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Martina miró el anillo en su dedo, el brillo dándole la sensación de que ella misma brillaba. Desde que Cristian se lo había dado, le estaba resultando imposible evitar mirarlo cada unos cuantos minutos. El pequeño diamante resaltaba en su dedo, como un recordatorio de todo lo que había pasado con Cuti en ese último tiempo y como una promesa de que en pocos días lo iba a llamar marido. Cuidaba el anillo como si fuera su bien más preciado, se lo sacaba para lavar los platos y cada vez que se bañaba. Nunca había cuidado algo con tanto esmero como aquello.
—Te voy a extrañar mucho. ¿Por qué me abandonas? No me llevo bien con el abandono.— ella miró a Cami, que estaba sentada al borde de la cama, ya preparada y maquillada para la salida de hoy.
—Tengo que irme a resolver unas cosas en Argentina, pero sabes que voy a volver. Solo son unos días y voy a estar acá para seguirte molestando.
Camila le había dicho hace unos días que tenía que volver con su familia, era una noticia que la había sorprendido, porque prácticamente pasaba casi todo el tiempo con ella, a excepción de los momentos en los que estaba con Cristian o trabajando. El día había parecido lejano, hasta que eventualmente había llegado y ahora le estaba resultando difícil tener que despegarse de su mejor amiga. Desde que la influencer había tocado la puerta de su casa esa misma tarde, Martina prácticamente se había pegado a su mejor amiga como una garrapata. Quería absorber los pocos minutos que le quedaban con ella.
—¿Que voy a hacer sin mi mejor amiga acá? Los días van a ser aburridos sin vos para alegrarlos, Cami.— Martina se limpió una lágrima falsa y se acercó a ella, para darle otro abrazo. Cami la recibió gustosa, dispuesta a más cariño por parte de la periodista.— ¿A quién voy a llamar en la madrugada para decirle que Cristian está roncando y no me deja dormir? ¿Con quién voy a ver Gossip Girl mientras comemos helados?
Ella hizo un puchero y los ojos de Cami se pusieron un poco chinitos.
—Tenés a Cuti, a Sonny y ahora te estás llevando bien con Erling. Ni me vas a extrañar.
—Pero no es lo mismo, ellos son hombres y a veces los hombres me caen mal. Vos sos mi mejor amiga.
—También soy tu novia.— apuntó ella, sonriéndole y dejándole un beso en el cachete. Martina puso la boca, pero su amiga le dió un golpe juguetón.
—Decime la verdad. Si Cristian te obligó a irte, porque estaba celoso de nosotras, tenés que decírmelo, mira que lo mando a la mierda y me quedo con vos.— Martina miró a Cami a los ojos, mientras su amiga negaba con la cabeza y soltaba una risita.
—¿Vas a cuidar a Kim de mi parte?
Ella asintió, pensando en la perrita de su amiga.— Espero que se lleve bien con mis perros.
