43. Familia

283 7 0
                                    

P.O.V. Aria

Ha llegado la semana.

Volveré a ver a mi familia.

No tengo ganas porque a seber con qué excusas me van a venir a pedir perdón. Además, de que yo no he visto muchas acciones por si parte para que les perdono, porque una acción vale más que mil palabras.

Y todo esto es porque mi primo aceptó que vivieran con él para que yo les perdonara, porque, si es por mí, vuelvo a vivir a Gran Canaria pero no les hablo.

Tampoco sé cuántos familiares van a venir.
Espero que solo sean los más allegados o cercanos, porque no me apetece tener a todo mi "familia" aquí.

He de decir que había un miembro con el que me llevaba genial cuando todos me ignoraban, que era mi tío abuelo por parte de madre, pero tristemente falleció por un cáncer letal y bueno, pues aprnedí a vivir con que él ya no está, pero todavía me duele mucho.

La verdad es que no sé bien cómo me siento.
No sé si estoy nerviosa o con ganas de tirarle una silla a alguien o romper platos y vasos.
No sé si de verdad estoy preparada para volver a verlos a ellos ahora que estoy tan bien psicológicamente.

Sé que mi primo quiere que nos llevemos bien o que al menos nos soportemos para poder volver a pasar las navidades juntos como hace unos años ya, pero no sé si eso es lo que yo quiero.

Igualmente, para salir de dudas, voy a hablar con mi primo, que al final es mi pilar y mi ayuda en todo.

En la videollamada

—¡Buenas tardes, Pedritooo! —exclamé alargando la 'o' en cuanto vi a mi primo a través de la pantalla de mi móvil.

—¡Hola, Ariiiiiii! —cada día me sorprende más con cada apodo nuevo que me pone con el paso del tiempo—. ¿Qué tal estás mi niña?

—Bien, aquí, sin saber muchas cosas y con muchísimas dudas —reconocí. A este hombre no le puedo ocultar nada, porque, en caso de que lo hiciera, el lo descubriría más rápido que Sherlock Homes, puesto que me conoce como la palma de mi mano.

—Niña, todo va a salir bien, no te preocupes —me intentó relajar.

—No sé yo, eh Pedro, tengo mis dudas al respecto del encuentro con mi familia.

—Cuéntame todas las dudas que tengas, a ver si así te puedo responder alguna o todas con suerte —me pidió.

—A ver, ¿cuántos van a ir? —preguntó mientras rezaba en mi mente por qué fueran pocos.

—Tus padres y tú melliza —dijo y con esas palabras ya me tranquilizó mucho—. Pensé que si los traía a todos de golpe iba a ser muy duro para ti porque llevas tiempo sin hablar con ellos.

—Ños, gracias de verdad —dije relajada—. Me quitas un gran peso de encima.

—Jajaja —río mi primo—. Qué bien te conozco.

—Hombre, no te jode, que eres mi padrino y primo —dije.

—También es verdad —dijo dándome la razón—. ¿Tienes más dudas?

—Si, si —asentí rápidamente—. ¿Dónde nos vamos a ver? Porque no sé donde quieres que nos veamos.

—Pues tenía pensado en reservar una mesa en un restaurante o que vayamos a tu casa a solo hablar, porque a lo mejor el restaurante es un poco incómodo.

—A ver, por gustarme más, prefiero ir a un restaurante, pero por comodidad es mejor mi casa, así que llámalos y además pásales la dirección de mi casa —le pedí.

Solo tú y yo || Alén VicenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora