Mamoritai

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Spreen miro su techo de tierra sin ninguna expresión como lo había hecho desde que abrió los ojos, rogar que lo dejaran salir de aquel bucle tampoco funciono. El oso no hizo el más mínimo esfuerzo por levantarse, simplemente se sentía muy cansado tanto física como mentalmente, lo único que quería hacer era revolcarse en su miseria. Lo intento todo, hizo absolutamente todo lo que estuvo a su alcance y aun así no fue suficiente, él no fue suficiente. Lo único que podía hacer era aceptar que de ahora en adelante esta sería su vida, atascado en el mismo día hasta que sus pulmones dejen de funcionar y tal vez cuando eso pase finalmente pueda sentirse tranquilo.

Ni si quiera se molestaba en querer salir de su casa, ya nada tenía sentido, Juan tuvo razón al decir que salvarlo era imposible, lo único que logro en todos sus intentos fue lastimarse y acabar con la poca cordura que le quedaba, estar en este bucle ya lo estaba volviendo loco. Día tras día él era el único que podía recordar lo que paso, no importa si lograba desbloquear algún recuerdo en alguien, en su siguiente intento simplemente volvían a olvidarlo. Cada día Spreen estaba más seguro de que los dioses jamás tuvieron la intención de cumplir con su deseo, este era un castigo por haber lastimado a su elegido, por haber dañado al siguiente dios de todo, esta simplemente era su penitencia por las cosas que hizo. Sin embargo, todo esto parecía injusto si ese era el caso, Spreen no fue el único que le hizo daño, todo el pueblo de una u otra manera había lastimado a Juan o le había arrebatado algo que le importara, ¿Por qué solo él estaba pagando por eso?

Cada intento se repetía en su mente una y otra vez, intentando ver en que se equivocó, ver que es lo que podía hacer diferente y el común denominador siempre terminaba siendo Juan, aquel hechicero solía venir en su auxilio más de la mitad de las veces, siendo el quien lo protegía de todo y terminaba dando su vida para que tanto él cómo el resto del pueblo pudieran vivir en paz. No importa que plan pudiera crear, jamás podría controlar el corazón de Juan y las cosas que ese corazón lo fuerza hacer, tomando la decisión correcta para la mayoría, pero no para él. El oso respiro profundo sabiendo que había una sola cosa que aún no había intentado, bueno técnicamente si lo intento solo que en aquel momento no estaba tan jodido como lo estaba ahora. El hibrido se sentó en la cama tallándose la cara, no quería salir, no quería levantarse, pero qué más da, el fallar ya no es nada nuevo. De cualquier forma, ya no le queda nada que perder.

El oso camino al santuario ignorando a cualquier mob que apareciera en su camino e intentando evitar a cualquier creeper que lograra ver a la distancia, el sonido de sus explosiones es bastante parecido al de la dinamita y para su desgracia su cerebro es incapaz de diferenciarlos. El camino a casa de Juan siempre era largo, especialmente con esas escaleras, en algún momento perdió sus elytras dañándose al punto de no poder arreglarlas así que solo le quedaba subir a pie ... su cuerpo va a odiarlo por eso, pero a este punto sentirse peor parece imposible. A pesar de tomar mucho tiempo en subir aún seguía siendo de noche cuando llego a la cima, si hubiera podido simplemente hubiera gritado el nombre del hechicero hasta que bajara, pero su respiración entrecortada fue suficiente para disuadirlo de hacer eso, simplemente tiene que tomar un enfoque más tranquilo. El oso simplemente dejo un mensaje pidiéndole a Juan que bajara y llamándolo hasta que el ruido del teléfono lo despertara.

El castaño pujo con molestia al escuchar el sonido de su celular, la luz de la pantalla siendo la única iluminación en la habitación, simplemente se dio la vuelta esperando que quien sea que le estuviera marcando simplemente lo hiciera por accidente y que al no contestar lo dejarían en paz, para su sorpresa las llamadas seguían entrando una tras otra forzándolo a revisar quien era. Se sentó en la cama poniéndose sus lentes antes de revisar su teléfono, encontrándose con que las llamadas eran de una única persona, la cual le había dejado un mensaje. "Baja por favor." Eso le parecía algo extraño, rara vez Spreen venía a su casa avisando que estaba ahí, normalmente simplemente venía a dejar su revista, pero era demasiado tarde como para hacer eso, Juan decidió regresarle la llamada para averiguar que quería, para su sorpresa Spreen únicamente le colgó. "No chinges Spreen, no me puedes estar marque y marque para que no me contestes!" Dijo para sí mismo con cierta molestia, un nuevo mensaje apareciendo en su pantalla. "Baja, necesito decirte algo importante." Juan no podía ni imaginar que puede ser tan importante como para venir a decírselo a esta hora y que necesite hacerlo frente a frente, a pesar de no tener ganas de hacerlo termino por bajar, quizá era algo rápido y podía volver a dormir.

Imposible • SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora