima.
Una vieja fea, eso era en lo que su ambición, el dinero y la falta de amor la habían convertido. Hasta que un día, una derrotada y herida guerrera cae en sus manos y es ella la encargada de volverla a poner en pie, de curarla y protegerla para que pueda volver a dar batalla. Poco a poco se va enamorando de la guerrera y con cada suspiro que ella le arranca, con cada caricia que ella le dedica, van apareciendo y volviendo rasgos de la joven y hermosa princesa Scylla, de aquella princesa bondadosa y amable que quería volver a ser, iba volviendo a ser ella gracias a la aparición de la guerrera Raelle en su vida.
- Raelle, la guerrera – murmuró Scylla haciendo una mueca de risa.
Era infinita la cantidad de cosas que su guerrera provocaba en ella, desde ternura hasta risas, desde celos hasta grandes pasiones, desde ganas de mandarla a la mierda hasta ganas de hacerle el amor una y otra vez y mil veces más. Pero la morena jamás pensó que todos los sentimientos que había experimentado esa noche
cuando escuchó a Raelle hablarles a sus padres, o mejor dicho gritarles, iban a nacer en ella. Amó a Raelle por cada parte de su difícil vida, y con la misma intensidad que la amó, la admiró y agradeció porque la rubia estaba de pie con vida ahora mismo.
Es que a la ojiazul le resultaba increíble, no era posible, no era
justo, que a los cinco años los problemas de Scylla pasaran por tener la mochila o la muñeca más cara del jardín, mientras que Raelle luchaba por un plato de comida, o
que a los trece su mayor preocupación era que sus pechos no le crecían al mismo ritmo que el de otras chicas, mientras Raelle soportaba los abusos en los distintos
hogares que la recibían – Diablos – pensó, sin darse cuenta de que lo había dicho en voz alta.
- ¿Puedes quedarte quieta Ramshorn? – Le reprochó la neoyorquina – Entre el tamaño de tu culo y tus permanentes movimientos no me dejas dormir – se quejó alejándose de la ojiazul para acurrucarse más en la espalda de la bailarina.
- Te dije que no era necesario que durmieras aquí – se defendió
Scylla. Después de todo la idea de esperar a Raelle en el sofá cama había sido de ella.
- Y yo te dije que voy a hacer lo que se me dé la regalada gana –
contestó de mala manera
- ¿Por qué no confiesas que estas preocupada por Rael, como Scylla
y yo? – Al parecer Tally tampoco podía dormir. - Porque no lo estoy – mintió
- Vamos Aby, si no haces más que mirar a la puerta desde que nos
acostamos – le recordó la bailarina.
- De acuerdo, de acuerdo, estoy preocupada ¿Contenta? – Atacó –
Son las cinco de la mañana y nuestra rarita no llega, por supuesto que estoy
preocupada – salió de la cama a buscar sus cigarrillos, normalmente Scylla e Tally la reprendían por fumar adentro, pero esta era una situación especial.
Tally miró a Scylla – No me puedo sacar de la cabeza el llanto de la madr... - Tally se frenó – de la mujer – le dijo a su amiga – Parecía tan... tan...
- Rota – completó la empresaria
- Eso... - Ambas hicieron silencio, mientras Scylla miraba al techo
con sus brazos en la nuca, Tally, en un movimiento que sorprendió a Abigail, espero que la neoyorquina se sentara con su cigarrillo en la cama y apoyó su cabeza en las piernas de la otra chica. Con su mano libre Abigail empezó a jugar con el cabello
de la bailarina, hacía tiempo que no la tenía cerca, la extrañaba. Cuando sintió la mirada de Scylla sobre ella levantó su vista - ¿Qué? – preguntó defendiéndose.
Su socia sacudió la cabeza y volvió a mirar hacia el techo. La voz de Tally se volvió a escuchar - ¿Creen que intenten volver a buscarla? – preguntó.
Scylla miró a su amiga pero no contestó, Abigail lo hizo – No lo
sé, parecían derrotados, como si no se hubiesen esperado esa reacción de la rari. La cara del tipo era de pura culpa y ella estaba inconsolable – Después del portazo de Raelle, Willa se dedicó a llorar y mientras el hombre reprimía sus propias lágrimas, trataba de calmarla. Las tres chicas solo se dedicaron a mirar a la pareja sin decir una palabra, cada una a su manera estaba procesando todo lo que había pasado. Cuando
Edwin pudo convencer a su mujer, de que lo mejor era irse, fue Scylla la que los acompañó a la puerta y sin decir palabra, la cerró.
Luego de un rotundo silencio donde solo se escuchaba a Abigail
dar sus pisadas, Scylla llevó sus manos a su cara y en un abrir y cerrar de ojos empezó a sollozar.
Tally se levantó de las piernas de Abigail y fue hacia Scylla para
abrazarla fuertemente, la neoyorquina se levantó y se sentó de vuelta en la cama pero más cerca de su amiga, ninguna de las dos dijo nada.
- ¿Por qué mierda no llega? – Protestó Scylla entre sollozos - ¿Por
qué no viene a mí? ¿Por qué no me deja consolarla? Yo quiero abrazarla, cuidarla, quererla... la quiero aquí conmigo, quiero que durmamos en el sillón y al otro día aparecer en mi cama, quiero que mi guerrera derrotada aparezca por esa puerta y me deje encargarme de ella – Tally y Abs se miraron, su amiga estaba mal
definitivamente.
- Scyl... - Abigail se acercó un poco más – Nuestra rarita es
fuerte, ya va a volver, no sería rara si no se hubiera ido, es lo que los raros hacen – dijo tratando de aliviar el ambiente – Se van dando un portazo y vuelven mucho más tarde dando otro portazo – agregó.
- Es que no es justo... nosotras... - el llanto se había terminado
pero la voz de la pelinegra todavía tenía rastros de su quiebre – Nosotras lo tuvimos,
lo tenemos todo... y Raelle... Raelle... ¡POR DIOS! ¿Ustedes escucharon lo mismo que yo? ¡TU HACES UNA FIESTA DE CUMPLEAÑOS TODOS LOS AÑOS Y GASTAS MILES DE
DOLARES! ¡RAELLE NO SABE NI QUE DIA ES SU CUMPLEAÑOS ABS! – la impotencia de
Scylla era la de todas.
- Scylla... - Tally quería calmarla
- ¡Nosotras tres elegimos con quien acostarnos la primera vez! -
dijo de repente – Prent no fue un muy buen recuerdo, pero al menos yo lo elegí –dijo – Como ustedes se eligieron entre ambas – Abs e Tally se miraron y ambas agacharon la cabeza avergonzadas – Raelle no pudo elegir, a Raelle la forzaron... LA
FORZARON – otro golpe en el colchón.
- Scylla... - la bailarina lo volvía a intentar – Se que estás afectada,
nosotras también lo estamos – Miró a Abigail y la incitó a asentir – le hemos
agarrado mucho cariño...
- Bueno tampoco para tanto – Tally reprendió con una mirada a la
neoyorquina
- LE HEMOS agarrado mucho cariño a Rael, y ahora solo nos queda
esperarla y demostrárselo – concluyó
- ¿Y si la vamos a buscar? – preguntó Scylla entusiasmada
- ¿A dónde? – Abigail había sido la primera en agarrar su campera para que las tres chicas fueran hasta el estudio de Raelle.
El resultado:
totalmente cerrado. – Aparte del estudio no sabemos dónde pudo haber ido. Tally
llamó al estúpido ese... - Gerit – la corrigió Abigail giró los ojos – Como sea, llamó a... ese y supuestamente no está con ninguno de ellos – afirmó dejando en duda la capacidad del muchacho para averiguar el paradero de Raelle.
- La hermana Sarah estaba muy preocupada – Scylla había sido la
encargada de hablar con ella – Siento que no me quiso decir algo, solo me repitió como veinte veces que cuidara a Raelle – la ojiazul se indignó aún más, como pretendían que cuidara a la rubia, si la chica huía de su lado.
- Por supuesto que ocultaba algo – Abigail se metía de mala
manera – Después de todo fue ella quien mando a esos hijos de puta acá ¿no? – o eso era lo que habían entendido. Scylla e Tally asintieron, al parecer ellas habían entendido lo mismo.
Las tres suspiraron al mismo tiempo y después se miraron – Creo que es mejor que intentemos dormir un poco – concluyó Scylla mintiéndose a ella misma, todas sabían que nadie iba a poder dormir.
De todas maneras la morena volvió y se acomodó entre las sabanas, mientras que Abs e Tally se acurrucaron entre ellas.
Scylla las miró y sonrió ante la imagen, le gustaba ver a sus amigas
sin pelearse y estando cerca una de la otra. La ojiazul suspiró y cerró los ojos, ojalá su guerrera derrotada aparezca de inmediato a rescatarla.
A la mañana siguiente
- Buen día – saludó Abigail sentándose en la barra de desayuno con un café en mano. Scylla la miró feo y Abigail corrigió – Si, sí. Ya sé que no es
un buen día, ni siquiera dormimos y encima la rarita ni aparece, pero lo dije por costumbre. Y guárdate esas miraditas para tus empleados – no había buen humor –
Créeme que más de uno va a sufrir las consecuencias de mi falta de sueño – agregó contando con el apoyo de su amiga, donde sea que sus empleados estén, era seguro de que la mayoría debe haber sentido un escalofrío subir por su espalda, les esperaba
un día terrible.
- Buen día – Tally aparecía con la cabeza mojada y a toda velocidad. Dejo un beso en la mejilla de cada una de sus amigas y de paso le robó un
poco de café a Abigail - ¿Me dejan en el estudio? Se me hizo tarde.
- Tally sabes que no me gusta que salgas con el pelo mojado – le
recordó la neoyorquina.
- Lo sé Aby, pero me levanté tarde y hoy tengo una clase temprano – explicó mientras Scylla ya había aparecido a su lado lista para irse.
La verdad es que la morena no tenía ganas de ir a trabajar, pero
entre sus dos amigas la convencieron de que lo hiciera como método de distracción -
¿Nos vamos? – apuró a las otras dos.
- Deja de apurarme ojiazul culona – le advirtió Abigail
mientras agarraba sus cosas – Ve abriendo la puerta así tenemos tiempo para que tu culo salga.
Scylla giró los ojos y caminó hasta la puerta, definitivamente este
día no iba a ser nada fácil. Con su mano en el picaporte habló - ¿Llevas el contrato de los supermercados Abs? – abrió la puerta para dejar pasar a la bailarina.
- Por supuesto que lo llevo, ¿piensas que soy idio...
- ¡RAEL! – el grito de Tally las interrumpió. Apuradas las dos
salieron del departamento.
Tirada a diez pasos de la entrada y apoyada contra la pared estaba
Raelle Collar. Tenía un ojo hinchado y el labio partido. El corte que se había hecho en la ceja derecha se había encargado de manchar de sangre su cara y ropa, y habían
nuevos moretones que tapaban a los anteriores, ya casi sanos.
- Dios mío – Scylla se inclinó para mirarla mejor y encontró que los
nudillos de sus manos estaban ensangrentados haciendo juego con su cara.
- Apesta a alcohol, apesta a bar de mala muerte – agregó
Abigail que también inspeccionaba a la rubia. - Hay que llevarla a un hospital – ordenó Scylla.
- Nooo, hospital no – las tres miraron a la boca origen de esas palabras, al parecer Raelle estaba consciente y apenas hablaba. Su voz era ronca y
parecía que le costaba tragar – Estoy bien – agregó la boca – solo quiero... solo necesito... necesito descansar – dijo en un murmullo casi inentendible y sin abrir los ojos.
Scylla miró a sus amigas que a su vez la miraban a ella – De acuerdo, llevémosla adentro al menos – dijo tratando de agarrar a la tatuadora para levantarla.
- Nooooo – otra vez la voz ronca – No me ayuden – dijo – puedo...
puedo sola... - dicho esto se puso de rodillas para después tratar de levantarse con ayuda de la pared – Auuu... auuu...auuuu... – cuando al fin pudo pararse, con una mano se sostenía de la pared y con la otra agarraba sus costillas.
Scylla apretaba sus puños para frenarse de interrumpir los deseos de
la terca rubia. Mientras Raelle se esforzaba por hacer cada paso, las otras tres la seguían lentamente desde atrás.
Finalmente la ojiazul llegó al picaporte de la puerta de entrada al
departamento - ¿Ven? Ya... ya estoy bien... - lo que menos quería era tener a tres personas mirando sus pasos. Hizo fuerza para abrir la puerta – Ya puedo sol... - al parecer el esfuerzo fue mucho, porque estas fueron las últimas palabras que dijo
antes de desmayarse. Por suerte las tres ex porristas llegaron a tiempo para sostenerla antes de que se pudiera romper la cabeza contra el piso.
- Ya me había olvidado de lo que era cargar un cuerpo – dijo
Abigail recordando su ex función en el equipo.
Despacio acostaron a inconsciente rubia en el sofá cama – Parece
que alguien recibió una buena paliza – dijo la neoyorquina ganándose la atención de Scylla que se había quedado mirando subir y bajar el pecho de Raelle.
- ¿Crees que fue una pelea? – preguntó la empresaria.
Abigail levantó sus hombros y después contestó – estoy casi
segura, y por el estado de sus manos creo que dio batalla - dijo
- Al menos respira – agregó la bailarina que se había sentado a los
pies de la cama.
Scylla sacudió su cabeza, su guerrera derrotada había vuelto a ella y
ahora tenía que curarla. Se puso de rodillas en la cama y agarró la remera de Raelle.
- ¿Qué haces? – cuestionó Abigail.
- No voy a dejar que duerma con esta ropa llena de sangre- le dijo
– Ayúdame del otro lado mientras Tally le saca las zapatillas – ordenó
- Tu lo que quieres es desnudarla Ramshorn – bromeó con su amiga
pero hizo lo que pidió. Entre las dos y con cuidado de no tocar mucho el rostro lastimado de Raelle le sacaron la remera dejándola con un top deportivo.
- Dios – murmuró Scylla cuando vio el enorme moretón en una de las costillas de Raelle.
- Lo mismo digo – en vez de mirar el moretón, Abigail tocaba el
estómago plano y marcado de la tatuadora.
- ¡ABIGAIL! Deja de manosearla – le sacó la mano de un cachetazo.
- Epa, epa, ¿te adueñaste de algo que ni siquiera compraste?
Quiero que me muestres la escritura de propiedad ojiazul tonta – protestó la neoyorquina.
Scylla giró los ojos – Ayúdame con el pantalón ¿quieres? – la morena
ya estaba en la punta de la cama agarrando un extremo del jean que tenía puesto Raelle – Tally ¿puedes traer hielo para ponerle en la cara y en el cuerpo? – de inmediato la bailarina salió a la cocina.
Abigail ya estaba lista para desprender el botón del jean –
¡ESPERA! – La frenó Scylla – Mejor hagamos al revés, tu tira de los puños y yo desde arriba – Era su guerrera después de todo.
Abigail no ocultó su pícara sonrisa mientras cambiaban de posición – Justo a tiempo Ramshorn, ya me estaba relamiendo – dijo haciendo girar los ojos de su amiga.
Mientras Scylla desprendía el jean de la rubia y empezaba a bajarlo
con ayuda de la fuerza que Abigail hacía desde los pies, Tally apareció con dos bolsas de hielo – Aquí está ¿Dónde se lo pongo? – Scylla miró a Tally sin dejar de desvestir a Raelle, había tantos moretones y lastimaduras que no sabía por dónde
empezar – Ponle uno en ese costado, el moretón grande y el otro en... - la ojiazul notó que el pantalón ya no bajaba más porque Abigail no tiraba de los puños -
¿Qué demonios pasa ahora Abigail? ¿Por qué no sigues tirando? – buscó a su amiga y la vio con la mirada clavada en el cuerpo de Raelle y su boca abierta del tamaño más grande posible. Scylla giró los ojos, Abigail no podía ser tan babosa. -
¿Qué diablos te pasa neoyorquina estúpida? – Scylla la quería despabilar.
- Creo que Rael necesita hielo en otro lugar también – Scylla miró a
Tally y esta vez siguió la línea de mirada de la neoyorquina y se encontró con un bóxer
negro bien apretado que dejaba ver un enorme bulto debajo de él.
- ¡DIOS MIO! – Scylla se paró de la cama rápidamente – Tiene un...
tiene un...
- TIENE UN ENORME PENE – Abigail terminó la frase por ella –
LA RARITA TIENE UN RARON ENTRE SUS PIERNAS – agregó.
Tally rió – Gerit tenía razón – dijo de repente.
Scylla y Abigail la miraron estupefactas - ¿Qué dijiste? –
preguntaron y volvieron al paisaje principal.
- ¿Se acuerdan que ellos le dicen a Rael "Súper P"? – Otra vez
ambas miradas fueron sobre ella – Bueno cuando le pregunté qué significaba, Gerit me dijo que Raelle tenía un arma de destrucción masiva entre sus piernas, y que era la
líder de la mamada o algo así. Ninguno de los muchachos lo creía hasta que iban al baño con Raelle entonces salían humillados... - Espera un segundo – la frenó Scylla. Abigail seguía con sus ojos puestos en el rarón - ¿todo el mundo lo sabe? – Tally asintió - ¿Tu lo sabías? – Otra
vez le dio la razón - ¡TALLY! ¿Por qué diablos no nos dijiste nada? – cuestionó.
- Pensé que se referían a uno de esos de juguete, como los que
usábamos Aby y yo...
- O NO – Abigail ya se había inclinado sobre la rubia y ahora
palpaba el enorme bulto – Definitivamente esto no es de juguete...
- ¡ABIGAIL! – Scylla la empujó alejándola de Raelle – TE DIJE QUE
DEJES DE MANOSEARLA –insistió
- ¿TE ESTAS ESCUCHANDO SCYLLA? POR EL AMOR DE DIOS, ESTAMOS EN FRENTE DE UNA OBRA DE ARTE ¿VISTE LO QUE ES ESA ENORME Y MONUMENTAL COSA? – señaló la entrepierna de Raelle.
- Y eso que está dormidito – agregó Tally haciendo que la ojiazul
y la neoyorquina abrieran los ojos.
- Tengo que tocarlo un poco más – concluyó Abigail que trató de
reclinarse sobre el cuerpo de la rubia pero Scylla se lo impidió.
- QUE NO TOCAS NADA TE DIGO – la frenó - Termina de sacarle los
pantalones- ordenó a la neoyorquina.
Quejándose por lo bajo Abigail le hizo caso. Cuando la terminaron de desvestir, Scylla la tapó con una sábana para alejar las miradas
curiosas.
- ¡AGUAFIESTAS! – le gritó Abigail.
- Cállate Abs – la reprendió parándose al lado de ella.
- Yo me tengo que ir – anunció la menos sorprendida Tally –
Cuando se despierte me avisan – saludó a cada una y salió rápidamente. Scylla y Abigail se quedaron mirando a la rubia.
- ¿Te vas a quedar cierto? – la neoyorquina ya le había leído la mente a su amiga. Scylla asintió sin sacar los ojos de encima de Raelle
- Bueno yo voy a terminar los asuntos urgentes y vuelvo, vamos a
tener que hablar con la rarita seriamente – otra vez Scylla asintió para luego despedirse de su amiga. Agarró una de las banquetas del desayunador y la trasladó
hasta la sala. Se sentó a mirar a Raelle y a pensar, las cosas que no entendía estaban encajando poco a poco.

NO SOY PARA TI (RAYLLA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora