Semana 5 - Miércoles

23 1 1
                                    

La voluntad del cambio

A mí también me encanta volver a sonreír, pero lo que más me gusta es que lo vean

A mí también me encanta volver a sonreír, pero lo que más me gusta es que lo vean

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sin más miedo

En la madrugada, en un bonito vecindario de la ciudad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En la madrugada, en un bonito vecindario de la ciudad. Una ventana con las cortinas abiertas deja ver el cielo completamente azul, dejando entrar un poco de luz a una sombría habitación con las luces apagadas y un joven craneogato rosa acostado en su cama. Teniendo un gorro de cumpleaños y su teléfono encendido a su costado.

Esteban mira perdidamente a la puerta de su cuarto con los ojos bien abiertos, sólo escuchando su desanimada respiración y uno que otro ruido de afuera. No obstante, este se sienta al borde de su cama y suspira con tristeza.

«No puedo... dormir...»  se queja el craneogato cabizbajo y cubriéndose el rostro con sus manos con notable cansancio. No pudiendo conciliar el sueño por una tormentosa sensación.

Viendo su gorro de cumpleaños, Esteban lo agarra y mira con nostalgia, cerrando por momentos sus ojos. Casi pudiendo escuchar el lejano recuerdo de un momento tan feliz como fueron sus anteriores fiestas, llenas de alegría y deliciosos bocadillos. Sin embargo, aquellas memorias poco a poco se llenan de silencio.

De repente, aquella noche vuelve a revivirse en su cabeza. Sintiendo la tristeza de estar solo y el dolor que le hizo pasar el mapache celeste, recordando bien cada impacto así como la mirada llena de odio de su agresor, hasta finalmente escuchar el sonido de su mandíbula romperse.

Abriendo los ojos, Esteban deja caer su gorro y se levanta de la cama de inmediato. Respirando con dificultad mientras permanece quieto, haciendo sus manos un puño.

«No puedo hacer nada... jamás pude hacerlo»  lamenta el craneogato con dolor y sin confianza, intentando no llorar a la vez que mira un pequeño cajón en un escritorio.

Lentamente, Esteban camina y se arrodilla frente al cajón, abriéndolo con cuidado para ver en su interior una bolsa de papel con un par de orificios. El craneogato rosa agarra la deteriorada bolsa, observándola con tristeza.

Entre Flores y Vidrios Rotos (Furry/Ficción General)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora