Conexión

51 3 2
                                    

Viernes 22 de julio de 1983

Señora mía.

¿Recibiste mi carta anterior? ¿Le estoy escribiendo a alguien desconocido? No sé qué decir, no sé qué pensar y no sé qué hacer. ¿Ya ha pasado otro año? ¿Cuánto pasó? ¿Fue tal vez un día? ¿Lo sabes? Yo no sentí el tiempo. ¿El tiempo existe realmente?

¿Te acuerdas del hombre al que te mencioné la otra vez? Su nombre es Antonio. Es agradable. Se parece tanto a papá y no sólo por su forma de ser, también en su físico. ¿No es increíble? No me siento tan sola. ¿Puedes decirle a papá que aún lo extraño y que Antonio no será absolutamente como él, en realidad?

Les tengo otra noticia. Aún no sé mi ubicación exacta (Antonio tampoco conoce por aquí) pero sé que sigo dentro del país, muy al norte. Incluso, tal vez cruce la frontera. Aunque eso haría más difícil nuestra comunicación; aún no he tomado una decisión en concreto, pero aún no quito el dedo del renglón.

¡Oye, Eunice! ¿Cómo has llevado todo esto? Seguro que aún lloras por mi ausencia. Soy tu hija, así debería de ser. Yo lloro, no me importa lo que pienses de mí al respecto. Lloro porque se me pega la gana y porque, a pesar de mi odio -que prevalece- extraño los momentos que pasé contigo durante esos dieciséis años. Desperdiciados, seguramente, para ti por haber tenido una hija insensata como yo.

Madre. ¿Debería decirte madre? ¡Oye!, ¿me amas? Claro que no, porque sientes lo mismo que yo; y yo te odio. Entonces no debería preguntarlo, ¿cierto? Porque sé la respuesta. Cuando te ame, sabré que me amas.

¿Estará de más pedirte perdón? Tengo ansias de ver tu viejo rostro. Pero sé que si te vuelvo a ver la burbuja de mi vida color de rosa se reventará sin más porque no aguantamos estar cerca una de la otra. ¿Me equivoco? Así lo siento, seguro que sientes lo mismo. Sin embargo, por ahora reservaré mis palabras porque aún te odio. Sabes a lo que me refiero, sé que lo sabes.

Me despido por hoy. Cuando suceda algo bueno en mi vida te escribiré. Así que espera, señora.

Dulces sueños.

Para EuniceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora