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Fue una de esas noches, tras las proyecciones de agosto, nos acercamos unos cuantos, del convento y del pueblo, a verte actuar.
Los del pueblo te habían enseñado canciones ridículas que "eran la moda" y yo robé el vino de la capilla.
Tú llevabas tu pintalabios, no nos hizo falta más.

Fue una de esas noches, sí, tras tu actuación me besé con ella por primera vez. Le acompañé sin saber bien qué hacíamos. Nos besamos. Lo disfruté como cada latigazo de madre Teresa.

Fue una de esas noches, sí que tras semanas viéndonos, presentaste tu espectáculo, rápido, fugaz, caótico, mientras los conventos realizaban la reunión anual.

Fue una de esas noches, sí, una de esas en las que, por una vez, el cristo no quedaba impasible.

Rosario en llamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora