La tía Renny

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Simone agarró las pequeñas mochilas de tela mal cortada de Bill y Tom. Metió unas cosas necesarias para el ya "colegio" de al que llevaría en breve a los gemelos.

Simone había conseguido un puesto de trabajo en la portería de el edificio de su prima.

Eran desde la 5:00 a. m. hasta 9:00 p. m. Realmente un abuso.

Simone acababa de llegar al colegio con los gemelos en brazos. Los dejó y salió lo más rápido posible, llevaba una hora de retraso.

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salida

Simone no podía recoger del colegio a los gemelos. Entonces le rogó a Jorg que vaya.
Jorg, por fin respondió a la llamada de Simone, y fue a recoger a los gemelos, con retraso, pero fue.

–¿Cómo están mis niños?–Dijo melosamente Jorg, tomando en brazos a ambos.
Tom y Bill estaban vestidos iguales. Pero para distinguirlos, llevaban sus nombres en una pequeña cintilla de papel en las muñecas.

Salió una maestra del colegio a paso apresurado y se dirigió a Jorg antes de que se vaya.

–¡Señor, espéreme!–Dijo la maestra aproximándose a Jorg–Disculpe, ¿podríamos hablar unos segundos?–Preguntó ella.

–Bueno, ¿qué es?–Jorg respondió tomando a Tom con un brazo y agarrando a Bill con la mano sobrante.

–Usted debe ser el padre de Tom y Bill–Dijo la jóven–Ese mismo. ¿Por qué?

–Mire, tiene unos niños encantadores.–Dijo ella agachándose a la altura de Bill.–Vaya al grano, maestra. Tengo prisa–Dijo Jorg de una manera un tanto grosera.

–Es Bill– Soltó la jóven chica. –Me temo que desde que llegó a la clase solo se sentó en una esquina y con una rama que ya traía desde antes, se puso a jugar solo.– Respondió preocupada– Tom socializa normal, pero Bill no.– Afirmó tomando la mano pequeña del menor.

–¿Solo era eso?–Preguntó Jorg con un tono de enfado–¿Para eso me hace perder el tiempo?, ¡Son tonterías!, por favor no gaste mi tiempo nunca más con esta clase de estupideces, si no le molesta, ¡tengo cosas que hacer!–Exclamó Jorg y se fue agarrando a los gemelos y dándole la espalda a la maestra.

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Jorg llegó a casa de Simone, dónde se encontraba solamente la hermana de Simone, tía de los gemelos.
Se despidió y se fue nuevamente.

La tía de los gemelo, Renny. Acababa de salir de la pubertad. Siempre distinguía con unas botas negras, jeans negros apretados y alguna camisa también negra. Pelo revuelto y alocado. Con su estilo que destacaba por todo lado. La casa oliendo a aserrín y cigarro.
Habían botellas de alcohol por todo lado entre prendas sucias por el piso.

Renny los agarró y sentó a los gemelos en la silla sin espaldar.
Sirviendo macarrones con salsa de tomate y queso parmesano que había dejado Simone en la mañana. Ya estaba frío. Pero Renny no era capaz de calentar agua. Podría quemar la casa. Era mejor no arriesgarse.

Los gemelos comieron con ansias lo servido. Era su plato favorito.
Renny les sirvió unas bebidas y se fue a su habitación.

Los gemelos terminaron de comer y cuando bajaron de las sillas a su habitación.
A Renny le gustaba burlarse un poco de Simone. Está noche iba a ser una de ellas.

Bill^•

Como de costumbre nos pusimos las pijamas, nos lavamos los dientes y estábamos a punto de meternos a nuestra litera, cuando Renny se paró en la puerta con su novio y dijo –Vamos pequeños, ¿quieren venir conmigo?, les enseñaré por dónde pasa su tía por las tardes.

El Cadillac era un bar de billar muy popular en Magdeburgo.
Nos abrimos paso hasta la barra y nos sentamos en unas altas sillas rojas del lugar.
En la parte encimera de la puerta principal del lugar, había un retrato de metal de un Cadillac rosa colgado ahí. De ahí el nombre del extravagante lugar.
Tom se quedó viendo con la boca abierta y los ojos como platos. Encantado con el carro. Se prometió tener algún día uno así.

-

La noche pasó rápida.
Al día siguiente tenían a dos niños sobre el sofá, durmiendo hasta medio día.

Desperté primero. Abrí los ojos y sentí el cuerpo pesado de Tom encima mío. ¿Qué hora era?
Empujé a Tom para poder salir. Me miré al espejo, era un desastre, así que me di una ducha.
Al salir me encontré con el reloj de pared que marcaba las tres de la tarde.

—Oh, no...-

Se suponía que saldría a las tres y media para la casa de Ney, una niña bonita, de coletas altas con lazos rojos, con la que solía jugar a las muñecas. Ella siempre tenía nuevas colecciones de Polipoquets. Yo solo tenía a una, era rubia. Mamá la consiguió en un mercado cerca al colegio. Estaba en remate, y me la trajo.
Ney solía prestarme sus Polipoquets, y jugábamos en su cuarto. Pero con lo retrasado que iba a llegar si no me apuraba, no podríamos jugar hoy.

Corri al cuarto que compartíamos con Tom, a mi mitad, con las paredes color naranja, cómo casi todo lo demás. El de Tom era Azul, y tenía carritos entre otras cosas comunes. No me llamaba la atención jugar con él, para nada.

Cogí lo primero que ví. Me arreglé el cabello y salí corriendo.
Por el barrio habían varios chicos de 14 años a 17 en una esquina por la que pasé. El olor a cigarro seguía por toda la cuadra.
Al llegar a la casa de Ney, dos pisos. Paredes amarillas con balcones cafés recién pintados. Las plantas en la puerta, y los candelabros de decoraban la entrada.
Toqué la puerta, y la respuesta tardó en llegar, pero llegó.
Pasé, saludé a la mamá de Ney, y subí a su habitación.

-

La tarde pasó, Ney me regaló una muñeca que le compró su papá, pero qué a ella no le gustaba mucho, pero a mí, me encantaba, era la muñeca soñada. Tenía el pelo largo y rojo. Pecas en el rostro. Ojos verdes intensos, con un sutil rubor impreso en sus mejillas.
Llevaba un vestido morado, con encajes negros al final. Era muy bonita.

Al entrar a mi casa, sentí un silencio abrumador. Subí al ático viejo y lleno de polvo, que probablemente no había sido limpiado desde hace 7 años. No encontré a nadie.
¿Dónde estaban todos?
Al bajar, escuché un pequeño sollozo en la habitación de mamá.
Me asomé a la puerta y la ví sentada en la cama con las manos en su rostro, llorando.

—¿Estás bien?— Le pregunté, y ví como se enderezaba y secaba sus lágrimas para disimular.

—¿Dónde está Tom?— Pregunté ante el silencio.

—No vendrá más. Perdón...—Y volvió a llorar.

—¿Q-Qué?, No. Yo lo ví hace rato, ¿a dónde fue?-

—Bill, perdón.. Él no volverá más, se fue con tu padre. Y ahí estará mejor. Es por vuestro bien— Fue la ridícula respuesta de Simone, pero eso no me daba a entender nada.
La miré, en silencio. Esperando a que diga algo, qué era broma. No sé. Pero no hubo nada más.
Salí del cuarto con la mente en blanco. Y me senté en el sofá.
No entendía nada, Tom me había abandonado, me dejó solo. Se fue sin despedirse si quiera... Me sentía tan solo.
Yo no hice nada malo... o si? 

En las clases la maestra solía llamarme la atención por no hablar con los demás. Pero es que era algo difícil, y ella no entendía.
Ney y Tom eran los únicos con quiénes compartía cosas. Pero ahora Tom no estaba.

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10 años después

DollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora