Refugio.

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La reunión no duró más de quince minutos antes de que partieran en el avión que ya les estaba esperando a afueras de la base. Los soldados restantes se irían en camionetas hacia la siguiente posición. König había procurado mantenerte cerca de él a todo momento incapaz de dejarte ir pensando en que algo malo podría sucederte al estar siendo expuesta a esta misión, estaba pensando de más y lo sabía, tú lo sabías porque eras consciente de tus propias capacidades y habilidades que te habían llevado hasta donde estabas el día de hoy. No querías permitir que König te subestimase, te hacía sentir mal y que eras percibida como una persona débil e incapaz.

"No debe mantenerme a su lado siempre, Coronel. No soy una niña, lo sabe."

Estabas tan centrada en tu frente que te asustaste cuando te obligó a mirarlo para pinchar tu nariz, sosteniéndola entre su dedo pulgar e índice por unos segundos y quitándote la respiración durante unos cortos segundos antes de dejarte ir con las mejillas coloradas ante la muestra de afecto tan extraña por parte de tu coronel. Reíste bajo.

"No seas terca, quiero mantenerte a mi lado pata verificar que no suceda nada durante este trayecto. Tus hombres me matarían si se enteran que le sucedió algo a su preciada capitana."

Pero rodaste los ojos recordando exactamente las caras que habían puesto algunos de los hombres a cargo allí, era exasperante la forma en la que no confiaban en que una mujer podía llevar el mando de la situación y la calma en su cara cuando mencionaron al coronel fue notable. Te gustaría ahorcarlos a todos para asesinarlos, pero no estaba en tus principios y tu Dios sabría que estarías pecando al atacar aunque sea por tu mente a los tuyos. Suspiraste frustrada y miraste hacia otra parte en el camino al avión.

"¿Estás asustada?"

Preguntó cuando ambos ya estaban arriba, abrochando sus cinturones y acomodándose en sus lugares en los largos asientos que habían allí. Te encogiste de hombros sin saber que decirle realmente, ya eran incontables todas las veces en las que habías arriesgado tu vida en misiones, no era nada nuevo ni algo que te causaba nervios. Solo pensabas en que era una misión más de la que saldrías con vida, todo saldría bien y llegarían de vuelta a su refugio sanos y salvos. Solo le pedías una cosa a tu señor. Te habías sabido acoplar bastante bien a las cosas que te había traído la vida en el servicio desde muy joven, no te molestaste en responder su pregunta, simplemente dándole una pequeña sonrisa incómoda y encogiéndote hombros en tu lugar. Quizás entendió algo, quizás no, pero una suave risa escapó de entre sus labios y pudiste ver como sus ojos se achinaban al sonreír. Qué bonito.

Los soldados que estaban allí con ustedes se miraron raro entre sí, riéndose internamente o simplemente quedando confundidos por el comportamiento de su capitana y otros sorprendidos por lo cercano que era su coronel hacia la mujer que había ingresado a la vida de él hace tan poco. Ahora sabían que König iba a tener preferencia por encima de todos aunque claro, la principal tensión que habían tenido ambos cuando se conocieron frente a todos los demás no era para pasar de alto. De alguna forma sabían que él había logrado meterse en tu cabeza y hacerte ver que ambos tenían más en común de lo que principalmente pensabas. En todo el camino no hubo una conversación entre ninguno, solo miradas cómplices en silencio que decían más de mil palabras.

Dios los había interpuesto en el camino del otro deseando que cosas buenas pasaran ahora que ambos estaban del lado del otro, aunque las cosas llegasen a ser desastrosas en un final buscabas que lo mejor era solo verle lo bueno. Por ahora.

Habían aterrizado. El ambiente se sentía completamente tenso, el cielo ya pintado de un azul obscuro que inundaba el bosque al cual debían adentrarse. Sentiste tu cuerpo pesado, tu pecho tensarse y la respiración agitarse, ambas manos sostuvieron la base del arma. Inhalaste, de forma lenta dejando que el aire fresco y olor a pólvora llenase tus pulmones antes de dejarlo salir todo en un fuerte suspiro que fue escuchado por el gran coronel que te miró burlesco al ver el miedo reflejado en tus ojos. No podías esconderte de él, te estaba haciendo sentir miserable y débil, no te estaba agradando la sensación en tu pecho.

Lo oíste canturrear unas palabras en alemán por lo bajo a uno de sus soldados, haciendo un ademán para que tomasen posición mientras él y tú se encargaban del resto. Necesitaba que no hubiesen fallos en sus planes. Los soldados tales como perros obedientes hicieron lo que su coronel les había indicado, tomaron posición, siendo observados por tus propios soldados quienes miraron expectantes en espera de órdenes, viendo como se removían ansiosos en sus lugares por ser dejados ir. Diste la indicación de que tomasen posición también, sabías que tus muchachos no eran malos, hacían un buen trabajo pero no podías compararlos con los soldados de este hombre. Eran buenos, lo admitías. Con la cabeza en alto te dignaste a acercarte al hombre, carraspeando antes de hablar bajito. Sin llamar la atención.

"¿Informes de posición del otro equipo? No llevaremos la misión acabo sin esperar a que ellos lleguen. ¿Verdad?"

Bufó rodando los ojos en puro desdén antes de negar rotundamente, como si lo estuvieses tratando sin que él mismo supiese como controlar a sus muchachos y las acciones que debía tomar para que todo saliera a la perfección. Estuviste a punto de hablar cuando puso su mano sobre tu boca, cubriéndola para que callases cuando un ruido cercano llenó sus oídos. Un gruñido bajo salió de su boca, quitando apresuradamente su mano antes de hacer un ademán para moverse.

"Parece que se nos adelantaron. Se ve que ustedes no saben hacer las cosas como se les pide, Scheiße. Debemos movernos, ahora."

Las posiciones cambiaron, ahora tú le mirabas mal y refunfuñabas mientras indicabas que debían avanzar hacia el refugio que se habían tomado la última vez allí. No tuvieron que avanzar mucho hasta que llegaron, todo estaba en silencio, muy en silencio y te llegaban a doler los oídos de lo callado que estaba todo. Sabías que sería un dolor de cabeza estar allí en espera de tus demás colegas, indicaste a algunos muchachos que mantuvieran guardia mientras tú "conversabas" con el coronel a solas.

Ambos estuvieron encerrados en una pequeña habitación de la casa, mirándose fijamente hasta que alguno quisiese hablar. Todo había estado bien hasta el pequeño incidente.

"¿Por qué tus compañeros no pueden seguir órdenes? Sabes que lo más pequeño podría arruinar todo. Lo sabes."

Derrotada, suspiraste fuertemente antes de persinarte de forma rápida y cerrar los ojos por un segundo antes de devolver tu mirada a él. Lo viste en sus ojos, viste la molestia y como sus puños se tensaban.

"Dios me libre de tu mal humor. Es una pesadilla mantenerte cerca de mí cuando estás así, es un desastre."

Te sentaste en el piso, con los ojos clavados en los suyos notando como quería hacer un agujero en medio de tu frente. Parecía un niño haciendo un berrinche, no podías hacer nada por lo que había sucedido ya. No tenías en tus manos el poder controlar el pasado ni el futuro, ojalá dios te hubiese otorgado ese poder.

"Juro que cuando termine esto te asesinaré, (N). Lo juro por tu maldito dios."

Frunciste el ceño, rápidamente te levantase para quedar de frente a él y cruzarte de brazos como él lo estaba haciendo.

"No vuelvas a llamarlo así. No te atrevas."

Advertiste, apuntándolo con tu dedo índice cuando él se burló de ti, riendo por lo bajo antes de que una poderosa mano rodeara tu rostro, apretujando tus mejillas con fuerza. Regordetas y rojas mejillas que le parecían adorables.

"Quiero cogerte aquí."

needless and pins | König.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora