Límites

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1 de septiembre

Tom^°

Era mi cumpleaños número 16, y Jorg me dió el primer billete que encontró en su bolsillo.
Contaba 100. Que era suficiente para lo que fuera que quisiera comprar un chico de 15 años con mentalidad de uno de 19.

Me dí un baño, y salí a la calle. A las cuadras, encontré a Andreas.
Se hizo mi mejor amigo cuando llegué el barrio por primera vez. Y decidí nombrarlo como mi amigo.
Él no fumaba, entonces no tendría que gastar dinero en él. Todo sería para mí uso, y eso me gustaba.

—Y ¿cómo te va con Charlotte?— Preguntó Andreas, mientras yo sacaba de la cajetilla el porro

—No lo sé, ayer la llevé a mi casa, y te imaginas. Es muy chiquilina para mí gusto. Preferiría a una mayor—

—Tú te la pierdes, Tom. ¿Eso quiere decir que me la dejas?—

—Si, puedes hacer lo que quieras con ella— Respondí tirando el cigarro al suelo, para pisarlo.
Alcé la mirada hacia Andreas y ví como sonreía nada sutilmente.

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Al llegar la noche, vinieron Andreas y sus primos de 18 años. Invité a unas chicas de último año, y a otros del barrio.
El primo de Andreas, David. Trajo alcohol en cantidades. Sería una noche larga.

Y lo fué, por eso mismo no noté que Jorg no llegó a casa.

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Bill^°

Por la mañana desperté y ví a mi madre sentada al pie de la cama, con un pequeño pastel y una vela.

—Feliz cumpleaños, cariño.—Dijo con una sonrisa enorme en su rostro.
Se me acercó y prendió la vela.
Yo la ví un momento, y luego soplé.

—Muy bien, hoy quiero que salgas conmigo y con Gordon a comer afuera. ¿No te gusta la idea?— Preguntó mamá con la misma tonta sonrisa de siempre.

–No-

—¿Qué?, ¿por qué no...? Bueno, no importa, podemos ir a ver algo al cine... O... ¡si quieres vamos a tomar un helado!—

—No quiero salir, perdón—

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Simone^°

Las actitudes de Bill durante los últimos años, fue fatal. No me gustaba para nada.
Él no hablaba con nadie, no salía de casa. En el colegio los maestros me llamaban a cada rato con quejas de que Bill no participaba de las clases para nada. Esto más que molestar, me entristecía.
Yo solo quería su bienestar, no que sea un antisocial.

Debo admitir que no era que yo dejase que Bill haga muchas cosas, pero no lo hacía de mala manera. Si Bill cogía un cuchillo, podría lastimarse sin querer.
Si salía a la tienda, podría seguirlo alguien malo y hacerle algo.
En las fiestas de adolescentes habían drogas, alcohol, cosas y gente peligrosa.
Por las calles habían locos mentales, y malas influencias.
Homosexuales y gente distinta.

Y yo no quería que Bill se deje llevar por el mal camino, para nada.

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Simone salió del cuarto, y guardó el trozo de pastel en la nevera.
Bill salió detrás de ella y se metió a la ducha. Se dió un baño, se vistió, maquilló, peinó.
Con eso las horas pasaron.
y se sentó en el comedor junto a Gordon y Simone.

—Y ¿cómo te va en la escuela?— Preguntó Gordon, interrumpiendo el silencio ensordecedor.

—Bien-

—¿Tienes amigos?— Ví como mamá, debajo de la mesa, le daba un codazo a Gordon, lo cuál me causó... risa?
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Al día siguiente desperté con la luz espantosa que entraba directamente por la ventana a mi rostro.

Me levanté y miré en el espejo.
Estaba.. igual que siempre.
Me dí una ducha y pronto salí de mi habitación.

Me serví un café, y al darme la vuelta ví a Gordon y a mi mamá viéndome desde el marco de la puerta de la cocina.

—Debo decirte algo— Comentó mamá con una expresión que no sabría descifrar.

—Habla-

—Tu padre...— Quedé helado. No había oído de él desde hace 9 años.

—El tuvo anoche un accidente automovilístico, y murió...-

Me quedé en silencio, no sabía cómo reaccionar, casi no lo conocía, no sabía qué decir si quiera.

—Y Tom...—Morí, sentí como la sangre me subía a la cabeza, no podía respirar bien, me sentí fatal.





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