chat y deseo

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Las semanas pasaban y cada vez veía a Bill distante, no era que fuéramos cercanos, pero creía que después de mi declaración Bill aceptaría, pero ocurrió fue lo contrario, Bill se paseaba de la mano con Caroline por la escuela, eran unas de las parejas más populares obviamente también la que yo conformaba con ría, porque al ver la situación de ellos me enrolle con ella para demostrarle que no me importaba nada, dejaría atrás lo que empecé a sentir por él y seguiría con mi rol de mujeriego...

Llevaba hablando con un compañero del curso preliminar que comenzaría hacer en unos días y el chico me caía bien al tal punto de coquetear con él por chat, parecía ilógico, pero me ha llegado a gustar sin saber quién es, así que decido invitarlo a un café cerca de la escuela porque ambos asistimos allí, él acepta y le mando un mensaje anunciando que estoy en el sitio, me siento y pido un capuchino. Veo entrar a Bill y se sienta a dos mesas lejos de la mía, busca con la mirada en el sitio y se encuentra con la mía, fijamente nos vemos por un rato, después teclea en su móvil y al instante me llega un mensaje del chico diciendo que ya estaba en el sitio, pero que no me ve, que le diga cómo voy vestido para reconocerme.

Tecleo mi móvil y escribo mi color de camiseta, lo envío y suena su móvil al instante, lo veo negar con la cabeza y se levanta para venir a la mía, se sienta de golpe en la silla vacía y me pasa su móvil.

Tecleo mi móvil y escribo mi color de camiseta, lo envío y suena su móvil al instante, lo veo negar con la cabeza y se levanta para venir a la mía, se sienta de golpe en la silla vacía y me pasa su móvil

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Veo, los mensajes son los mismos que yo he mandado, no puedo evitar reír por la situación, él me imita, las risas se vuelven escandalosa por parte de él, ya que tiene una muy ruidosa, cuando calmamos nuestras respiraciones me atrevo a hablar

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Veo, los mensajes son los mismos que yo he mandado, no puedo evitar reír por la situación, él me imita, las risas se vuelven escandalosa por parte de él, ya que tiene una muy ruidosa, cuando calmamos nuestras respiraciones me atrevo a hablar.

-qué pequeña es la vida, ¿verdad?

-sí, tienes razón… Nunca pensé que fueras tú… Pero ya vez aquí estamos-

-sí, bueno, debería irme- me levanto con la intención de no molestarlo, tomo mis cosas y pago el capuchino que aún humea en la mesa.

-¡espera! Tomate el capuchino y acompáñame mientras pido un café-

Me siento, tomo la taza y bebo un poco bajo su penetrante mirada, él se levanta, pide su café y vuelve a sentarse.

-¿Así que quieres terminar con ría?-

 𝑾𝒉𝒊𝒕𝒆 𝑳𝒊́𝒆𝒔  [TwcNr] (Redacción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora