El hierro corría por mis labios, por mis rodillas llenas de sangre y arena de la puerta de la entrada.
No sé desde hace cuánto tiempo no entro al convento, puede que minutos horas semanas meses años siglos, no lo sé. Solo sé que el ciprés de la entrada, marcando el cementerio que suponía aquel convento para mí, susurraba canciones al son del viento. Canciones que no eran ni de vergüenza hacia mi. Jamas fui tan importante.
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Rosario en llamas
Random[esto es más una motivación para soltar lo que no se dice, y escribir más a menudo, solo eso, tal vez no tenga gran calidad] una serie de personajes tal vez más cuerdos de lo que deberían estarlo. mezclo problemas mentales, con lo católico, y la bus...