Niña caprichosa II

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Honeymare

Desde que empecé a trabajar para la reina, todo se ha vuelto complicado ya que la princesa Elsa no le gustaba mi presencia y a veces era sumamente estresante, pero la reina me dio claras indicaciones y no pienso fallar por culpa de una princesita.

-Puedes por favor dejarme de seguir, solo es una feria. -dijo mientras se cruza de brazos.

-Lo lamento su majestad, pero no puedo dejarla por ahí.

-Sabes, eres sumamente estresante.

Paciencia Honeymare, solo cálmate.

-Lo lamento su majestad pero no la dejaré sola.

Pude notar como volteó los ojos y siguió caminando, la feria fue totalmente tranquila, ella saludaba algunos niños con mucho cariño, ojalá vieran lo grosera que es en realidad.

Seguimos caminando hasta más no poder, se que trata de hacerme perder la paciencia y vaya que lo ha logrado pero no dejaré que lo sepa. La tarde cayó y las luces de la feria brillaban, la princesa se sentó en una banca y miró sus manos mientras jugaba con sus dedos.

Fue ahí cuando pude detallar su rostro, parecía tallado por los mimos ángeles. Su cabello platinado caía suavemente sobre su vestido, sus ojos azules y profundos como el océano. Parecía una bola de nieve por lo blanca que era, su cuello se veía tan delicado y tan perfecto, sin una sola cicatriz o lunar a la vista.

-Te estoy hablando.

Salí de mi transe y noté como la princesa me estaba mirando mientras cruzaba sus brazos, al parecer le gusta estar así.

-Disculpé su alteza, ¿qué me decía?

-Qué cuanto quieres por dejarme de seguir, me tienes sumamente agobiada.

-Sigo las órdenes de la reina, no de usted.

Al terminar de decir eso, ella se levantó de la banca y se colocó al frente de mi, ella estaba a la defensiva, Dios dame paciencia.

-Si yo quiero, hago que te saquen a patadas del palacio.

-Inténtelo su majestad.

-¿Me estás retando?

-No, como retar a una niña caprichosa y mimada.

Ok, eso lo dije por la rabia que sentía, carajo nunca puedo cerrar la boca.

-¿Disculpa? Repite eso y yo misma te pateare el trasero.

-Uy que miedo, para ser de la realeza no tiene modales.

No sé cómo pero cada que decíamos algo nos íbamos acercando más, tanto que podía detallar las pequeñas pecas que tiene en su rostro, no las había visto antes.

-Los tengo, solo que tu me haces perder la paciencia y por eso mismo te haré sentir éste trabajo como el mismísimo infierno.

-¿Ahora es usted la que me reta? Inténtelo, me encanta el calor. -dije sarcásticamente, pude notar como cerraba sus manos con fuerza, supongo que para calmarse.

-Te odio.

-El sentimiento es mutuo, su alteza. -con eso, una sonrisa burlona se asomó por mis labios, se veía muy linda enojada.

¿Qué? ¿Por qué dijo eso? No! La odio, es una caprichosa, mimada, una niñita que no sabe nada de la vida porque tiene todo a su alcance, una grosera y arrogante niña.

Se dio la vuelta bruscamente alejándose de mi, su cabello golpeó mi cara y maldije en voz baja, me tiene harta.

Cálmate.

Respira.

Cuenta hasta diez.

Me decía una y otra vez para no perder la cordura.

❄️🍂

La toruta continuaba, ya había pasado un mes de estar en esté trabajó y definitivamente no puedo seguir con esto, Elsa en verdad cumplió su promesa, me hizo el trabajo un infierno, la odio con toda mi alma.

-Tráeme esa hoja. -dijo Elsa, estábamos en su oficina, al parecer su padre le ordenó arreglar unos papeles y estaba algo estresada.

-Soy tu guardaespaldas, no tu sirvienta.

Ella suspiró y alzó la mirada, yo estaba junto a la puerta de la oficina.

-Eres tan complicada, solo pásame la hoja que tienes a tu derecha.

Mire la hoja un momento, ella se levantó de la silla pero no se movió, en verdad esperaba que se la pasará.

-No soy tu sirvienta.

-O me pasas esa maldita hoja o juró que te irá mal.

-¿Sabe? Es muy arrogante y grosera para ser princesa, no sé le caerá la boca por decir un por favor.

-Mira, pueblerina.

Salió de su escritorio y caminó hacia mi, no me molestó como me había llamado a decir verdad, volteé los ojos al notar que ya estaba al frente de mi.

-Desdé qué estás aquí, no has hecho nada más que fastidiarme así que enrolla esa lengua y cállate.

-¿Ah si? Calleme su majestad. -Rete, inconscientemente me acerqué otro poco, en verdad estaba enojada por como me habló. Ella se quedó callada un momento, note como su mirada bajó hacía mis labios e inconscientemente hice lo mismo.

¿Esa boca tan linda en verdad decía pestes de mi? Wow.

-Estoy esperando a que me ca...- Dejé de hablar al sentir los labios de Elsa sobre los míos, al principio no pude moverlos, aún no entendía lo que estaba pasando.

Elsa me beso, a mi.

Cuando estaba a punto de separarse reaccione, puse mis manos en su cintura y la pegué contra mi, la bese con mucha delicadeza aunque al parecer ella no quería que fuera tan delicada.

Una de sus manos viajó hacia la puerta mientras nuestros labios seguían juntos, llegó hasta la perilla y puso el seguro.

En verdad estoy sorprendida.

Di la vuelta con ella en brazos y la pegué contra la puerta, antes de chocar subí mi mano a la parte trasera de su cabeza para que no se golpeará, al tenerla contra la puerta y mi pecho, perdí la compostura.

Ese día, le hice el amor a una princesa caprichosa, la cual ahora es mi esposa.
Y si, lo hicimos sobre su escritorio, el cual aún conservamos.




Otoño invernal (one-shots) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora