Saint.

1.2K 95 7
                                    

Al principio dudaste. Era obvio que lo haría. Cómo no, pensó él mientras te observaba mirar hacia todas partes de forma nerviosa y dudosa. Terminaste por acceder, eso le saco una sonrisita maliciosa que era oculta por la máscara que traía puesta. Sabía cómo tenerte entre sus manos.

En silencio ambos caminaron hacia la capilla, un silencio que duró hasta que ambos entraron y vieron a algunos soldados rezando que minutos después no tardaron en irse ante la presencia del gran coronel, intimidados al notar la mirada demandante que él les daba para que se largaran del lugar. Eso hicieron.

Tan pronto como los soldados se fueron te pusiste de rodillas frente al Jesús que había allí.

Estuviste en silencio rezando por varios minutos que parecían horas eternas ante los ojos del hombre quien parecía totalmente aburrido ante el acto que él pensaba, era patético. Pero tampoco desperdició la bonita vista que tenía frente a él, como tus ojos estaban cerrados, la forma en la que tu culo se abultaba en esos pantalones de entrenamiento que llevabas utilizando desde la mañana. Tuvo que morder su lengua para evitar decir alguna cosa inapropiada mientras observaba con atención la forma en la que tus pechos se veían a través de la delgada camiseta de entrenamiento.

"¿Cómo llegaste a ser tan bendecida? Es impresionante."

La voz grave y tranquila pero sin embargo con un trasfondo burlesco del hombre se escuchó por la pequeña capilla en la que ambos estaban. Tú de rodillas ante la estatua de Jesús que estaba puesta allí. Estabas rezando con ambas de tus manos juntas las cuales sostenían un rosario con fuerza, manteniendo tus ojos cerrados con fuerza e ignorando las burlescas palabras de tu acompañante.

"Eres un ciervo de Dios. Pero aún así, él te abandonó."

Pero te viste obligada en un momento a mirarlo, tus ojos totalmente abiertos cuando sentiste una de sus manos tomar tu cabello desde la parte trasera, jalando hacia atrás con fuerza para que lo miraras a los ojos.

"Coronel.."

Pudiste lograr decir entre suaves respiraciones que comenzaban a agitarse, removiéndote debajo de su agarre cuando su mano se tenso aún más alrededor de tu cabello.

"Du bist so hübsch...so süß..."

Ni siquiera entendías alguna palabra de la que salían de sus labios, solamente podías concentrarte en mirar aquellos ojos tan hipnotizantes que te miraban llenos de malicia. De pronto dejó ir tu cabello de un movimiento brusco, colocándose de pie para tomar tu brazo y tirarte sobre la banca de madera, la cual crujió ante el peso encima de ella.

Al principio te negaste, empujando sus manos cuando intentaron colarse por debajo de tu camisa, intentando también desabrochar tus pantalones para bajarlos. Eso solo lo frustraba más de lo que ya estaba. Lo estaba negando y eso lo hacía enojar como la mierda, sus manos estaban aferradas al borde de tu pantalón y estampó tus caderas de forma brusca contra la madera, logrando mantenerte quieta por unos minutos en los que aprovecho de bajarlos hasta tus tobillos. Tu ropa interior estaba húmeda. No porque quisieras, era una reacción natural después de todo.

"Scheiße, odio cuando me niegan. Odio cuando no me dejan tomar lo que es mío. Lo que me pertenece." Gruñó por lo bajo, el sonido de la tela rasgándose lleno tus oídos y bajaste a ver lo que antes solía ser tu ropa interior rota, ahora tenías un agujero justo donde estaba tu coño totalmente goteante. Listo para tomar lo que sea que le dieran.

Sus manos acariciaban tus muslos ahora, tomando en vista cada pequeño detalle de tu piel. Hasta esas cicatrices horribles que te habías dejado. Él se burló de ti cuando te tensaste bajo tu tacto, cuando sus las yemas de sus dedos tocaron la piel levantada gracias a las cicatrices.

Ella era ingenua. Él lo sabía. Y él para ella, sería su pequeño pecado.

needless and pins | König.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora