Aᴍʙᴏs Pʀᴏxʏ's ǫᴜɪᴇʀᴇɴ ᴀ ʟᴀ ᴍɪsᴍᴀ ᴄʜɪᴄᴀ, ᴘᴇʀᴏ sᴏ́ʟᴏ ᴜɴᴏ ʟᴀ ᴛᴇɴᴅʀᴀ́.
Nunca sabes quién te observa.
Nunca sabes quién te sigue los pasos.
Nunca sabes quién te piensa.
Y cuando te dés cuenta, puede ser demasiado tarde. Ya eres su objetivo, su obsesió...
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Elena Jones
El miedo poco a poco se extiende por todo mi cuerpo.
De entre tantas personas, ellos muy rápido me ubicaron y no paran de verme. Miraron a su obstáculo que es Ethan.
No son ladrones, no son asaltantes. Son ellos, han venido por mí para llevarme de vuelta a ese infierno, a la oscuridad que ellos pertenecen.
—¿Ustedes...? ¿Cómo es posible...?—Susurré totalmente atónita y absorta.—No... Váyanse...—Susurré entre lágrimas.
Empecé a sentirme mal, un fuerte dolor golpea mi vientre. La impresión de volver a verlos es tan fuerte que no lo puedo soportar.
«Sabía que no estaban muertos. El simple fuego no acabaría con ellos. Están intactos y fuertes como la última vez que los ví».
—Tranquila, Elena. Mientras yo esté aquí contigo, ellos no podrán hacerte daño.—Ethan me susurró bajito mientras me abraza apegándome más a su cuerpo.
Cuando Masky dió un paso hacia adelante, todas las personas se asustaron, se pararon de sus asientos y corrieron despavoridas hasta los asientos finales del autobús para protegerse. Tan sólo ésto empeoró las cosas, ya que Hoodie y Masky sacaron una escopeta cada uno.
«Ésto me alertó bastante».
—¡No...!—Grité muy alto.—¡NO! ¿¡QUÉ VAN A HACER!?—Grité ya muy impacientada y queriendo ir contra ellos.
—¡ELENA, NO!—Ethan lo impidió abrazándome con fuerza y protegiéndome con su cuerpo.
Me apegué lo suficiente a la ventana con Ethan detrás mío en cuánto las armas fueron disparadas. Las balas fueron directamente hacia esas personas quiénes muy pronto soltaron gritos ensordecedores.
—¡BASTA!—Grité tan fuerte mirando horrorizada cómo les disparan sin piedad a esas personas, entre ellos niños.
—¡NO MIRES! ¡NO ESCUCHES!—Ethan tapa mis oídos con sus manos y trata de hacerme mirar a otro lado que no sea a esas personas que están asesinando a balazos.
A pesar del sonido tan estruendoso de sus armas, no cerré los ojos en ningún momento. Contemplé con extremo detalle las muertes.
Las balas dieron directo a sus estómagos, rostros, cabezas y diferentes partes de sus cuerpos. Las balas de las escopetas destrozaron sus estómagos a tal punto de que todos sus órganos internos broten y se desparramen. Lo mismo con sus cabezas y rostros, sus ojos cuelgan casi de un hilo y sus dientes también lo hacen, sus sesos quedaron desparramados en el suelo y en las ventanas del autobús.