Libido.

570 59 11
                                    

De un manotazo apartaste su mano de tu rostro que se contorneó en una expresión de pura molestia a sus tontas palabras en una situación como en la que se encontraban ahora mismo, refunfuñaste por lo bajo y tomaste un largo respiro intentando calmar la molestia creciente en tu estómago que se expandía por todo tu cuerpo. La frustración invadió tu ser, la necesidad de alejarte y tomar un tiempo para ti fue inevitable además de haberlo hecho, apartando tu cuerpo por completo del de él y dándole el hombro frío cuando pasaste de largo para salir de la habitación sin dignarte en dirigirle la palabra durante todo el tiempo que estuvieron esperando a por la otra patrulla que debía llegar. Cruzándote de brazos, evadiéndolo cuando se acercaba a hablar contigo y a cambio acercándote a otros soldados para pasar el rato. Frustración, molestia y celos llenaron su cuerpo al haber tomado sus palabras de otra forma, solo quería bromear un poco para aliviar la tensión de ambos, algo que le salió bastante mal por lo visto. Vaya, no sabía que las personas religiosas podían ser tan irritables, pensó que ellos nacían con el don de la paciencia. Lo creyó, por su madre que era una mujer santa y paciente.

De todas maneras estuvo aguardando al momento más indicado para hablar de las cosas contigo, y cuando lo hizo se le deslizó de entre las manos cuando un soldado cualquiera se acercó a ti para darte nueva información. Su sangre hirvió, sintiéndose enojado con él mismo y contigo por tomarte las cosas tan a pecho.

Al ya haber terminado tu pequeña plática con el soldado saliste a tomar aire afuera, suspirando con fuerza al recordar las palabras del hombre, de todas maneras no podías negar lo ansiosa que te había hecho sentir y la extraña sensación en tu vientre que hizo que tus bragas se mojaran en pura anticipación. Mantener una vida sexual era de lo peor. Ahora lo sabías. Solo habías experimentado eso hace un tiempo atrás, una sensación desagradable llenó tu mente cuando se atrevió a recordar las manos del hombre que te tocó por primera vez, las ganas de vomitar aparecieron y tuviste que centrarte en algo más para evitar vomitar.

Tus pulmones tomaron el aire en ellos, conteniéndolo por unos segundos antes de exhalarlo y sentir como tu respiración se cortaba por completo cuando una mano cubrió tu boca, de forma totalmente obligada te arrojaron al piso. El peso encima de ti te estremeció y tus ojos se humedecieron pero aún así tu cuerpo no dió respuesta alguna, solo cerraste los ojos dejando que el destino hiciese contigo lo que quisiera. Pero al sentir un pequeño beso en tu mejilla los abriste de nuevo, conectándolos con los de él, que te miraban llenos de diversión y pura burla. Te removiste debajo de él, gritando palabras y maldiciones contra su mano que todavía cubría por completo tu boca, pero una arcada salió de repente de tu boca cuando dos dedos se metieron de forma brusca dentro de tu cavidad bucal, estabas dispuesta a morderlo pero ni siquiera alcanzaste a hacer algo cuando oíste su voz.

"Si me muerdes..Te irá mucho peor, Schönheit.."

La frustración en tus ojos le hizo gracia, te dedico una sonrisa de medio lado antes de deslizar la otra mano a un lado de tu cabeza para más soporte, quitando un poco de su peso de encima de ti para acomodarse un antes de dejar ir tu rostro. Sus dedos quedaron empapados en tu saliva, un solo hilo era lo que los seguía uniendo con el interior de tu boca, te sentiste avergonzada. Sin poder evitar hacerlo, escondiste tu rostro para que no viera lo roja que te habías puesto al estar frente a esta incómoda situación que te habían sometido, sintió frustración y nuevamente se vió en la posición de ponerse un poco bruto, tomando tu cabello con fuerza para echar tu cabeza hacia atrás, volteándola un poco para ver esos preciosos ojos ya humedecidos de nuevo, mejillas rojas, boca entreabierta y algo manchada de saliva. Suspiró. Te veías preciosa, sin duda alguna, siempre lo hacías, con ese ceño fruncido, con un puchero en esos bonitos labios y esa mirada que prometía asesinarlo.

"Mi pequeño ciervo. Te ves preciosa, Du bist meine Muse, alles was ich mir wünsche.."

Gimió contra tu oído, su aliento caliente chocaba contra tu mejilla y sentías como la creciente erección rozaba contra tu trasero. Te sentiste mal, un cosquilleo en tu estómago que te daba la advertencia, que te hacía sentir que algo iba mal. Muy mal. Pero por otra parte no podías evitar la forma en la que tus bragas ya estaban suficientemente húmedas, como tu respiración se agitaba por cada pequeña sensación traída por el muchacho que tenías encima de ti, te sentías pequeña bajo él, demasiado pequeña y vulnerable entre las manos de este hombre. No podías estar más aterrada pero también fascinada.

"König..No deberíamos.."

Un suave quejido escapó de entre tus labios que fueron sellados con un pequeño y cariñoso beso que te hizo suspirar, por un momento quitándote los pensamientos que iban a toda velocidad por tu cerebro sin dejarte pensar en algo más. Te estabas dejando llevar por las caricias y palabras al aire que te estaba susurrando. Estando apunto de pasar al mejor momento oyeron pisadas, hojas secas quebrándose y sigilosos pasos que los hicieron a ambos entrar en completa alerta, sus manos te dejaron ir, bajándose de ti lentamente y llevando con lentitud su mano a la pistola que llevaba siempre consigo en caso de cualquier situación. Su rostro ya estaba cubierto de vuelta por la máscara, tú ya te estabas levantando y recuperando de la intensa sesión que quedó a medias de todo. Con el corazón en la mano ambos miraron en dirección al sonido, apuntando sus armas firmes y altas.

Cuando pensaron que lo peor vendría, solo vieron las conocidas caras de sus otros compañeros que también tenían sus armas levantadas en caso de cualquier situación. El grupo suspiró al igual que ustedes e hiciste señas de dónde debían ir, el capitán del equipo asintió rápidamente con la cabeza antes de llevar a sus muchachos a la zona de resguardo. Tú te quedarías hablando, por un par de minutos con este inquieto coronel. Al ya sentir una lejanía con el grupo fuiste a encarar al hombre, quien posaba una de sus manos sobre su cadera y observaba su alrededor antes de que sus ojos cayeran sobre ti, notando lo sonrientes que se veían por el espectáculo que le habías dado. Refunfuñaste, resignada y molesta por la actitud.

"Eres todo un problema, no puedes siquiera mantener tus manos para ti mismo ni por un segundo. Deberías considerar..Rezar.."

Te encogiste de hombros ante el repentino consejo que le habías dado al hombre. Sentías que si cada vez que él tuviese ganas de cometer actos pecaminosos contigo, dedicara una pequeña oración sería más que perfecto y las ganas de hacer cosas sucias contigo desaparecerían o al menos disminuirían al menos un poco.

"¿Juegas conmigo, verdad? No creerás que voy a rezar solo porque me lo pidas."

Frunciste tu ceño, sintiendo que la perdición de ambos estaba cada vez más cerca. Y temiste, porque estabas más que segura que habías escuchado su voz un poco más seria de lo usual, sentías como sus ojos se clavaban en ti pero por primera vez decidiste que no te dejarías llevar por él, de nuevo.

"Como sea, pero no tengo ganas de tus jueguitos. Necesitamos concentrarnos en esta misión. Piensa con la cabeza de arriba, no con la de abajo."

Demandaste, con esa bonita cara molestando una expresión totalmente molesta que logró que toda la sangre de su cuerpo se concentrara en un solo lugar que volvió sus pantalones más apretados y lo hizo tararear en forma contenta, riendo bajito. Un desapercibido asentimiento de cabeza fue lo único que te dió segundo antes de que su mano se deslizara hacia el pequeño espacio de abajo de tu espalda para guiarte de vuelta al pequeño refugio. Vaya misión que sería estar con él.

needless and pins | König.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora