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La noche era fresca y tranquila cuando Neteyam esperaba afuera del gimnasio, mientras la chica terminaba de cambiarse en los vestidores, pasaron al rededor de unos  diez minutos quizás un poco más cuando finalmente Ao'nung salió de los vestidores llevando su bolso sobre el hombro.




— Lo siento por la espera -.  

— No te preocupes, no me importa esperar. ¿Lista para irnos? -.  Respondió Neteyam  devolviéndole la sonrisa. Después que pasaron unos pocos minutos antes de que él cielo empezara a teñirse de tonos cálidos y suaves, el suave ronroneo del motor llenaba el espacio en el interior del amplio auto de Neteyam mientras conducía por las tranquilas calles de la ciudad. 




La noche estaba fresca y estrellada, para sorpresa de Ao'nung se sentía cómoda en el asiento del pasajero, disfrutando del suave balanceo del vehículo y la cálida compañía de Neteyam a su lado lo cual era simplemente extraño. No hablaron demasiado mas que el sonido de la música del reproductor de el auto, pero ambos se sentían relajados y a gusto en la presencia del otro junto con sus pocas interacciones.

El ambiente dentro del auto era acogedor y relajado, y el suave murmullo de la música de fondo añadía un toque de serenidad a la atmósfera. Neteyam continuó conduciendo con facilidad, disfrutando del silencio cómodo entre ellos. 



— ¿Estoy yendo en la dirección correcta? -. Pregunto algo confundido el chico debido a el aroma salino impregnaba el aire y ahora no estaba seguro si es que el GPS había marcado ell lugar correcto. 

— Oh, sí, definitivamente. No te preocupes, no estamos perdidos... todavía -.Neteyam frunció el ceño, notando el matiz sarcástico en las palabras de la chica.

— ¿Todavía? Eso suena tranquilizador -. Bromeó, intentando ocultar sus nervios siendo sinceros no le emocionaba perderse junto con la chica. 




La carretera serpenteaba entre colinas cubiertas de verde exuberante, bordeadas por el azul infinito del océano que se dibujaba a lo lejos. Cada curva revelaba una nueva vista, un nuevo destello del mar que les daba la bienvenida con su murmullo constante y relajante.

A medida que se acercaban al destino, la luz de la luna se reflejaba en las olas que rompían en la costa. El aroma salino se colaba por las ventanas entre risas y conversaciones que se mezclaban con la música de fondo.




— No sabia que vivías cerca del océano, bueno eso explica el porque eres tan buena nadadora -. 

— No muchos lo saben realmente, aunque entiendo que para alguien que no conoce la zona pueda ser un laberinto -.

— No lo dudo, por un momento pensé que mi GPS estaba roto ¿Haces mucho tiempo para ir a la escuela? -. Pregunto algo curioso, seguramente le tomaba menos tiempo del que el hizo por su liguero contratiempo. 

— Realmente no, quizás unos veinte minutos en auto, aunque hago menos tiempo si el viaje es en motocicleta -. 

— ¿Conduces? -. 

— A veces, aunque la mayoría del tiempo mi padre me lleva a mi y a mi hermana ,pero ahora mismo mi moto esta en el mecánico, por eso a veces Rotxo me hace el favor de darme un aventón -. Neteyam apretó la orilla del volante mientras sentía una liguera sensación de picazón en la boca del estomago, no quería escuchar como es que la chica metía a su amigo a la conversación. 

— ¿Vive cerca también? -. Pregunto queriendo sonar desinteresado pero la chica lo miro un poco confundida por su repentino interés. 

— Si, hemos sido vecinos desde siempre, pero parece ser que ahora esta muy ocupado como para llevarme a casa  -. 

𝐎𝐧 𝐭𝐡𝐞 𝐛𝐞𝐧𝐜𝐡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora