Escritorio

456 44 0
                                    

Elsa

Desde la boda de Anna y Kristoff, me he quedado a cargo del palacio ya que mi hermana está en su luna de miel. Volver a todo esto me deja muchos recuerdos, algunos más buenos que otros.

Por otro lado, no estoy completamente sola, Honeymare decidió acompañarme y mientras yo hago el trabajo de Anna, ella cuida a Olaf, cosa que agradezco demasiado.

Suspiré un poco al ver todos los papeles que estaban en mi escritorio, todo esto me causaba estrés y dolores de cabeza. Verán, estar horas sentada al frente de un escritorio nunca ha sido mi actividad favorita.

Mientras leía uno de los papeles escuché que alguien tocaba la puerta.

-Estoy ocupada Martha, no tengo hambre.

-Qué lastima, había preparado hielo en agua.

Levante la mirada y pude ver a mi novia en la puerta, sonreí al ver que entraba y cerraba la puerta detrás de ella.

-¿Mucho trabajo? -preguntó.

-¿Qué crees?

-Creo que mi novia está muy estresada. -Se colocó al frente del escritorio y miro unos cuantos papeles mientras hablaba.

-Estoy cansada, no dormí anoche... -en ese momento, un recuerdo se me vino a la mente, Honeymare no me dejó dormir porque se puso juguetona. -Ayer en la noche estabas muy juguetona.

-¿Yo? -se empezó acercar a paso lento.

-Sí... No pude dormir bien.

-Yo no fui la que se puso juguetona... -se acerco completamente y beso mi mejilla, reí por instinto al sentir sus manos en mi cintura. Honeymare me levanto con cuidado y me beso.

-En verdad no me canso de tus labios. -dijo, sonreí de inmediato ante su halago, iba a decir algo pero sentí como puso sus manos en mi cadera y me subió sobre el escritorio, me levanta con tanta facilidad.

-¿Quieres hacerlo sobre tu escritorio? -preguntó mientras besaba y mordisqueaba un poco mi cuello, cómo respuesta abrí las piernas y con ellas la pegué mucho más a mi.

Con sus manos empezó a recorrer mis piernas, su boca seguía concentrada en mi cuello, siempre me ha dicho que le encanta pegarse a mi cuello y a decir verdad, no miente.

-Honey... -suspiré, su lectitud me está volviendo loca.

-Estás estresada... Dejame quitarte el estrés. -sentí como su mano subía a mi entre pierna y masajeaba mi intimidad sobre la ropa interior, en verdad me estaba haciendo perder la cordura.

-Pídeme que te haga mía -susurro en mi oído, me puse roja de inmediato.

-Yo...

Solté un pequeño jadeo al sentir su pulgar moverse sobre mí punto, cuando iba hablar la puerta se abrió de golpe.

Por impulso, Honeymare me bajó con una rapidez impresionante y acomodó mi vestido por mi, olvidé que Olaf estaba en el castillo.

-Honeymare ya terminé mi tarea... ¿Qué hacen?

Avergonzada, volví a mi silla y seguí mirando los papeles para así evitar que Olaf me vea colorada y olvidar lo empapada que estoy.

-Yo... Nosotras... Solo jugábamos.

-¿Sobre el escritorio?

-Amm sí.

-Oh, ¿puedo jugar?

-El juego ya terminó ¿Seguimos con tu tarea?

-Claro! Iré por mis colores. -ambas vimos como Olaf salía corriendo de la pequeña habitación. Honeymare volteó a verme y soltó una pequeña risa al verme.

-Prometo recompensarte en la noche, pero me tengo que ir. -se acercó a mi y beso mi mejilla.

-No te preocupes.

-Por cierto, tienes un mar ahí abajo. -dijo con burla mientras se alejaba, tome un bolígrafo del escritorio y se lo tire.

-Oye!

-Por burlarte.

-Mm lo tengo merecido.

Abrió la puerta y me miró por última vez.

-Te amo.

-Te amo mucho más. -respondí.

Honey sonrió y se marchó.

Otoño invernal (one-shots) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora