capitulo 06

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Qué tan rápido podía mover sus dedos golpeando el teclado reiteradas veces escuchando las teclas golpearse con el asiento una, otra y otra vez.
La firma de autógrafos fue toda una pérdida de tiempo a su parecer tomando en cuenta el contrarreloj para la entrega de su escrito, su libro necesitaba ser terminado no tenía tiempo para ponerse a pensar en algo que no fuera el desenlace del mismo, pronto salir a sus chequeos fue una completa mierda ignorando las recomendaciones dadas por su médico de cabecera en mantenerse siempre informado al tanto de su condición física como de la nueva vida que se formaba en su vientre.

Sus pensamientos se perdían tanto al estar tras esa pantalla concentrado en escribir y reescribir, el hambre se hacía a un lado sin espacio a recordarle meter alimento alguno en su estómago lo cual le pasaba factura silenciosamente, disminuyendo considerablemente su peso día tras día.

Mentiría si dijera que no lo notó ya, solo un idiota no se daría cuenta por los cambios en su cuerpo al tener malos hábitos, podría mentirle al resto pero no a si mismo y es que lo hacía a propósito, ocuparse todo el día sin darse un respiro para meter alimentos a su cuerpo; sin embargo, todo tiene su por qué y es que no era para menos, su organismo rechazaba cada alimento que entraba, vomitar era una sensación asquerosa y enfermiza en sus propias palabras por lo que mantener su mente ocupada era la mejor forma de olvidarse del hambre al igual que la soledad en su pecho al no tener protección de un alfa.

Por un tiempo acudió a bancos de feromonas, rociar perfume a su alrededor funcionaba para calmarlo y ayudarlo tanto por las noches a dormir como en el día a día para alimentarse sin las náuseas que ahora eran constantes, era su ayuda extra para sobrellevar el embarazo y una recomendación del médico, claro funcionó de maravilla hasta ese día, el día en que conoció al padre de la vida que se formaba en su vientre, su cuerpo se desconectó totalmente de su raciocinio y la ayuda extra de feromonas se volvieron una tortura nauseabunda de olores asquerosos rodeandolo.

su Omega gritaba y tan solo podía ignorarlo.

-Katsuki no pienso dejar que te quedes con el estómago vacío nuevamente tienes que alimentarte y alimentar al bebé que llevas dentro- no estaba preocupada, estaba furiosa por como Bakugou ignoraba sus malestares y las recomendaciones de los profesionales por pasar todo el día en su estudio tan solo mirando la pantalla del computador -ese libro no puede ser más importante que el hijo que llevas dentro y que estuviste deseando por tanto tiempo-

Las teclas golpeteando frenaron y el silencio tenso podía cortarse con una tijera, el primer sonido que sé escuchó fueron los pasos del cenizo acercarse a ella, tal vez habló de más como siempre pero no podía culparse a sí misma no cuando su amigo Omega era un descuidado sin control.

-solo cállate, no sabes lo que dices y tampoco quiero explicarte razones- salió del estudio evitando su mirada sin antes completar la acción de darle una que otra palmadita en el hombro como si aquello funcionará para calmar a la fémina quien lo siguió en silencio -el libro ya está casi terminado en cuanto lo acabe no escribiré nada más por ahora-

La amistad entre un Omega y un alfa no funciona, es lo que dirían todas las personas si de una encuesta se tratase, habrá un punto en el que el Alfa perdería la cordura al tener a un Omega consigo y terminaría en un mal rollo. El caso de ambos era distinto, Camie podría vivir con el cenizo cuanto quisiera y jamás pasaría nada entre ellos que pudiera romper su amistad de la noche a la mañana, la razón era tan simple como sumar, Camie era considerada por el resto de la sociedad como una Alfa incompleta o defectuosa, al ser de feromonas débiles y poco interés sexual al tener a un Omega en celo a su lado.

-me largó a dormir-

-¿sin comer?-

asintió tan sólo encaminándose a la habitación antes siquiera de poder caer de plano en su cama se miró en el espejo de su clóset, sus pies caminaron por voluntad propia hasta el guardarropa en silencio mirando su propio reflejo, sus piernas flaquearon dejando libre el paso de sentarse en el suelo sin esperar nada.

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