Jueves 16 de junio de 1988
Querida Eunice,
Desearía saber cómo estás en estos momentos. Pero de nada sirve mostrar interés en ti, si no voy a hacer algo por verte. Eso no quiere decir que me he resignado a buscarte, pero se me han complicado las cosas demasiado.
¿Cuánto tiempo ha pasado? Dos... Sí, creo que dos, ¿meses o días?, ¿semanas o años? No sé. Dime tú, hace cuánto que te envié mi última carta. Hace dos, ¿cierto?
Pero mi niña ya tiene cuatro años y entró al jardín de niños. Has tus cuentas. Sí, fueron más o menos dos.
Y como has de comprender, no puedo dejar a mi hija, ésta es su casa, y me gustaría regresar a contigo para que vieras a mi niña pero será muy difícil de ahora en adelante.
No puedo salir del país así como así, ahora que ya trabajo y que tengo que mantenerme y mantener a Eulalia. Me será bastante complicado, como has de comprender.
¿Sigues ahí donde te dejé? Madre, ¿estás ahí? Sigue esperando y verás que llegaré.
Mi promesa ahora será está: No te escribiré de nuevo hasta que un día regrese a casa de haber visto tu cara aunque sea un breve instante. He dicho. Madre, porque si no hago una promesa así nunca volveré a verte. Espérame.
Eunice, estoy muy emocionada; ¡conocerás a mi niña!
Madre, saluda a papá por mí.
Dulces sueños.

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Para Eunice
Short StorySábado 16 de agosto es la fecha en que la vida de Eunice cambia...